Sangre y corazón: mujeres armadas contra el Estado islámico

En su nueva novela, “Rojava”, Magda Tagtachian se acerca a las Unidades Femeninas de Protección.

Nané pensó en las decapitaciones que los yihadistas subían a las redes. “Soy una mujer yazidí”, mintió, porque sabía que el Estado Islámico temía morir en manos de ellas, “las vengadoras”.

Sudaba de frío pero sintió que debía impartir justicia por el torrente de sangre derramada, la violencia ejercida sobre ellas y otras minorías, por las cabezas que rodaron por el suelo. Nané levantó la pistola semiautomática que llevaba y cada bala que sonaba ajusticiaba el salvajismo. La habitación se convirtió en un reguero de pólvora, restos humanos y sangre.

Esta es una de las escenas de Rojava, el nuevo libro de Magda Tagtachian, en el que la periodista y escritora pone el foco en las Unidades Femeninas de Protección (YPJ), milicias armadas de mujeres que plantean la revolución en todo sentido.

Magda Tagtachian, una escritora en busca de sus raíces. Foto Gentileza Plaza y Janés

Magda Tagtachian, una escritora en busca de sus raíces. Foto Gentileza Plaza y Janés

Mientras los talibanes que acaban de tomar el poder en Afganistán prometen respetar los derechos de las mujeres esta vezTagtachian construye un relato atravesado por la actualidad en Medio Oriente, la lucha contra los mandatos y la guerra. La escritora repone los personajes de su anterior novela, Alma Armenia, e indaga sobre la resistencia, la libertad y la resiliencia, la memoria y el dolor.

La autora de Nomeolvides Armenuhi -cuya reedición saldrá a la venta en septiembre- narra la historia de Nané Parsehyan, una joven armenia que emprende una travesía junto a su prima, Alma, para encontrar a su verdadero padre en el norte de Siria. Tras una vida de humillaciones y sometimientos de todo tipo, la protagonista no aguanta más.

Así, emprende la búsqueda, no solo de sus orígenes, sino de sí misma, hasta llegar a Rojava. Ambas conocerán las Unidades Femeninas de Protección, un ejército de mujeres que defiende a punta de fusil y valentía la construcción de una nueva sociedad, basada en la libertad, la igualdad de género y el sustento ecológico, en una zona que el pueblo kurdo se disputa con Siria y Turquía.

Quería contar una historia de mujeres que van maquilladas a la guerra, portando el fusil Kalashnicov y que se sueltan el cabello para detonarse entre las bestias del Estado Islámico

Quería contar una historia de mujeres que van maquilladas a la guerra, portando el fusil Kalashnicov y que se sueltan el cabello para detonarse entre las bestias del Estado Islámico

Magda Tagtachian

ESCRITORA

Y allí nace una nueva Nané. “Esta es una novela feminista, una historia de mujeres empoderadas que resisten”, dice Tagtachian. Rojava, continúa, “es una reflexión sobre temas que se tratan en todo el mundo, como la revolución de las mujeres y qué es el patriarcado en Oriente y Occidente”.

Situada a fines de 2019 y a las puertas de la pandemia, la novela describe la situación geopolítica, social y cultural. Por ejemplo, menciona a Abdullah Öcalan, líder kurdo preso hace más de veinte años, condenado a cadena perpetua por los turcos y confinado. Él aporta los principales lineamientos del proyecto en Rojava.

Violadas y rechazadas

“Las cautivas del Estado Islámico han sido violadas, las vírgenes son las más demandadas en el mercado sexual. Y cuando logran escapar -las que pueden porque muchas mueren en los campos minados-, tras tortura y sufrimiento y llegan a encontrarse con sus familias, estas las rechazan porque su honor ha sido mancillado”, señala Tagtachian.

Pero también hace una suerte de alquimia en la ficción. La guerra, el dolor y la opresión se mezclan con los sazones, los aromas de la cocina y la música de la región, dando paso a la memoria. Y a las escenas de erotismo y amor, cargadas de sensualidad y deseo, de la mano de Hrant Torosyan y Vartan Sirekanyan, un combatiente y un violinista, ambos armenios, que darían sus vidas por Alma y Nané.

