Adiós al tanguero de kimono

Murió el cantor de la Orquesta Típica Tokio, Ikuo Abo. Por Alan Gazzano, desde Yokohama, especial para DiariodeCultura.com.ar. En la imagen de portada: Ikuo Abo (1937-2021) en el disco de la Orquesta Típica Tokio (RCA Victor, 1964).

Fueron dos las voces más representativas del tango japonés del siglo XX. La primera en conquistar al público argentino, en varias visitas al país desde 1953, fue la célebre Ranko Fujisawa, fallecida en 2013 a los 88 años. Y junto a la “reina” del tango en Japón hay que recordar a otro de los artistas que aprendieron a pronunciar el castellano rioplatense para cantar nuestra música: el barítono Ikuo Abo, que nos dejó hace pocos días.

Según informaron medios japoneses, Abo falleció de una neumonía aspirativa en Tokio, a las 11:26 de la mañana del 1 de septiembre, aunque la noticia fue dada a conocer días más tarde. A su funeral budista asistieron solo parientes cercanos, encabezados por su esposa Yumiko. Tenía 84 años.

Su verdadero nombre no era Ikuo sino Isao. Había nacido el 20 de abril de 1937 en la ciudad de Hirosaki, ubicada en la boscosa prefectura de Aomori, en el noreste del país. Se acercó a la música porteña en la década del 50, años de extraordinario fervor tanguero entre la juventud nipona. Debutó en 1961 en el programa televisivo “Plaza de la canción” (Uta no hiroba) de la emisora nacional (NHK), y poco después se incorporó a la Orquesta Típica Tokio, activa desde 1947.

Con Fujisawa y su marido el director-bandoneonista Shinpei Hayakawa, Abo participó en la gira latinoamericana que hizo la Orquesta en 1964 y fue premiado por SADAIC. Como resultado de aquella tournée de nueve meses, produjeron dos LP en Argentina, uno en Perú, uno en Ecuador y otro en Colombia, con “La última copa” en la voz de Abo, entre muchos otros éxitos. Regresó al año siguiente, para actuar en “Sábados Circulares” (Canal 13) y rodar la película “Viaje de una noche de verano”, en la que un grupo de turistas recorre Buenos Aires en bus, cantando junto a Ranko Fujisawa y Néstor Fabián.

Entre otros proyectos, pasó sus últimas décadas enseñando canto, rodeado de alumnos japoneses que adoraban su experimentado modo de interpretar, su verdadero “sonido de tango”. Y aunque de joven lo cantaba por imitación fonética, casi sin haber estudiado castellano, su vocación artística y su respeto por nuestra cultura hicieron de él un maestro internacional del dos por cuatro, quizás el mayor de los cantores japoneses, un inolvidable tanguero de kimono.

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Alan Gazzano

El autor reside desde 2017 en Japón, donde se desempeña como traductor e investigador.