En el Día Mundial del Veganismo, una biblioteca esencial para entender de qué se trata

Hoy se celebra el Día Mundial del Veganismo. Creado en 1994 por Louise Wallis en ocasión del 50° aniversario de la Sociedad Vegana del Reino Unido, la jornada se propone situar en el centro del debate público la importancia de los derechos de los animales.

En pocas décadas, esa discusión llegó a la Argentina y ya forma parte de la agenda pública. En la actualidad, veganos de todo el mundo realizan campañas de difusión de sus principios y actividades en defensa de los derechos de los animales en varias ciudades, como las que tendrán lugar esta tarde en Buenos Aires.

Días atrás, la Unión Vegana Argentina (UVA) dio a conocer por primera vez, nada menos que en «el país de la carne», un informe en el que se censó a la población vegana y vegetariana. A través de una medición profesional, se estableció que la cantidad de personas que no comen ningún tipo de carne alcanza un 9% de la población. Más de cuatro millones de personas no comen carne en la Argentina. «El futuro es vegano y está llegando», proclama el informe.

«Ahora sabemos que la población vegana y vegetariana es una minoría importante, y tiene derecho a ser tratada correctamente -dice Manual Martí, de la UVA-. Necesita atención médica apropiada, alimentación y educación acorde a esta filosofía y estilo de vida. Será necesario un cambio rotundo en cuanto a políticas sociales, educativas, alimenticias y de salud». Mañana y el domingo, el veganismo será objeto de debate de especialistas de distintas áreas de la ciencia. Médicos, nutricionistas, biólogos, filósofos, psicólogos, ambientalistas, abogados y cocineros, además del público, se encontrarán en el 15° Vegfest Argentina UVA 2019, que se desarrollará en los salones del Regente Palace Hotel (Suipacha 964).

Los veganos, que evitan el consumo de cualquier alimento de origen animal, fundan sus convicciones en una filosofía con raíces en la cultura clásica que se proyecta en el presente, así como también en una ética que comparten religiones y sabidurías de distintas culturas. El término fue ideado por Donald Watson y Elsie Shrigley en 1944, con el objetivo de diferenciarlo del vegetarianismo que, respecto de la nutrición, acepta el consumo de alimentos de origen animal, siempre que no impliquen sacrificio.

«El veganismo es una respuesta a lo que está haciendo el capitalismo con los animales -define Soledad Barruti en conversación con LA NACION-. Los animales son utilizados como eslabones de explotación dentro de fábricas que dan carne, leche, huevos, y son tratados como cosas. Esos cuerpos son lacerados, mutilados, amputados para lograr propósitos de mercado». Para la autora de los best sellers Malcomidos. Cómo la industria alimentaria argentina nos está matando Mala leche (ambos publicados por Planeta), la información sobre los procesos de producción de alimentos permite que muchas personas quieran mantenerse al margen de determinados consumos.

No obstante, Barruti establece algunas diferencias con el veganismo a nivel global. «Disiento con el lema de que el mundo, en el futuro, será vegano -dice la periodista y escritora-. Existen otras dinámicas que se dan con los animales, y que están por fuera de las dinámicas capitalistas, como las de los campesinos, las comunidades indígenas, los agricultores tradicionales, que configuran otras formas de vida posibles y que sí o sí se dan con animales». Si esos animales y esas relaciones entre humanos y animales no existen más, desaparecen también esas formas de vida. «No se trata de aplanarlo todo en pos de un reduccionismo urbano», concluye.

Este año, en ocasión de los incidentes en la Exposición Rural que tuvieron lugar a fines de julio pasado, los veganos desataron un debate interesante sobre la industria de la alimentación, las condiciones de vida de seres sintientes no humanos (es decir, los animales) y los marcos aún rígidos para tolerar distintos puntos de vista sobre hábitos y costumbres. Las acciones de un grupo de jóvenes en La Rural, que fueron reprimidos de manera violenta, oxigenaron la conversación pública con nuevos argumentos.

