¿Adiós a las vidas idílicas? Instagram busca bajar las presiones de sus usuarios

Joaquín Thiessen, de 15, usa Instagram todo el tiempo: sus padres no pueden saber lo que sube o comparte porque los tiene bloqueados

Muchos aceptan desconocidos o tienen pública su cuenta con tal de tener más seguidores. Otros comparten información privada sin medir riesgos ni consecuencias. La mayoría presta (demasiada) atención a los likes propios y ajenos. Y todos, absolutamente todos, están pendientes de lo que pasa o se dice en Instagram. Desde que esta red social se convirtió en el fenómeno que es, con mil millones de usuarios en todo el mundo (datos no oficiales sostienen que aquí hay más de 16 millones) su uso es motivo de debate familiar. Porque tarde o temprano (y ahora más temprano que tarde, aunque el límite legal sigue siendo 13 años) llega el día en que ese hijo que todavía ni siquiera terminó la primaria quiere tener Instagram. Si no tiene más de 10 años, se lo buscará disuadir. Pero si ya supera la década, entonces la mejor opción, según los especialistas, es mantener una extensa charla sobre los riesgos y las responsabilidades que implica empezar a construir una identidad digital.

De hecho, desde Instagram, hace tiempo vienen trabajando para que sus usuarios, especialmente los adolescentes, hagan un mejor uso de la app. En conjunto con la ONG Chicos.net, el viernes próximo darán a conocer en la Argentina #DigitalSinPresión, un kit de herramientas que busca balancear la experiencia emocional de los usuarios dentro de la red social. Lo más novedoso que se hizo en algunos países -aunque todavía no en la Argentina- fue sacar el conteo de likes. Otra de las acciones que se busca es «desmitificar la perfección» en torno a sus idílicos posteos aclarando que «ninguna imagen cuenta la historia completa.»

La frase es una verdad tan absoluta como obvia, aunque en el mundo de las redes sociales -más si estamos hablando de Instagram- muchos parecen ignorar. Es tanta la idea de perfección, de vidas ideales que allí se exhiben como muestrario de la felicidad, que desde la misma plataforma buscan bajarle el tono a esta cuestión. «Si bien la comparación social sucede tanto en internet como por fuera, los jóvenes se comparan con los demás mucho más que cualquier otro grupo de personas de otra edad. Y a menudo, esto tiene consecuencias negativas -dice uno de los puntos del #DigitalSinPresión-. Podrías desmitificar la perfección indicando que ninguna imagen cuenta la historia completa. También podés hablar sobre todo el trabajo que implica una ‘vida perfecta’ en internet», aconsejan en el kit, que se podrá descargar a partir del viernes que viene en el sitio Chicos.net y en la página de Instagram de recursos para la comunidad (https://about.instagram.com/community).

«Una de las cosas que vimos es que muchos de nuestros usuarios sienten presiones reales por cosas que suceden en el mundo virtual como compararse con grandes influencers que tienen cientos de miles de seguidores o incluso amigos de ellos dentro de la plataforma. Queremos que Instagram sea un espacio más seguro y acogedor. El bienestar tiene que ver con decodificar la información. Ayudar a reflexionar sobre su experiencia en internet. Por ejemplo, entender que una foto es solo una parte de la historia y no toda la historia. Y que un like más o un like menos no es realmente importante», dice desde San Pablo Natalia Paiva, responsable de Políticas Públicas para Latinoamérica de IG.

Precisamente, otro punto sobre lo que la red social está trabajando desde hace un tiempo es sacar en algunos países el conteo de likes, es decir, que no se puedan ver la cantidad de likes de la cuenta de ninguna persona, aunque sí se mantienen visibles los propios. «La razón para esconderlos tiene que ver con lo mismo, la búsqueda de bienestar -plantea Paiva-. Queremos que los usuarios se enfoquen en lo que tiene valor, es decir, el contenido y no en los likes. Es algo que todavía está en una fase de pruebas. La idea es que esto llegue a Argentina, estamos analizándolo y después tomaremos una decisión. Acá en Brasil lo hemos sacado. Antes tal vez estabas condicionado a mirar los likes de una publicación pero una vez que no los tenés te das cuenta de que no te hace falta. Para mí lo más chocante es que me olvidé que no están».

