A un año de la llegada del coronavirus a la Argentina, habla el paciente cero: “Todavía tengo anticuerpos y doné sangre cinco veces”

El empresario Claudio Ariel P. recuerda su vivencia como primer caso en el país, hace un año, tras volver de un viaje por Europa. Se volvió “un laboratorio humano para que las investigaciones avancen”.

“Un año, loco, un año, voló… ¡qué espanto, qué tremendo todo lo que pasamos! Y yo fui nada menos que el primero en Argentina -sonríe incrédulo-. Nunca me pasó por la cabeza que después de mí habrían más de dos millones de contagiados y muchos menos imaginé tantos miles de muertes acá y en todo el mundo”. Claudio Ariel P., conocido como el paciente 0, el primer argentino contagiado oficial de coronavirus.

Atienden en su casa de Puerto Madero y de inmediato su memoria se remonta a aquella mañana del domingo 1° de marzo de 2020 cuando se trasladó de Ezeiza hacia su casa. “En un momento sentí que tenía la remera mojada, empecé a toser y me parecía raro, no entendía qué me pasaba y le dije a mi hermano, que me había ido a buscar al aeropuerto, que me llevara a la clínica Swiss Medical”.

De contextura granítica, habitué del gimnasio, Claudio, que es proveedor de telas sintéticas para carteras y zapatos, venía de Europa, adonde había viajado por trabajo a distintas exposiciones de moda en Milán, Roma y Marsella. “Después de semejante recorrido, me estaban haciendo estudios médicos, los recuerdo muy intensos, pero jamás imaginé que estaba contagiado de coronavirus, una enfermedad de la que poco había escuchando hablar”.

“Positivo”, diagnosticó el PCR, lo que dejó un instante perplejo a este hombre soltero, de 44 años, siempre de buen talante. “Tardé un poco en reaccionar, no lo podía creer, hasta que los médicos me explicaron la situación y me dijeron que me iba a tener que quedar internado”, explica Claudio, que se enorgullece “de haber actuado de manera correcta, yendo al hospital sin haberme contactado con nadie, después del viaje”. Remarca este punto “porque se publicaron algunas mentiras asegurando que yo me había encontrado con gente y presentado al otro día en el hospital. Falso”.Play VideoCoronavirus en Argentina. Video: El paciente cero.

Con Claudio Ariel P., la Argentina comenzaba a transitar su durísimo año de pandemia que al día de hoy superó los 52.000 fallecidos y los dos millones de contagios. “No podía creer que era el primer caso, no sabía si era una desgracia o una suerte. Hoy, a la distancia, soy un agradecido de haber sido un paciente asintomático, porque sólo sentí fiebre el primer día, cuando me dejaron internado con 39 grados, pero unas horas después ya me sentía impecable”.

Estuvo catorce días aislado, dos en la clínica Swiss Medical y otros doce en el sanatorio Agote. “Venía de comer y de tomar de todo en Europa, yendo de aquí para allá, sin horarios y con mucho trabajo, y de repente, como quien no quiere la cosa, estaba comiendo pollito hervido con calabaza en una habitación solo y atendido por médicos con trajes espaciales. Fue un sacudón inesperado, al principio me costaba aceptarlo, pero no quería preocupar por de más a mi madre, a la que llamaba por videollamada para que viera que me sentía bien”.

Claudio, cuando estuvo internado: “Tardé un poco en reaccionar, no lo podía creer, hasta que los médicos me explicaron la situación”, recuerda.

Claudio, cuando estuvo internado: “Tardé un poco en reaccionar, no lo podía creer, hasta que los médicos me explicaron la situación”, recuerda.

Positivo y optimista por naturaleza, pensando que se iría “pronto”, los días se hacían interminables para Claudio, autodefinido como sociable, inquieto, hacedor y enérgico. “Yo me sentía un avión, no tenía el más mínimo síntoma, no había perdido el olfato ni el sabor, por eso pensaba que me tenía que ir a mi casa… Pero los médicos, que me trataron de maravillas, me explicaban que como yo era el primer caso oficial de contagio de coronavirus, necesitaban hacer estudios, aprender conmigo, porque no había antecedentes, así que lo entendí, costó, pero estuve al pie del cañón. Yo les preguntaba de todo, los volvía locos y ellos me contuvieron y con toda la paciencia me respondían”.