Malena Blanco, activista de Voicot, un movimiento que lucha por la liberación animal y realiza investigaciones en mataderos y centros de explotación animal en la Argentina para mostrar a la población lo que allí ocurre, prioriza la información en el debate. «Es necesario que sepamos que ese plato hecho con carne de animales proviene de seres sintientes -dice a este diario-. Hay que dejar de financiar la explotación de animales». Voicot también hace campañas de afiches con leyendas como «Violencia es comer animales» y Liberación animal, liberación humana». En general, los afiches se pegan sobre otros con publicidad «especista», es decir, aquella que alienta el consumo de seres de otras especies. «El especismo es una suerte de prejuicio que lleva a pensar que unas especies son mejores que otras y que, por lo tanto, poseen más derechos que otras especies», agrega Blanco. Voicot posee un local en la Galería Patio del Liceo, en la avenida Santa Fe 2729.

El veganismo llegó para quedarse en la sociedad argentina y ampliar la calidad del debate público. A continuación, elegimos seis títulos que pueden formar parte de una biblioteca vegana.

¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales?, de Frans de Waal (Tusquets)

Publicado en 2016, este ensayo describe investigaciones y trabajos de campo realizados por estudiosos del comportamiento animal con avispas, ballenas, pulpos, delfines y chimpancés. Historias de cooperación entre animales de la misma especie, apuntes sobre la memoria visual de las aves y bosquejos de una moral entre primates superiores prueban, una vez más, la inteligencia de los animales. Además Waal, un destacado primatólogo holandés, replantea ideas sobre la naturaleza y los mecanismos de la inteligencia humana y desmiente que solo los seres humanos somos conscientes de nosotros mismos, que solo nosotros podemos representarnos un pasado y un futuro y que podemos hacer herramientas o trazar estrategias para subsistir. Sobre esos prejuicios, observa el autor, se sostienen ciertas prácticas humanas inaceptables con los animales.

Ética de la relación entre humanos y animales, de Ursula Wolf (Dilemata)

Profesora de filosofía y escritora alemana, Wolf es una de las personalidades más destacadas de la filosofía alemana actual. Su dedicación a la ética y sus conocimientos de filosofía analítica, lógica y hermenéutica proveen a su obra rigor, sensibilidad y agudeza. La autora defiende el bienestar de los animales y cuestiona un sinnúmero de prácticas (algunas en gran escala, como las matanzas masivas de animales con fines alimentarios) que provocan un sufrimiento inmenso en otras especies. Según la autora, el hecho de que determinada acción pueda ser útil a los humanos no la convierte en ética. En este libro, analiza las inconsistencias entre aspiraciones morales y prácticas, así como también discute con otros teóricos de la «liberación animal», al plantear un recorrido crítico a través de las más importantes teorías de la ética. Wolf intenta fundar concepción que englobe el bienestar de todos los seres sintientes. Es ademas una reconocida luchadora contra el cambio climático, que considera efecto de una ideología bien conocida: el individualismo.

La biblioteca vegana
La biblioteca vegana

Comer animales, de Jonathan Safran Foer (Seix Barral)

Ensayo, narración, investigación y autobiografía, este exitoso título del autor de Todo está iluminado tuvo como origen la llegada del primer hijo del escritor y la novelista Nicole Krauss, su pareja. En ese momento, Safran Foer, que había sido vegetariano en algunos momentos de su vida, se preguntó de qué manera alimentarían al niño por venir. «Esta historia no empezó en forma de libro -informa el autor en las primeras páginas-. Solo quería saber, por mí y por mi familia, qué es la carne. Quería saberlo con la mayor concreción posible. ¿De dónde sale? ¿Cómo se produce? ¿Cómo se trata a los animales y hasta qué punto eso importa? ¿Cuáles son los efectos económicos, sociales y ambientales de comer animales? Mi búsqueda personal no se mantuvo así durante mucho tiempo. A través de mis esfuerzos como padre, me enfrenté cara a cara con realidades que como ciudadano no podía ignorar y como escritor no podía guardar para mí. Pero enfrentarse a esas realidades y escribir sobre ellas con responsabilidad son dos cosas distintas». En la Argentina, escritoras como Agustina Bazterrica y Fernanda García Lao (en Cadáver exquisito y Nación Vacuna, respectivamente) indagaron de manera novelesca interrogantes similares.