¿Y la seguridad?

Más allá de intentar combatir las presiones y ansiedades que surgen ante la falsa idea de perfección, los padres de los adolescentes están más que nada preocupados por las cuestiones de seguridad (con quien se comunican, qué buscan) y el tiempo que pasan sus hijos en Instagram.

«Una herramienta útil y no muy conocida es el control de comentarios: se puede configurar para que no ingresen comentarios que contengan determinadas palabras o permitir comentarios solo de las personas a las que siguen. También está la función ‘restringir’ para reducir las interacciones no deseadas en lugar de bloquear. También existe una herramienta para que cualquier persona pueda denunciar de manera anónima comportamientos preocupantes, incluido el bullying», sostiene Paiva, y agrega que hay también métricas para ver cuánto tiempo se pasa uno en Instagram y la posibilidad de poner una alarma transcurrida una cantidad de tiempo (que fija cada usuario).

Mónica Sabarís, corredora inmobiliaria de 54 años, es mamá de Joaquín Thiessen, de 15. Como casi todas las madres de hijos adolescentes, está bloqueada y no puede ver lo que postea y comparte su hijo. «Cuando me bloqueó, la verdad es que pensé que el problema era yo, pero hablé con otras mamás y me enteré que ellas también están bloqueadas. O sea, que es una modalidad del adolescente -sostiene-. Es como cuando te cierran la puerta y te dicen: «No entrás». Pero aveces, cuando él tiene abierto el Instagram yo miro. No veo nada que me haga sospechar, si yo viera algo que me hiciera sospechar, sin dudas le bajo el Instagram o no le permito que me bloquee».

Mónica, que dice hablar mucho con su hijo del tema, asegura que lo que ahí sucede es un terreno resbaladizo para los padres de hijos adolescentes. «Sin duda, es más fácil controlar lo que pasa afuera de las redes que lo que pasa adentro. Siempre lo llevo y lo voy a buscar de sus salidas. Sale con amigos del colegio que conozco. No hay salidas que no conozca. Creo que los padres deberíamos poder recibir alertas de Instagram, que esté configurado para que nos avisen cuando haya algo que llame la atención», sugiere.

Joaquín asegura que usa Instagram «todo el tiempo»: «Sigo a amigos, gente conocida, equipos de fútbol… Por lo general, si alguien me manda solicitud y no lo conozco, a veces lo acepto, pero si me habla no le respondo, porque no lo conozco -asegura-. Si me dice que es amigo de alguien, y yo voy y le pregunto a esta persona si lo conoce y me dice que sí, ahí sí lo agrego. Los acepto para tener más seguidores», admite Joaquín.

Tobías Dlugach tiene 15 años y usa Instagram de forma constante. Su primer celular lo tuvo en cuarto grado y asegura que es usuario de redes sociales desde entonces. «Tengo Instagram desde muy chico. Es la red que más uso. Yo me sé cuidar en internet, mis papás me lo inculcaron de muy chico. Por ejemplo, no hablo con gente que no me conviene o me puede sacar información», dice. Su mamá, Mariela Szuldiner, dice que su hijo «es más voyeur que comunicador» y que no se expone mucho porque publica cada tanto. «Yo lo sigo en Instagram, me deja seguirlo. Cuando se creó la cuenta, que era más chico, esa fue una de las condiciones. Yo siempre le dije que está bueno que los adultos sepamos qué hace para que él pueda hacerlo con tranquilidad . Si hay un adulto mirando, puede hacer lo que quiera más tranquilo. Su cuenta es privada. Los chicos que tienen su cuenta pública, me parece sumamente peligroso».

