Sexo en tiempos de pandemia. De eso sí se habla

Bromas aparte, el tratamiento público del tema ayuda a naturalizar cuestiones que antes eran tabú

Si hablar de soledad y su impacto en la vida cotidiana se ha vuelto una temática recurrente, algo que toma relevancia en un momento de aislamiento es también la sexualidad. Cada vez más especialistas, sexólogos y otras figuras se suman a la tarea de comunicar y pensar cómo vivir la sexualidad en este contexto, de modo responsable y satisfactoria: autoplacer y masturbación, sexo virtual, uso in situ o remoto de juguetes, sexting y nudes, realidad virtual… todas estas prácticas han pasado a ser parte de la conversación cotidiana. «El hecho de que el gobierno haya generado recomendaciones sobre salud sexual en tiempos de Covid-19 refleja que el cambio social que estamos atravesando, sobre la salud sexual y reproductiva, es real y puedo decir que felizmente se están viendo los frutos», dispara Melisa Pereyra, ginecóloga y divulgadora (@ginecoonline).

Lo cierto es que el comunicado emitido por el infectólogo José Barletta hace unas semanas (en el marco de recomendaciones para afrontar las relaciones sexoafectivas durante la cuarentena), bromas y memes a un lado, plantea un interesante debate en un contexto en el que solo se hablaba de salud y bienestar en términos muy específicos, habilitando cuestionamientos en torno a ideas culturalmente arraigadas. Aunque para muchos hablar de sexualidad en este escenario todavía puede parecer un tanto innecesario, frívolo o hasta de mal gusto, tal vez no sea mal momento para empezar a hacernos algunas preguntas.Ads by 

«La salud sexual es un aspecto vital en la vida de toda persona. En cada etapa de la vida, nuestra sexualidad se está desarrollando, madurando y adaptándose a nuestras necesidades. Si bien este es un contexto de estrés e incertidumbre que impone de manera casi obligatoria un cambio de rutina y hábitos, la sexualidad no debería ser dejada de lado ya que es un pilar fundamental en nuestra vida», sigue Pereyra, quien cuenta que desde su IG (con casi 500.000 seguidores) algunas de las preguntas que más resuenan actualmente por el aislamiento tienen que ver con falta de deseo y masturbación.

«Me parece que es una gran oportunidad para informarse. Es decir, el hecho de experimentar deseo sexual y no poder hacer lo que uno suele hacer al respecto nos pone en un aprieto pero también en la posición privilegiada de tener que buscar alternativas. Al estar todos en la misma, esa búsqueda se vuelve colectiva. Entonces hay más gente haciendo difusión. Es como si nos hubieran dicho: no tengan sexo, quédense en sus casas y de paso hagan la tarea», explica Marcela Collia, terapeuta sexual y psicóloga cognitivo-conductual.

Más allá de que todavía es impredecible cómo va a ser el contacto con las otras personas cuando podamos volver a tenerlo, y ya se está empezando a problematizar el tema las consecuencias socio y sexoafectivas en nuestra cotidianeidad pospandemia, sobre todo en ciertos sectores (la gente soltera o que vive sola), un emergente colateral y feliz de todo esto podría ser que hayamos aprendido un poco más sobre nosotros mismos. «Lo bueno de la masturbación y de que quizás recurramos más a ella ayuda a que nos conozcamos más a nosotros mismos. Este autoconocimiento puede bajarse y hacerse explícito en una situación de sexting y puede ayudarnos a conocer al otro pero, a su vez, tiene el valor preventivo de que si sé lo que me gusta, más fácil me es saber lo que no me gusta e intentar frenarlo si ocurre», sigue Collia.

Por su lado, la sexóloga Raquel Rottmann asegura que en su cuenta @corazonconleche la pregunta que más recibe es: «¿Soy normal?». Otro indicador de que las dudas, preocupaciones y temores prevalecen e incluso se exacerban en tiempos anómalos o traumatogénicos (capaces de producir traumas) como estos.

«Yo creo que las personas están tratando de identificarse dentro de este mundo en el que no se habla, no se educa y las únicas veces que somos expuestos a la sexualidad es través de los medios, films, series o pornografía, que ya sabemos no son representaciones muy válidas o reales. La gente está tratando de encontrar alguien que los escuche y los calme porque en realidad la normalidad es subjetiva, y hay tantas fantasías sexuales como hay huellas digitales en el mundo. Solo que la gente no lo sabe. Para mí la cuarentena se debería aprovechar para explorar la sexualidad con nosotros mismos o con las parejas. Este es el momento para empujar un poco los límites y preguntarnos cómo queremos vivir nuestra vida sexual».

Un experimento colectivo

Una mayor apertura en el diálogo puede hacer que no solo empecemos a preguntarnos más, conocernos y experimentar cosas que antes no habíamos considerado o nos animábamos siquiera, sino también alterar la percepción -privada y pública- sobre ciertas prácticas consideradas tabú. «Quizás en esta cuarentena tuvimos un encuentro virtual con otra persona que nos cambió la perspectiva de las cosas. Esto puede abrir nuestros horizontes en tanto lo que consideramos sexo», sugiere Collia.

De igual manera, los nudes, que en la mayoría de los casos eran vistos y analizados en el contexto de hombres heterosexuales mandando fotos no solicitadas a mujeres, ahora también se envían entre amigas o en grupos, como formas de autovaloración y celebración de la sexualidad y el propio cuerpo, en cuarentena.

«Hoy en día en los grupos de nudes el ambiente es hermoso. Se ponen consignas, quienes quieren envían y se suelen brindar halagos de los buenos. Esta redefinición de algo que solía hacerse de formas positivas y negativas es uno de los ejemplos de cómo creo que no solo se desestigmatizarán ciertas prácticas sino que también se producirán cambios cualitativos en ellas», sigue Collia.

«Estamos ganando terreno y con eso garantizamos una sexualidad plena e igual para ambos sexos. Toda esta marea de educación sexual abordada desde el sexo complementa la información que se brinda para prevenir las infecciones de transmisión sexual, logrando uno de los principales objetivos: educar desde el placer y no desde el miedo», cierra Pereyra.

¿Acaso podemos pensar en este período de transición como un terreno fértil para trabajar desde cuestiones de autoimagen y consentimiento hasta prevención y salud sexual? Todo parece posible.

Fuente: Laura Marajofsky, La Nación