Mi abuela Armenuhi nunca me habló sobre lo que le habían hecho, pero me enseñó a cocinar

Mi abuela Armenuhi nunca me habló sobre lo que le habían hecho, pero me enseñó a cocinar

Magda Tagtachian

ESCRITORA

En las casi 400 páginas de Rojava, la autora hace un homenaje a sus abuelas que no pudieron hacer preguntas ni planteos. Así, Tagtachian lucha desde las palabras y da voz a una realidad que resuena en ella desde 2014, cuando leyó por primera vez en un diario de papel sobre “las vengadoras del Estado Islámico”. “Mi fusil es mi teclado”, afirma. Y escribe.

-Alma, una de las protagonistas, le pregunta a la Comandante con qué términos definiría la lucha. ¿Qué palabras usarías vos?

-Resistencia. Este término es un paso más que la lucha porque estamos hablando de mujeres armadas. Quería contar una historia de mujeres que van maquilladas a la guerra, con las cejas perfiladas y las uñas esmaltadas, portando el fusil Kalashnicov (AK47), y que se sueltan el cabello para detonarse entre las bestias del Estado Islámico.

-¿Por qué se sueltan el cabello?

-Los yihadistas manipulan el Corán y creen que una mujer con cabello suelto es símbolo de sensualidad, prohíben mostrarlo porque creen que si mueren en manos de estas mujeres van al infierno. También prohíben la música. Son los mismos que mantienen a las mujeres yazidíes como esclavas sexuales. Con la lucha armada, además, están luchando por deconstruir el patriarcado con el que han sido criadas.

En batalla. Miembros de las Unidades Femeninas de Protección. Foto  AFP

En batalla. Miembros de las Unidades Femeninas de Protección. Foto AFP

-En estos días, Estados Unidos comenzó su retirada de Afganistán y los talibanes tomaron el control del país en poco tiempo. ¿Cómo dialoga esto con la novela?

-La entrada de los talibanes a Kabul se veía venir. Los talibanes son la cuna de Al Qaeda y éstos la del Estado Islámico. Las mujeres y los niños son siempre el blanco inmediato y vulnerable de la radicalización y el fundamentalismo religioso. Pero también lo son los desplazados, la gran moneda de cambio entre las potencias.

-¿Qué implica ser mujer en Medio Oriente?

-Significa casarse, tener hijos y estar en el hogar. Cuando van a Rojava, las mujeres escapan de sus familias, corriendo, en la mira de francotiradores, pero quieren ser libres y se reeducan. Las abuelas, las madres y las hijas toman nota en un aula, con un fusil entre las piernas, y su lema en kurdo es «jin, jiyan, azadi», que quiere decir «mujer, vida y libertad». Con estos tres pilares ellas se deconstruyen y se vuelven a construir. No es casual el trenzado que se hacen como peinado, porque simboliza estos pilares.

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-¿Cuál es la importancia de las redes de mujeres?

-Es clave. La lucha es colectiva. Las mujeres entramamos, tejemos, por eso la trenza de las mujeres combatientes. La lucha no es solo con el fusil, aunque a ellas no les quedó otra. Estamos hablando de construir. Ellas se peinan unas a otras, se bañan unas a otras. Sufrieron la violencia machista, se ayudan, no compiten. Seamos sinceras: hay que deconstruir la competencia. Es entre todas.

-En la novela describís una confederación democrática basada en la igualdad de género, la ecología y el respeto por las etnias y religiones en Rojava. ¿Qué queremos en Occidente?

-Lo mismo, pero no sé si nos organizamos tan bien, por eso hablamos de resistencia y lucha. Estas mujeres son obligadas a casarse muy jóvenes, les eligen los maridos. También hay un mercado de esclavas sexuales funcionando en la zona y buscan a 3.000 cautivas. En este sentido, me parece que la lucha toma otro cariz: es morir o vivir

-En la novela están muy presentes la cocina, gastronomía y la música. ¿Por qué?