Tobías Dlugach usa las redes desde muy chico. "Sé como manejarme", asegura
Tobías Dlugach usa las redes desde muy chico. «Sé como manejarme», asegura Fuente: LA NACION – Crédito: Patricio Pidal / AFV

El pacto digital

Más allá de que la mayoría destaca la iniciativa de Instagram al poner al alcance de padres y jóvenes este kit de herramientas, muchos especialistas ven una especie de mea culpa. Según Roxana Morduchowicz, doctora en Comunicación, especialista en cultura juvenil y asesora de Unesco en estos temas. «En Argentina, 9 de cada 10 adolescentes están en una red social. Las empresas son conscientes de este uso excesivo que se le da a las redes. Yo creo que es un búsqueda genuina para bajar riesgos. Necesitan que sus usuarios hagan un mejor uso de las redes. Buscan la manera de mantener la intensidad del uso pero sin esos riesgos. Ya hay varias iniciativas: YouTube Kids es una de ellas», reflexiona la especialista que sostiene que de todas maneras es necesario establecer un «pacto digital» con todos los actores sociales, especialmente el Estado. «Debe educar y tener un área de uso responsable, hacer campañas de prevención. No se está haciendo lo suficiente. Un modelo a seguir es el de la Office of Communication (Ofcom) del Reino Unido que tiene un área especial». En cuanto a los padres, Morduchowicz hace hincapié en que estén al tanto de lo que hacen sus hijos en Internet. «Así como les preguntamos qué hicieron en el colegio, hay que preguntarles qué estuvieron haciendo en internet. Qué páginas visitaron, qué juegos jugaron, que videos vieron y qué cosas postearon».

Por su parte, la psicóloga Laura Jurkowski, autora del libro Efecto pantalla: cómo lograr el equilibrio digital, sostiene que las redes sociales son grandes generadoras de ansiedad:. «La búsqueda de aprobación es el objetivo principal. Hay una comparación y competencia constante con los demás. Estas empresas buscan generar adicción, que estés mucho tiempo conectado. Puede ser que sientan que el problema se les fue un poco de las manos y quieran ayudar. Pero yo creo que este tipo de iniciativas son algo así como ‘hacemos de cuenta que estamos cuidando a los usuarios’ pero no hay que perder de vista que lo que buscan es sumar más gente. No por nada los creadores de estas firman son los primeros que no quieren que sus hijos las usen».

Una de los puntos que la especialista cuestiona es la iniciativa de sacar el conteo de likes: «Sirve para evitar las comparaciones. Puede ser un punto que ayude, pero no es suficiente, deberían sacar todos. Para mí se quedan a mitad de camino. Eso me hace pensar que no quieren ir al fondo», plantea Jurkowski e insiste en la necesidad de los padres de estar cerca y acompañar a sus hijos: «Tenemos que estar para mostrarles y señalarles los peligros. Un vez que tenés ese camino hecho, ya podes ir soltándolos. Muchos niños conocen el mecanismo, cómo subir fotos o videos, por ejemplo. Pero eso no significa que sepan cómo hacerlo bien», advierte.

Por su parte, Marcela Czarny, directora de Chicos.net, destaca la iniciativa de Instagram. «Hace mucho que venimos trabajando juntos con Facebook. Pero este año sentimos que por primera vez estaban interesados en apoyar programas de buenas prácticas. Nosotros promovemos el uso crítico e inteligente de las redes sociales, que los chicos entiendan cómo funcionan los algoritmos, por ejemplo. Cuando uno conoce el funcionamiento se puede hacer un uso más responsable -asegura-. La adolescencia plantea problemáticas especiales que estaban antes de internet. Inculcar que un like no es la vida, que sos mucho más que eso. Como iniciativa es muy buena, pero es necesario que todos la acompañemos y nos involucremos».

Fuente: Laura Reina, La Nación