Longevidad: Las razones que explican por qué en estos cinco lugares del mundo, la gente vive más años

Son sitios alrededor del mundo que se caracterizan por brindarles a sus habitantes una calidad de vida única que colabora con su longevidad

Los lugares en el planeta donde la gente vive durante más años y en excelentes condiciones cognitivas y de salud tienen ciertas características que ayudan a explicar las razones de esta longevidad. No hay un único motivo sino que confluyen múltiples factores relacionados con aspectos como el entorno natural, una alimentación sabia, movimiento y descanso, una visión positiva de la vida y una alta sociabilidad.

Una marca en un mapa con un bolígrafo azul estableció la primera de estas zonas y de allí surgió su denominación. Existen, por el momento, cinco zonas azules en todo el planeta y la que dio inicio a esta búsqueda de los habitantes más longevos fue establecida por Michel Poulain, demógrafo, y por Gianni Pes, médico, a fines del siglo XX. Ellos encontraron que, en la región de Barbaglia, Cerdeña, la población era muy longeva. Más tarde, luego de una exhaustiva investigación, el estadounidense Dan Buettner, junto a National Geographic, marcaron en el mapa cuatro puntos más, entre ellos Loma Linda en California, Estados Unidos; Nicoya, en Costa Rica; Okinawa, Japón; e Icaria, en Grecia. Todos tienen en común que sus habitantes viven más de 90 años, algunos hasta sobrepasan los 100, con una gran calidad de vida.

¿Por qué sucede esto? Según Luis Aguilar Allen, médico costarricense y presidente de CALM, la asociación de medicina de estilo de vida de ese país, quien vive a 80 kilómetros de Nicoya, en un pueblo montañoso llamado Monte Verde, se distinguen 9 “poderes” que explican la longevidad de estas poblaciones en el mundo. “La alimentación basada en plantas, beber vino a las cinco, la tribu correcta, el círculo de amigos, pertenecer, el movimiento natural, reducción del estrés, la regla del 80% y vivir con un propósito, son las características comunes de estas zonas azules”, señala Aguilar Allen, especialista en el tema.

Vivir sin estrés es clave para mejorar la calidad de vida
Vivir sin estrés es clave para mejorar la calidad de vidaSelena Avendano

Los nueve “poderes” de las zonas azules:

  • Alimentación basada en plantas: si bien es una tendencia hoy, para estas comunidades es una condición circunstancial por la que comen menos de 200 gramos de carne a la semana. Su dieta es rica en vegetales, frutas, semillas y legumbres.
  • Vino a las cinco: se trata simplemente de la costumbre de reunirse en familia, con amigos o vecinos. “En Cerdeña, particularmente, se juntan a las cinco de la tarde para encontrarse, comer alimentos sanos, producidos en la zona, sin químicos, que acompañan con el consumo moderado de un vino repleto de flavonoides, extraído por ellos con uvas de la zona”, explica el médico especialista en zonas azules.
  • La tribu correcta: significa juntarse o asociarse con personas que tengan un estilo de vida saludable. “Algunos comportamientos pueden ser contagiosos como un virus, por ejemplo, un estudio realizado por Nicholas Christakis y James Fowler -publicado en el New England Journal of Medicine en 2007- demuestra cómo al acercarse a personas que tienen malas costumbres alimenticias, las personas empiezan a seguir ese tipo de comportamientos”, sostiene Aguilar Allen, diferenciándose de aquellos que se acercaban a otros con comportamientos positivos como actividad deportiva, alimentación sana y meditación e iniciaban un camino hacia el bienestar.
  • Círculo de amigos: un grupo de cuidado y respeto mutuo. En Okinawa, Japón, los moais son grupos de amigos que se comprometen a cuidarse y protegerse por el resto de sus vidas, un apoyo que se vuelve fundamental para la salud mental y el bienestar de quienes los integran.
  • Pertenecer: formar parte de un grupo de práctica espiritual o religiosa aumenta la calidad de vida y la longevidad hasta en 15 años. “No importa si sos católico, cristiano o si practicas el Islam, está comprobado científicamente que el mero hecho de compartir en grupo, de tener una creencia y de pertenecer, genera bienestar”, advierte el presidente de CALM.
  • Movimiento natural: hace referencia al concepto de “actividad física natural”, es decir, no se trata de meterse en un gimnasio sino que en estas poblaciones el ejercicio es parte de la vida cotidiana. “La mayoría de estas poblaciones son rurales y de escasos recursos, producen su propio alimento. Entonces, la actividad física y la exposición solar son algo natural”, aclara el médico costarricense.
  • Reducción del estrés: bajar la marcha es una característica común de las zonas azules que aporta un gran bienestar a sus habitantes.
  • “Hara hachi bu”: otro de los poderes resulta de poner en práctica uno de los consejos del pensador chino Confucio. Este propone utilizar el 80% de nuestro estómago, es decir no llenarse completamente al alimentarnos, nos invita a comer moderadamente.
  • Vivir con un propósito: “tener un propósito en la vida es todo lo que a los seres humanos nos mejora la calidad de vida y nos hace vivir más”, enfatiza Aguilar Allen.
La isla griega Icaria es una de las cinco zonas azules del planeta
La isla griega Icaria es una de las cinco zonas azules del planetashutterstock – Shutterstock

