Del museo a la calle: las fachadas de La Boca y Barracas exhiben reproducciones del Quinquela

«La Boca es un invento mío», dijo alguna vez Benito Quinquela Martín, el prócer del barrio de la ribera que soñó una pequeña aldea en donde el arte y los colores estuvieran presentes en la calle, al alcance de todos.

Con el fin de honrar ese legado, y dentro de las actividades por el 129° aniversario de su nacimiento, el Museo Benito Quinquela Martín ofrece a los vecinos de La Boca y Barracas reproducciones de obras de este pintor y de aquellas que forman parte de su catálogo para ser exhibidas, de forma gratuita, en los frentes de las casas.

El único requisito es tener un espacio libre y la firme convicción de transformar la fachada de la vivienda en una galería de arte al aire libre. «Nos proponemos sacar el patrimonio del museo a la calle», argumenta Víctor Fernández, director de la institución.

A lo largo de toda su vida, Quinquela caminó el barrio que lo vio crecer como artista y como vecino, un arquetipo del hombre solidario y desprendido. Todo lo que recibió de esta comunidad lo devolvió. «Pensó que el arte podía modificar la realidad del barrio y de un modo lo hizo», argumenta Alicia Martin, coordinadora de Educación y Extensión cultural del museo.

La fachada de una casa en Palacios y Azara, en Barracas Fuente: LA NACION Crédito: Fernando MassobrioLa idea de llevar su obra a la fachada de las casas del barrio empezó hace un año y se enfocó en instituciones, como los bomberos voluntarios. Esta segunda etapa se dirige a viviendas: a través de las redes sociales del museo se convocó a los vecinos que tuvieran espacio en sus frentes a formar parte de esta experiencia en donde el arte pretende transformar la estética barrial. La respuesta positiva fue inmediata.

Los murales son reproducciones impresas en cerámicos con un sistema antivandálico (si son grafiteados, se pueden limpiar sin mayores problemas). Cada vecino puede elegir la obra que prefiera: solo debe estar dentro del catálogo del museo, aunque la lupa está puesta en la obra de Quinquela Martín. «Preferimos que estén alejados del centro turístico. La idea es que el vecino, el caminante del barrio, se encuentre en su quehacer diario con un patrimonio que es parte de su historia y que le pertenece», dice Fernández.

En ochavas y calles empedradas

«Antes era una esquina más, ahora la gente se para y ve la pintura», cuenta con alegría Javier Palma, que tiene una gomería en la esquina de Irala y Olavarría. En la ochava se puede ver una reproducción de una obra de Alfredo Lazzari, quien fuera maestro de Benito. «Nos alegra ser parte de esta movida cultural», dice.

En el cuartel de los Bomberos Voluntarios Vuelta de Rocha, del que Quinquela fue socio fundador, se pueden ver otros murales. Antonio Sette es presidente de la institución, y de chico conoció al propio Benito. «Nos compraba las remeras para jugar al fútbol, y nos daba un carnet en el que nos nombraba Cuidadores de Caminito. Él nos enseñó a querer al barrio», cuenta. «Para los que vivimos acá sentir el arte es natural. Antes de Quinquela, La Boca era gris, cuando él llega, le da color. La Boca y sus colores son obra de él. Convirtió la tristeza en alegría».

La ochava de la gomería en Irala y Olavarría Fuente: LA NACION Crédito: Fernando MassobrioOtro de los murales está en el empedrado de la calle Copahue, en la vecina Barracas. En una pequeña cortada, que parece detenida en el tiempo, Graciela Estévez, docente de historia, eligió dos obras de Fortunato Lacámera. «En la zona sur hay un deterioro del espacio público y del patrimonio. Que el museo saque a la calle su patrimonio es una forma de reponer todo lo que se viene perdiendo. Es democratizar la cultura», dice. En los próximos días se colocará otro en la Villa 21, en el mismo barrio.

El museo pretende colocar 12 murales. Los requisitos para conseguir uno es enviar un mensaje a la página de Facebook del museo, o a su mail ([email protected]), con una foto del frente a intervenir. Eso sí: es importante que la vivienda no tenga ninguna protección patrimonial porque, de tenerla, el proceso de colocación es algo más largo, aunque no imposible. Además, se debe ser propietario y, en el caso de un consorcio, tener el aval de la mayoría. Los primeros se inauguraron el 1° de este, día que se ha estipulado como del nacimiento de Quinquela.

Las obras en la esquina de Garibaldi y Cerri Fuente: LA NACION Crédito: Fernando Massobrio

Ícono del barrio

Como toda leyenda, el origen del genial pintor es incierto. A las 8 de la noche de un 20 de marzo de 1890, alguien lo dejó abandonado en la Casa de Expósitos (en la actual avenida Montes de Oca, en Barracas) y fue encontrado por las Hermanas de la Caridad que calcularon que el ya bebé tenía tres semanas y lo bautizaron con el nombre Benito Juan Martín.

Justina Ramona Molina, entrerriana, analfabeta, de ascendencia indígena, y Manuel Chinchella, nacido en Génova, lo adoptaron a los siete años. Desde temprano el chico tuvo que ayudar a su padre con el reparto del carbón. Sin conocer las más elementales reglas del arte plástico comienza a pintar, y ya nunca se detendrá, a pesar de la negativa de su padre, que consideraba la pintura una cosa de vagos. Contra el mandato paterno, Quinquela (él se cambiaría el apellido en 1919) se convierte en uno de los más grandes artistas del siglo XX.

«El museo es inseparable del barrio, dado las características del propio Quinquela. No solo se compromete con el arte, sino con las tradiciones del barrio que han logrado darle una identidad muy particular», afirma Fernández, que hace cinco años está el frente de esta institución.

Víctor Fernández, director del museo Fuente: LA NACION Crédito: Fernando MassobrioEl año lo visitaron casi 84.000 personas, y el 44% fueron alumnos de diferentes escuelas de todo el país. «Nos propusimos difundir la capacidad transformadora del arte en un barrio inventado por el arte. Estos murales son una parte de este trabajo y de la visión de Quinquela que entendía que el arte y la educación podían transformar la vida de una sociedad», dice Fernández.

El patrimonio del Museo es inmenso. Existen 1436 obras de artistas plásticos de todo el país, de ellas, 369 son del propio Quinquela (fallecido en 1977), entre pinturas, grabados, matrices y dibujos. Conserva además aspectos cotidianos del artista, como su cocina y estudio, cada elemento, del más pequeño al mayor, repletas de color y de espíritu boquense. Este año también se celebra el 60° aniversario de Caminito.

«Cuando uno piensa en los íconos del barrio, el color, el ejercicio cotidiano de la solidaridad, la locura, la omnipresencia del arte, la calle Caminito, el entorno de La Vuelta de Rocha, todo eso es obra de Quinquela», resume Fernández.

Fuente: La Nación,  Leandro Vesco