Filosofía urgente. Dos autores clave piensan la pandemia

El italiano Giorgio Agamben y el esloveno Slavoj Zizek analizan con perspectivas diferentes los desafíos y peligros del estado de situación actual, en consonancia con una reflexión de décadas, ajena a las ideas improvisadas.

Cuenta la historia que Tales de Mileto, en los albores de la filosofía, fue el primero en ser acusado de malgastar su tiempo perdiéndose en laberintos mentales tan abstractos como inútiles, en lugar de ocuparse de problemas concretos. Pero esa acusación revela -al mismo tiempo que esconde- una valoración positiva de la palabra del filósofo: la expectativa de que pueda aportar algo significativo para afrontar las coyunturas.

El italiano Giorgio Agamben (Roma, 1942) y el esloveno Slavoj Zizek (Liubliana, 1949) son dos de los filósofos contemporáneos que han escrito rápidamente acerca de la pandemia de Covid-19. El hecho de que se refieran a una situación actual no debe hacernos creer, sin embargo, que en sus textos encontraremos opiniones improvisadas. En ambos casos sus planteos están en consonancia con un trabajo de décadas. La lectura en paralelo de La epidemia como política, del filósofo italiano, y Pandemia. La covid-19 estremece al mundo, de su par esloveno, recientemente publicados en castellano, nos brinda la posibilidad de apreciar cómo un mismo estado de situación puede dar lugar a análisis y perspectivas diferentes.

Desde los primeros textos sobre la pandemia, publicados en febrero de 2020, Agamben muestra desconfianza acerca de los datos oficiales del Covid-19 y considera desproporcionado el clima de pánico generado en torno a ellos. Sospecha que solo se trata de un artilugio de los poderes dominantes para imponer el estado de excepción permanente -suspensión de las garantías constitucionales- una vez agotada la excusa del terrorismo. Así como en su momento se instaló la idea del «potencial terrorista», ahora el temor se extiende al «potencial contagiado» que puede ocasionar la muerte de los demás. La novedad consistiría en que este dispositivo de bioseguridad, según Agamben, se ampara en «la nueva religión de la salud». Para el autor de Homo Sacer, el pánico generalizado ha mostrado que, en el fondo, la gente solo cree en la vida desnuda, entendida aquí como la vida despojada de cualquier atributo que no sea meramente fisiológico. El valor más profundo en nuestra sociedad -si no el único, a entender de Agamben- es la supervivencia. El punto culminante de esta nueva religión científica alentada por los gobiernos es haber hecho del derecho a la salud una obligación. «El mantenimiento a cualquier precio de una vida desnuda separada en abstracto de la vida social es el dato más impresionante en el nuevo culto instaurado por la medicina como religión». La consecuencia que Agamben extrae es contundente: «Nuestro prójimo ha sido abolido». Esto, en realidad, no lo sorprende. Lo ve como un paso más en la realización de un proyecto en el que desde hace tiempo los gobiernos están interesados: que las clases -sobre todo en las universidades- se dicten online; que se acaben las reuniones en las que se pueda discutir sobre política; que, en definitiva «las máquinas sustituyan todo contacto -todo contagio- entre los seres humanos». Dicho de otro modo: «se trata, pues, nada menos que de la lisa y llana abolición del espacio público». Pero ¿se puede hablar de humanidad, sin espacio público? La respuesta del filósofo es lapidaria: «No creo que una comunidad basada en el ‘distanciamiento social’ sea humana y políticamente vivible».

El filósofo esloveno también está preocupado. No sólo por el Covid-19 y sus consecuencias económicas y sociopolíticas, sino, además, por posibles catástrofes futuras que tenga que afrontar la humanidad. En ese sentido, Zizek toma la reacción de los Estados y de la sociedad civil ante la actual pandemia como un indicador de errores a evitar y estrategias a formular en el futuro. La crisis provocada por el coronavirus -sostiene- es la «señal de que no podemos seguir como hasta ahora, de que hace falta un cambio radical».

Uno de los aspectos que según el filósofo han sido puestos de manifiesto por la crisis actual es que la salud pública no puede quedar en manos del mercado. Por un lado, reclama una participación activa de los Estados para garantizar a la población acceso a una atención adecuada para la enfermedad. Pero, al mismo tiempo, insiste en que no se trata de que cada Estado se cierre sobre sí mismo: «Habrá que organizar algún tipo de cooperación internacional eficaz para producir y compartir recursos. Si los Estados simplemente se aíslan, comenzarán las guerras».

Aunque en primera instancia pueda resultar paradójico, Zizek apela a una solidaridad basada en motivaciones tan racionales como egoístas. Es la conciencia de que la supervivencia de cada cual depende de la de los demás la que podrá dar lugar a la cooperación global. Esta actitud que él percibe en algunos movimientos en relación con el Covid-19 podría, igualmente, gestar una ética y una política que nos permitan afrontar catástrofes climáticas, económicas o sociales en el futuro. Para Zizek la pandemia nos ha permitido apreciar la importancia del vínculo con los demás, el valor del espacio público, la necesidad de una organización colectiva para afrontar situaciones amenazantes. También nos ha permitido poner en perspectiva nuestro lugar como especie viviente. «Las epidemias víricas nos recuerdan que nuestra vida es, en última instancia, contingente y absurda: aunque construyamos espléndidos edificios espirituales, cualquier estúpida contingencia natural como un virus o un asteroide puede acabar con todo… por no mencionar la lección de la ecología, que es que nosotros, la humanidad, también podemos contribuir a ese final de manera inadvertida».

El texto de Agamben es precedido por un epígrafe tomado de san Jerónimo: «La nave se hunde, y nosotros discutiendo acerca de su carga»; el primer capítulo del de Zizek se titula «Todos estamos en el mismo barco». Ambos filósofos parten de la misma inquietante situación. Y hay puntos concretos en los que sus análisis se encuentran (de hecho, Zizek marca explícitamente en su texto la disidencia con Agamben en torno al estado de excepción, el distanciamiento social, el papel de la ciencia). Pero, mientras uno de los filósofos da por hundido el barco, el otro se empeña en encontrar modos de salir a flote.

PANDEMIA

Slavoj Zizek

Anagrama

Trad.: Damia Alou

148 páginas

$ 795

Fuente: LA NACION

LA EPIDEMIA COMO POLÍTICA

Giorgio Agamben

Adriana Hidalgo

Trad.: R. Molina-Zavalia y M. T. D’Meza

118 págs./$ 690

Fuente: Gustavo Santiago, La Nación