Otra carrera espacial, medio siglo después del alunizaje

Estados Unidos buscará hacer base en la Luna en 2024 para llegar a Marte; en el mundo se preparan los festejos por el 50º aniversario . El centro de control de la misión Apolo: la NASA renovó el espacio desde donde el 20 de julio de 1969 se siguió la hazaña

WASHINGTON.- Medio siglo después de que Neil Armstrong dio su «pequeño paso para el hombre, gigantesco salto para la humanidad», el mundo se prepara para conmemorar ese instante de comunión planetaria en plena Guerra Fría, en medio de una nueva carrera espacial.

La llegada del hombre a la Luna tuvo consecuencias enormes que tocaron a millones de personas en todo el planeta. Aceleró el desarrollo tecnológico, impactó en el choque de los dos sistemas ideológicos en pugna entre Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética, y creó una de las primeras comunidades globales: unos 650 millones de televidentes, incluidos los de la Argentina, contemplaron en sus pantallas la transmisión del 20 de julio de 1969.

El mundo vuelve a poner a la Luna en la mira, y Estados Unidos se propone utilizar el satélite de la Tierra como plataforma para llegar a Marte.

Los festejos recorrerán el planeta, empezando por una cena de gala en el Centro Espacial Kennedy, en Florida.

Las celebraciones coinciden con una nueva carrera. Estados Unidos quiere volver a Luna, pero esta vez para quedarse y hacer una escala estratégica en el largo viaje hacia la nueva frontera en el espacio: Marte. El nuevo programa de la NASA pondrá por primera vez a una mujer en la superficie lunar, y tendrá, también, nombre de mujer: Artemisa, la hermana gemela de Apolo, el dios de la mitología griega que le dio su nombre al programa espacial que quedó en la historia a fines de los 60.

A diferencia de lo que ocurrió en 1969, Rusia -en ese entonces, la Unión Soviética- dejó de ser el principal rival de Estados Unidos en la carrera por el liderazgo en las estrellas. Ahora, ese lugar lo ocupa China, que aspira a ser líder en tecnología espacial. A fines del año anterior, Pekín logró su primer gran hito: colocó, por primera vez, una nave espacial, Chang’e 4, en el lado oscuro de la Luna. El aterrizaje «marcó un nuevo capítulo en la exploración lunar y espacial de la raza humana», dijo la Administración Nacional del Espacio de China.

Tras este hito, Estados Unidos aceleró sus planes. El vicepresidente, Mike Pence, anunció el nuevo objetivo en un discurso en marzo último: volver a la Luna en 2024, construir una base y, desde ahí, seguir a Marte y más allá. «Ese es el próximo gigantesco salto», definió Pence. El país, arengó, estaba en una nueva carrera espacial, y no solo contra sus «adversarios», sino contra su peor enemigo: la complacencia.

Nueva era

Estados Unidos aspira ahora a volver a colocar a un hombre y una mujer en la Luna en cinco años. El objetivo: el polo sur, donde científicos hallaron evidencias de agua congelada. El nuevo programa, Artemisa, nació a partir de una directiva del presidente Donald Trump, firmada a fines de 2017, que marcó un cambió en la estrategia de la NASA. La idea original era volver en 2028. Esa meta se adelantó a 2024.

El nuevo cronograma es ambicioso. «Primero, nos enfocamos en acelerar el descenso del siguiente hombre y la primera mujer en la Luna para 2024. Segundo, vamos a establecer misiones sustentables para 2028», definió el administrador de la NASA, Jim Bridenstine.

El programa Artemisa busca abrir una nueva era de exploración, además de brindar una victoria geopolítica sobre China. Pero algunos científicos temen que Artemisa sufra el mismo destino de Apolo, su antecesor, que terminó de manera abrupta en 1972, sin completar todas las misiones previstas, cuando quedó en claro que Estados Unidos había derrotado a la Unión Soviética.

«No soy partidario de las carreras espaciales. Como se demostró con Apolo y la carrera espacial con la Unión Soviética, una vez que se ganó la carrera, el programa se termina. La exploración espacial a través de la competencia no es sostenible», afirma Clive Neal, geólogo de la Universidad Notre Dame y presidente emérito del Grupo de Análisis de Exploración Lunar, un foro dedicado a aportar conocimiento a la NASA.

Para las nuevas misiones a la Luna, la NASA ya comenzó a desarrollar un nuevo cohete, el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, según sus siglas en inglés), heredero del poderoso Saturno V que impulsó a las misiones Apolo a la Luna. La logística del viaje lunar no ha cambiado mucho en medio siglo, aunque sí habrá un salto innovador: la NASA, junto con empresas privadas que participan, ensamblará una estación espacial en la órbita lunar, llamada Gateway, un hub que servirá de plataforma para los alunizajes, la construcción de una base lunar y las futuras misiones a Marte. La nueva nave, Orion, viajará desde la Tierra y se acoplará a esa estación, desde donde partirán los astronautas en los nuevos módulos lunares para el alunizaje.

Para esta nueva era espacial, la NASA se asoció con empresas como SpaceX, de Elon Musk, o Blue Origin, de Jeff Bezos. La Luna despierta también el interés de otros países. «Lo que ha sucedido en este siglo es que realmente ha habido un renacimiento en cuanto a la cantidad de naciones que quieren ir a la Luna. Antes eran solo Rusia y Estados Unidos. Ahora tenemos a la India, China, la Agencia Espacial Europea y Japón. Hay mucho interés internacional», detalla Neal.

Cada vez que usa su teléfono celular, el especialista dice que les agradece a las misiones Apolo, que impulsaron la miniaturización de la electrónica. La misión a Marte podría dejar aportes para la lucha contra la osteoporosis, la atrofia muscular, el reciclaje o la reducción del consumo, continúa. «Tenemos hielo de agua en la Luna, Marte y los asteroides. El agua es el petróleo del Sistema Solar», se entusiasma. Pero, una y otra vez, insiste: es necesario tener un objetivo de largo plazo, un horizonte de 50 años, que ahora no ve.

El rol de las agencias espaciales, remarca Neal, es estimular la innovación y la creación de empleos en la Tierra. El presupuesto de la NASA «es una inversión en nuestro futuro», define. «Tenemos que aprender de la historia -dice-. De lo contrario, estamos destinados a repetirla».

  • «Tenemos hielo de agua en la Luna, Marte y los asteroides. El agua es el petróleo del Sistema Solar», se entusiasma Clive Neal, geólogo de la Universidad Notre Dame y presidente emérito del Grupo de Análisis de Exploración Lunar
Fuente: Rafael Mathus Ruiz, La Nación