Antes de llegar a la cita con su psicólogo, los pacientes debían esquivar soldadoras, prensas y amoladoras. El PH en Palermo de Santiago Vaca Guzmán estaba estratégicamente divido en dos: por un lado, el taller de herrería, el oficio que estaba descubriendo y, por otro, el consultorio donde ejercía la psicología.