-La gastronomía, la cultura, la música… los genes de un pueblo viajan a través de esos ingredientes. Esto aplica para todas las minorías que son amenazadas. Mi abuela Armenuhi nunca me habló sobre lo que le habían hecho pero me enseñó a cocinar. Ella decía: “la suerte no existe, la suerte la hacen tus manos”. Y creo que uno puede amasar su destino.  Uno puede elegir cómo morir. Ese es el modelo de mujer que quiero, que nos inspira. Y a los varones, también.

-Nané, la protagonista principal, hace un viaje a los orígenes. ¿Por qué es importante conocerlos?

-Por el arraigo. En el origen está todo, el ADN, el núcleo de información, como en las células. Ese es el viaje que estoy haciendo yo y sigo viajando hacia el centro de mis células y es un viaje infinito. Pude, a partir de mi obra, inscribirme en la historia, algo que tenía pendiente en mi vida. Estamos hablando de enraizar y a partir de ahí, expandirnos, iluminar, construir y deconstruir.

-Nané también es protagonista de la primera escena sexual de la novela: una masturbación. ¿La sexualidad femenina propia es otro terreno por el que hay que luchar?

-Por supuesto. La masturbación femenina es un signo de empoderamiento y de goce, aun en un terreno de lucha y resistencia. Elegí un escenario de guerra y lucha en el que las mujeres se consagran a esto y a la tierra. Vivir una historia de amor al estilo occidental no es posible. Quise ser fiel a lo que se vive en la zona porque ahí no es posible el encuentro sexual como lo conocemos en Occidente.

CLAIMA20160315_0066  Reuters Una mujer yazidí y su hija huyen de la violencia del ISIS, cerca de la frontera entre Siria e Irak. / Reuters

Reuters Una mujer yazidí y su hija huyen de la violencia del ISIS, cerca de la frontera entre Siria e Irak. / Reuters

-¿Hay lugar para el amor romántico con el feminismo?

-Sí. Porque los varones también se están deconstruyendo y tienen mucho miedo. Las mujeres podemos ayudar a los varones a deconstruirse. Hay que entender el amor romántico de otra forma, poner las bases de otra manera, no como mis abuelas que no pudieron elegir con quién casarse.

-Los personajes masculinos son más sensibles, dando lugar a la expansión de las mujeres. ¿Fue una decisión?

-Sí. Era difícil encontrarle un novio a Nané, porque es criada en la Armenia soviética, sufrió el sometimiento, fue señalada y apartada por no haber llegado virgen al matrimonio. Es una mujer que va a luchar y yo quería un novio feminista para ella. Lo construí a Vartan, un armenio de Siria, violinista, que ama el arte, que sufrió. A propósito yo le digo “un novio feminista”. El patriarcado es algo que está muy metido adentro y se puede deconstruir, pero va a llevar mucho tiempo.

-¿Cuál es tu lucha?

-El origen, que tiene que ver con la memoria, con la justicia, con el genocidio armenio, que no fue reconocido y el de 2014. En tanto no haya justicia, no haya igualdad, no hay sociedad que se pueda construir en el amor. Lo mismo pasa en cualquier tipo de relación. Memoria, justicia y amor.

Magda Tagtachian básico

  • Magda Tagtachian nació en Buenos Aires y es tercera generación de armenios en Argentina.
  • Es escritora y periodista.
  • Trabajó en el diario Clarín durante veinte años y en las revistas Gente y Para Tí, de Editorial Atlántida.
  • En 2018, recibió la distinción Hrant Dink, otorgada por el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, por su labor en Derechos Humanos.
  • Publicó Nomeolvides Armenuhi, la historia de mi abuela armenia (Sudamericana, 2016) y Alma Armenia (VR Editoras, 2020).
  • Actualmente, mantiene una activa participación en la comunidad armenia de Argentina y del mundo y colabora en distintos medios periodísticos y literarios.

Fuente: Clarín