Los dos pilares para una mejor calidad de vida

Para María de los Ángeles Sánchez Calvin, médica especialista en nutrición y en psiconutrición (MN. 121.757), la razón de la longevidad en estas zonas azules se relaciona directamente con los hábitos y el estilo de vida. En primer lugar, en estas regiones, las personas se nutren de los alimentos de la naturaleza, de manera que aprenden a esperar procesos biológicos como la fermentación, la activación de ciertos alimentos, pero además respetan la cronobiología y el ritmo circadiano del cuerpo. “Además, se mueven más, se oxigenan mejor, sociabilizan, pasan tiempo al aire libre y dan importancia al descanso y la meditación”, resume.

Un elemento clave es, sin duda, la forma en que se alimentan con un claro predominio de productos naturales que ayudan a reducir los niveles de colesterol y aumentan las defensas inmunológicas. “Entre los nutrientes que incorporan están el aceite de oliva de primera prensada, los fermentados, el pescado rico en omega 3, una dieta rica y con gran variedad en verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos, que aseguran un alto contenido en fibra y una alta calidad de nutrientes, como el uso de la soja en Okinawa y de los frijoles en Nicoya”, señala la nutricionista.

Pero hay otro factor relevante que explica que sus habitantes sean tan longevos, y para Sánchez Calvin tiene que ver con la reducción del estrés. “No es novedad que vivimos corriendo y el estrés es el principio silencioso de muchas enfermedades. Los que nos dedicamos a estrés sabemos que disminuirlo cambiará sustancialmente la calidad de vida de nuestros pacientes. Enseñarles a saber decir que no, vivir en el momento presente, aprender a parar y meditar, disminuir los pensamientos distorsionados, son muchas de las herramientas que utilizamos para acompañarlos en estos cambios de hábitos para siempre”, explica. Un claro ejemplo de este ritmo desacelerado es Cerdeña, donde todavía se respetan las siestas y las grandes caminatas a diario. “Todas las zonas azules invierten tiempo en ejercicio y generan un buen equilibrio entre trabajo y vida personal. Japón continúa con sus enseñanzas budistas, donde se favorece la cultura de cooperación por encima del individualismo”, añade.

Está comprobado que solo un 30% de la longevidad es genética, el resto es estilo de vida y las decisiones y hábitos que se incorporan en la cotidianidad
Está comprobado que solo un 30% de la longevidad es genética, el resto es estilo de vida y las decisiones y hábitos que se incorporan en la cotidianidadSelena Avendano

Cómo crear nuestras propias zonas azules

¿Es posible acercarnos al modo de vida de estos oasis terrenales en las grandes ciudades?, ¿se pueden generar zonas azules? “Con esta pregunta nos surge la duda de pensar que, tal vez, sea la genética la que determina una vida larga y saludable en estas zonas. Sin embargo, la realidad es que sólo un 20 o un 30% de la longevidad es genética, el resto es estilo de vida y las decisiones y hábitos que seguimos en el día a día”, advierte Sánchez Calvin. A la vez que considera que construirnos en nuestra comunidad pequeñas zonas azules, es posible si utilizamos herramientas como el mindful eating, la psiconutrición, la medicina funcional y el movimiento.

El movimiento es, sin duda, uno de los aspectos más importantes para replicar de los habitantes de las zonas azules. “Es muy importante que el ejercicio físico sea habitual. No tiene que ser intensivo pero sí un hábito como en Cerdeña, donde, por ejemplo, quienes criaban el ganado ovino hacían mucho ejercicio al subir y bajar colinas para el pastoreo de las cabras”, dice Matías Manzotti, jefe de la sección de geriátrica del servicio de clínica médica del Hospital Alemán (MN 106.009) y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Geriatría y Gerontología. Para el especialista en tercera edad, otra variable sumamente importante es la realización personal, es decir, cuando uno vive pensando en que está satisfecho emocionalmente con su vida y tiene un propósito. “El envejecimiento saludable tiene como pilares el ejercicio físico como rutina, la sociabilización, la alimentación saludable y, por encima de todo esto, está el hecho de tener un proyecto de vida”, advierte.

Asimismo, Sánchez Calvin asegura que a partir de nuestros hábitos podemos crear nuestras zonas azules, primero hay que empezar con nuestro cuerpo: tenemos que respetarlo, moverlo y cuidarlo; a la vez que es preciso mejorar los pensamientos en nuestra mente, aumentar la flexibilidad y construir consciencia del aquí y ahora. “También hay que poner el foco en nuestra alma: nutrirnos de ayudar a otros, sustituir lo individual para socializar y colaborar en comunidad. Y animarnos a aprender nuevas maneras de escuchar a nuestros cuerpos, sin tanto juicio ni mandatos sociales, nos dará la libertad de crear nuestra mejor calidad de vida”, concluye.

Fuente: Silvina Vitale, La Nación