Veganismo. Práctica de justicia e igualdad, de Ana María Aboglio (Gárgola)

En este ensayo, la autora se centra en los aspectos cruciales que definen el uso y dominación de los animales no humanos, con el propósito de destacar los prejuicios en que se fundamentan. En vista de las transformaciones sociales que tendrán lugar en el siglo XXI, no solo en el área de la alimentación, Aboglio (abogada argentina y fundadora del centro de estudios Ánima) reclama una experiencia vital del veganismo y una filosofía de la no violencia sobre los animales. «La actual relación de poder y opresión está basada en supuestas características que el animal no tiene -declaró la autora en una entrevista-. Aunque no las tuviera, aunque sí las tiene, no serían calificativas de una diferencia que haga que nosotros tengamos derecho a usarlos como objeto. Ser vegano no es lo máximo que podemos hacer por los animales, es lo mínimo». Considerado un manual del veganismo en el país, su libro lleva publicadas varias ediciones.

Liberación animal, de Peter Singer (Trotta)

Clásico ensayo en defensa de los derechos de los animales, publicado en 1975, Liberación animal impulsó el debate contemporáneo en torno a la ética animal e inspiró la lucha y la investigación de otros, dentro y fuera del mundo académico. El libro de Singer ha contribuido de forma significativa al crecimiento del movimiento que exige el mismo tratamiento jurídico de animales y de humanos. «No estoy seguro del mérito que cabe asignar a Liberación animal respecto a este cambio -escribió el autor en un nuevo prólogo, a fines de los años 90-. Los escritores de revistas populares le han puesto la etiqueta de ‘la biblia del movimiento por la liberación animal’. A la vez que me halaga, también me hace sentir un poco incómodo. No creo en biblias: ningún libro tiene el monopolio de la verdad. En cualquier caso, ningún libro puede conseguir nada si no toca una fibra sensible en sus lectores. Los movimientos de liberación de los años sesenta hicieron que el siguiente paso obvio que había que dar fuese la liberación animal: este libro reunió los argumentos y les dio una forma coherente. El resto lo hicieron algunas personas magníficas, muy trabajadoras, preocupadas por la ética». Al comienzo, esas personas eran unas pocas, luego cientos de ellas, hasta que han crecido para dar integrar un movimiento de fuerza internacional.

El animal que luego estoy si(gui)endo, de Jacques Derrida (Trotta)

Se reúnen aquí varios trabajos del filósofo francés dedicados a la cuestión de los animales, preocupación constante y obsesiva en su obra, donde reconoce una sensibilidad afectiva e intelectual (una simpatía) hacia muchos de los aspectos de la vida animal desdeñados por el antropocentrismo. Esa displicencia filosófica, como sabemos, ha ignorado el sufrimiento de los animales. Para Derrida, la cuestión central no es si los animales pueden razonar sino si pueden sufrir. En este libro, examina algunos textos de esa tradición filosófica iniciada por Aristóteles y que llega hasta Heidegger, Lévinas y Lacan, pasando por Descartes y Kant. «La ‘cuestión de la animalidad’ no es una cuestión entre otras, por supuesto -le dijo Derrida a la psicoanalista e historiadora Élisabeth Roudinesco-. Si la considero decisiva, como se dice, desde hace mucho tiempo, en sí misma y por su valor estratégico, es porque, difícil y enigmática en sí misma, representa también el límite sobre el cual se suscitan y determinan todas las otras grandes cuestiones y todos los conceptos destinados a delimitar lo ‘propio del hombre’, la esencia y el porvenir de la humanidad, la ética, la política, el derecho, los ‘derechos del hombre’, el ‘crimen contra la humanidad’, el ‘genocidio’, etcétera». El animal sería, según el filósofo, un «otro» conveniente que habilita las motivaciones humanas más oscuras.

Fuente: Daniel Gigena, La Nación