Necesitaba cambiar el chip para no sufrir la prolongada estadía y pidió permiso para que le permitieran tener una computadora para trabajar y un par de mancuernas y cintas “para hacer gimnasia y moverme entre cuatro paredes”. El personal de salud accedió a la petición “porque yo me estaba comiendo las paredes, soy un deportista que hace dos veces por día ejercicios (cardio y pesas), además de que llevo adelante mi empresa de telas, entonces, así, los días se me hacían más llevaderos. Entrenaba mucho y también desarrollaba diseños para mi trabajo, con lo cual mi cabeza se distraía”.

A Claudio Ariel le permitieron contar durante su internación en el sanatorio Agote con mancuernas: "Empecé a hacer gimnasia a cualquier hora, me estaba comiendo las paredes", dice hoy.

A Claudio Ariel le permitieron contar durante su internación en el sanatorio Agote con mancuernas: «Empecé a hacer gimnasia a cualquier hora, me estaba comiendo las paredes», dice hoy.

“El paciente 0”, como se lo conoció popularmente a Claudio, siempre estuvo reacio a brindar entrevistas y a que se conociera su apellido, pero cree que, un año después, “estaba bueno abrirse a los medios, aunque nunca imaginé que sería un aluvión de pedidos de notas -comenta con cierto agobio-. Está todo bien, yo entiendo el trabajo, pero no tengo tiempo de poder hablar con todos. ¿Un mensaje? A mí básicamente la vida no me cambió, yo siempre valoré el día a día, soy de hacer las cosas en el presente, de exprimir el día, no de postergar o decir ‘bueno, mañana, o el año que viene’, no va conmigo. Entonces, la enfermedad, de alguna, reconfirmó mi manera de vivir, porque siempre tuve en claro que hoy estás y mañana no se sabe…y ahora más que nunca”.

Haber sido el primer paciente argentino oficial requirió un vínculo permanente con médicos, neumonólogos e infectólogos, por lo que se erigió en una suerte de laboratorio humano para los científicos. “Me siguen haciendo estudios y análisis y el último fue hace diez días, el cual determinó que todavía sigo teniendo anticuerpos en mi organismo, lo que me mantiene inmunizado ante un eventual nuevo contagio, algo que no deja de asombrarme”, hace saber Claudio, que sueña con volver a viajar a Europa para retomar su actividad laboral, tan ligada al Viejo Continente.

“Me siguen haciendo estudios y análisis y el último fue hace diez días, el cual determinó que todavía sigo teniendo anticuerpos en mi organismo", asegura.

“Me siguen haciendo estudios y análisis y el último fue hace diez días, el cual determinó que todavía sigo teniendo anticuerpos en mi organismo», asegura.

“Te voy a dar una primicia”, anuncia expectante: “El 9 de abril del año pasado doné por primera vez una muestra de sangre al Biobanco de Enfermedades Infecciosas (BBEI), que es una unidad funcional del INBIRS dentro de la Facultad de Medicina de la UBA”. Allí investigadores del CONICET trabajan para procesar y almacenar los productos derivados de esa sangre, como suero y células, y todo lo almacenado queda a disposición de cualquier profesional que lo requiera. “Desde mi infección doné sangre cinco veces y mi suero se utilizó para medir la presencia de anticuerpos y cómo estos variaban en el tiempo. Y si bien han disminuido, se puede observar que aún mantengo cantidades detectables”.

Más allá de ser una persona de negocios “muy ocupada y con poco tiempo hasta para ver televisión”, ser como “un laboratorio humano me implica estar dispuesto para lo que me pidan y de verdad me hace bien al ánimo, porque creo que soy útil para que las investigaciones avancen. Y dejame insistir que no tengo nada que ver con aquellas primeras noticias que circularon en las que aseguraban que yo me había ido del aeropuerto a mi casa. Fui una persona responsable y seria, aún sin mucho conocimiento de lo que era el coronavirus”.

Confiesa que no es kirchnerista ni macrista “ni de ningún otro color”, se proclama “apolítico”, no sigue las noticias, sino que se entera por lo que “escucho al pasar”. Así fue que se desayunó del vacunatorio vip y de la eyección del ministro de Salud Ginés González García. “Yo no soy quién para opinar si se hicieron las cosas bien o las cosas mal, sólo puedo decir que este bicho puso de rodillas a casi todo el mundo”, concluye con cierto apuro, ya que se le hace tarde para su clase en un gimnasio de San Telmo.

Fuente: Clarín