El artista Leandro Erlich vuelve a desafiar las leyes de la percepción

Una escalera horizontal creada por el artista fue instalada en forma permanente en la Fundación Santander, en el Distrito de las Artes; su rotación en espiral produce un efecto hipnótico en el espectador

No, no es un efecto del trauma que dejó la pandemia. Tampoco está desafiando la gravedad esa persona que parece suspendida sobre el centro de la escalera caracol, una estructura que se mueve en espiral y parece extenderse hasta el infinito. Leandro Erlich lo hizo de nuevo: en los espacios de leyes físicas alteradas creados por este artista las escaleras no conducen hacia arriba ni abajo, y el movimiento es posible en cualquier dirección.

El maestro de la ilusión que sembró el pánico en Buenos Aires en 2015, al simular el traslado de la punta del Obelisco al Malba, instaló ahora en la planta baja de la Fundación Santander, en San Telmo, su Escalera horizontal. Una obra que evoca aquellos hipnóticos rotorelieves realizados hace casi un siglo por Marcel Duchamp en colaboración con Man Ray, para el corto experimental Anémic Cinéma, y que retoma el interés de Erlich por las escaleras. Para su muestra Liminal, también alojada en el Malba el año pasado, instaló en la explanada otra que conducía hacia una ventana suspendida en el vacío. La actual es similar a la Escalera infinita exhibida actualmente en el museo Kamu Kanazawa, en Japón, solo que en este caso se trata de una estructura giratoria.

La obra de Erlich se inspiró en la escalera helicoidal que conduce a la terraza de la Fundación Santander
La obra de Erlich se inspiró en la escalera helicoidal que conduce a la terraza de la Fundación SantanderGentileza Fundación Santander

“Hice tantas escaleras que lo que quedaba era que se movieran”, sostuvo el artista, habituado a jugar con el extrañamiento que produce transformar la función original de los espacios cotidianos, que sin embargo no suele encontrar un sitio permanente para exhibir sus obras debido a sus grandes dimensiones. “En la medida en que las cosas pierden su misión práctica -observó-, ofrecen una experiencia distinta y comienzan a ser parte de la ficción”.

Generar en quien la mira “una extrañeza capaz de despertarlo del piloto automático, devolverle la capacidad crítica y habilitar el espacio a la duda” es según la Fundación Santander uno de los efectos de esta obra de sitio específico, inspirada en la escalera helicoidal negra que comunica el Paseo de las Artes con su terraza. Adquirida por el banco para ser exhibida de forma permanente en la sede inaugurada el año pasado en la intersección de las avenidas Juan de Garay y Paseo Colón, en el Distrito de las Artes, demandó más de un año de trabajo en plena pandemia.

Las escaleras de Erlich no conducen hacia arriba ni abajo, y el movimiento es posible en cualquier dirección
Las escaleras de Erlich no conducen hacia arriba ni abajo, y el movimiento es posible en cualquier direcciónGentileza Fundación Santander

“La Escalera horizontal simboliza valores que queremos promover en Santander: una organización horizontal, ágil y dinámica”, dijo Guillermo Tempesta Leeds, vicepresidente de Fundación Santander Argentina y de Santander en el país. “El movimiento es parte de lo que buscamos. Estamos en una etapa de transformación cultural, y esta obra simboliza ese desplazamiento hacia adelante”, agregó, antes de anunciar que a partir de la semana próxima se podrá visitar por turnos y que en 2021 dedicarán una muestra a Marta Minujín.

“Esperamos que esta adquisición siente precedente. Es la primera vez que una institución de esta magnitud comisiona una obra de esta envergadura respetando a todos los actores del sistema”, destacó por su parte Mora Bacal, codirectora de la galería Ruth Benzacar, que representa a Erlich. Según explicó, la Fundación contactó a la galería, evaluó varios proyectos de distintos artistas y se decidió por el de Leandro. “Es importantísimo el apoyo y la convicción en la adquisición de una obra tan importante, no pasa muy seguido -opinó-. Ojalá otras instituciones entiendan el valor que le da adquirir una obra así, y que sea accesible para todo público”

Fuente: Celina Chatruc, La Nación