Mario Vargas Llosa en Buenos Aires y la grieta amigable por Benito Pérez Galdós, uno de los varios temas de conversación del Nobel

El escritor celebra tener diferencias con sus amigos: hoy compartirá mesa con el escritor español Javier Cercas, con quien mantiene una “civilizada” discusión de intelectuales; entre otras actividades, presentará un convenio con la Feria del Libro y dialogará con Jorge Fernández Díaz

La Feria del Libro de Buenos Aires se prepara hoy para darle la bienvenida a su principal invitado internacional: Mario Vargas Llosa. El Premio Nobel de Literatura, que recibió el alta hospitalaria la semana pasada tras ser internado por COVID en la capital española, donde reside, llegó a la Argentina antenoche. Con una agenda que lo preserva de actividades sociales y de prensa, y se recorta casi exclusivamente a las citas protocolares y de la FIL, el autor hará su primera aparición pública esta tarde en La Rural, adonde regresará el domingo para presentar su nuevo libro, La mirada quieta (de Pérez Galdós) (Alfaguara), sobre quien también fuera colaborador de LA NACION. En el encuentro de hoy, mantendrá una conversación junto con Javier Cercas, uno de sus grandes amigos, con quien celebra sin embargo tener diferencias, por ejemplo, en su visión sobre Benito Pérez Galdós. Si para el peruano Galdós no toma partido político ni ideológico ni en su mirada ni a través de sus narradores, Cercas, por el contrario, cuestiona esa neutralidad y argumenta que el autor de Tristana estaba interesado en difundir sus convicciones a través de sus novelas.

Un sábado de marzo pasado, cuando debutaba en Málaga el Festival Escribidores -encuentro que si bien no lleva el nombre de Vargas Llosa, sí tiene su espíritu y sello- Cercas recorrió su extensa carrera en una entrevista realizada por Raúl Tola, director del evento; a menudo, el autor de Soldados de Salamina, dirigía su opinión al Nobel. Con gran éxito de convocatoria, casi medio centenar de lectores quedó fuera de la sala aquella mañana y los escritores continuaron su conversación en un almuerzo distendido. En esa oportunidad, Cercas y Vargas Llosa se sentaron con Juan Gabriel Vásquez, ganador de la IV Bienal de novela Mario Vargas Llosa, por su elogiada Volver la vista atrás (Alfaguara), cuya presencia en la Feria de Buenos Aires fue anunciada por error: esta vez el colombiano no participa de la cita.

En una era de dicotomías irreconciliables, de ideologías que niegan la disidencia, Vargas Llosa comienza el prólogo de La mirada quieta destacando a otro inmenso autor con quien mantiene desacuerdos, Javier Cercas, precisamente, sobre Galdós. Además de conservar algunas diferencias, también atesora un nutrido diálogo. Vargas Llosa y Cercas no solo poseen virtuosismo en la escritura, sino también la oratoria –no siempre ocurre; hay escritores que no son locuaces– y sus opiniones con contornos nítidos y nunca grises generan reacciones y críticas. Por ejemplo, Vargas Llosa considera que Cercas, quien vive en Cataluña, es un “valiente”: “Cuando escribe artículos políticos criticando la demagogia independentista, es convincente e inobjetable”. El autor peruano sostiene que Soldados de SalaminaAnatomía de un instante [en Madrid se presentó recientemente en el Teatro de la Abadía una versión teatral] y El impostor son obras maestras. En este listado no aparece Las leyes de la fronteras, recientemente adaptada al cine, ni la tetralogía protagonizada por el detective Melchor Marín, su relectura de Los miserables, el ciclo de novela que fue inaugurado con el Premio Planeta.

Lo llamativo y saludable es que la introducción del último libro de Vargas Llosa comienza con una invocación a quien se animó a criticar en pleno centenario galdosiano el estilo del autor de Fortunata y Jacinta: “En aquella polémica estuve al lado de [Antonio] Muñoz Molina y en oposición a mi amigo Javier Cercas”. También destacaba el peruano que en esta “civilizada” discusión entre intelectuales, el español escribió algunos meses más tarde en el diario El País un artículo donde reconocía méritos en Galdós, sin desdecirse o cambiar de opinión, en un ejercicio de grandeza y elegancia intelectual.

La cancelación es una de las mayores inquietudes del Nobel y sus estragos se advierten con notoriedad, según el escritor, en las universidades de los Estados Unidos y en los medios de comunicación. “Quienes creen en la cancelación no creen en el debate y persiguen sacar del campo de debate a todos a aquellos a quienes discrepan con las radicales medidas que ellos defienden”, explicaba el lunes pasado en una presentación de la cátedra que lleva su nombre y que comenzó el ciclo de encuentros “La libertad y sus enemigos”, impulsado junto con el medio digital The Objective, que secelebran en la madrileña Casa de América (puede verse en el canal de YouTube de esta institución). Distintas personalidades debatirán sobre este tema y en el primer encuentro también exploró esta cuestión el filósofo Fernando Savater.

El propio Galdós tuvo en vida a grandes detractores furiosos con el retrato de España que plasmó en las 46 novelas que constituye el ciclo Episodios Nacionales. Y es aquí donde Vargas Llosa habla de Galdós, del modo de haber construido estas novelas ambientadas en momentos clave de la historia española, pero también del momento actual: “[Lo hizo] con objetividad y un espíritu comprensivo y generoso, sin parti pris ideológico, poniendo la moral por encima de la política, tratando de distinguir entre lo tolerable y lo intolerable, el fanatismo y el idealismo de los adversarios. Eso es lo que más llama la atención al leer sus novelas, sus dramas y sus Episodios: un escritor que se esfuerza por ser imparcial. Su actitud da la impresión de congelar a la España de entonces en una mirada quieta y objetiva, que inmoviliza aquello que quiere narrar para dar una visión más fidedigna de lo narrado”.

Vargas Llosa, como lo hiciera con Ortega y Gasset (La llamada de la tribu), con Gustave Flaubert (La orgía perpetua), con Virginia Woolf y Thomas Mann (La verdad de las mentiras) y antes con Gabriel García Márquez (en su tesis doctoral) acerca a sus fieles lectores a otros autores a través de sus ensayos. En este caso es el turno de Galdós y Vargas Llosa le brinda así el mejor homenaje dentro una serie de homenajes por el centenario de un autor popular de su tiempo. Nuevamente, el peruano escribe para comprender sin deificar, y también para construir puentes de diálogos, incluso, o en particular, con quienes no piensan como él, como su amigo Cercas.

Hoy, a las 18.30, el autor de Conversación en la catedral presentará en la sala José Hernández el convenio de la Cátedra Vargas Llosa y Fundación El Libro (FEL) con Cercas, Ariel Granica (presidente de la FEL) y Alejandro Vaccaro (presidente de la SADE), acto que se transmitirá por streaming en el canal de YouTube de la FIL. A las 20, en esta misma sala, con la consigna de analizar “La nueva novela iberoamericana”, Vargas Llosa, Luis Alberto de Cuenca, María Rosa Lojo y Alejandro Roemmers participarán de un diálogo presentado por el periodista y escritor Jorge Fernández Díaz. El domingo 8, a las 18.30, también con la presencia del autor de Mamá, Vargas Llosa presentará su nuevo libro. El lunes 9 la agenda del Nobel se reserva para la Cena Anual de Fundación Libertad 2022 en el porteño complejo Goldcenter (Parque Norte); el martes, viajará a Rosario y el miércoles cruzará a Uruguay, donde lo recibirá el presidente Luis Lacalle Pou.

Fuente: Laura Ventura, La Nación