Tres consejos simples para organizar unas vacaciones inolvidables

Ya pasó Navidad, se acerca Año Nuevo y para mucha gente también las ansiadas vacaciones. Si sos como la mayoría de los veraneantes y te quedaron cosas por planificar, esta columna es para vos.

¿Playa o montaña? ¿Con amigos, familia o pareja? ¿En el país o en el exterior? Las opciones son muchas y a esta altura suelen estar definidas en base a deseos y realidades, pero hay aspectos financieros que suelen ignorarse o postergarse, lo cual no resulta muy conveniente.

La idea es que disfrutes las vacaciones sin convertirlas en motivo de padecimiento para el resto del año. Hay quienes se endeudan o se desentienden de otros gastos con tal de desenchufarse. Actuando así, no hacen más que causarse un daño económico que bien puede evitarse.

Para disfrutar del verano con responsabilidad financiera, hoy repasaremos 3 consejos de dinero fundamentales. Nos permitirán vivir momentos inolvidables y recordarlos con una sonrisa toda la vida.

¡Comencemos!

1) Aceptar los límites y ser responsables

¿Cuánto dinero conviene gastar en las vacaciones? La pregunta puede tener distintas respuestas posibles en función del grado de cultura financiera de quien responda.

Algunas personas apelarán al peligroso “me lo merezco” para justificar cualquier gasto y apuntarán a gastar el monto máximo que les financie la tarjeta de crédito.

Deberán saber que la opción de endeudarse para viajar no es en absoluto aconsejable. Pagar un descanso en cómodas cuotas puede terminar costando muy caro en términos de intereses y de estrés, puesto que demandará más trabajo en el futuro inmediato.

No tiene sentido que lo que consumís en 15 días lo tengas que ver reflejado todo el año en el resumen de la tarjeta de crédito y pagar con pocas horas de sueño y muchas de sudor.

Para colmo, el endeudamiento por montos importantes limitará considerablemente la línea crediticia de tu tarjeta y lo cierto es que deberías tener habilitada esta opción para eventuales emergencias financieras y no para gastos suntuarios.

Otras personas serán más cautas y calcularán la erogación para vacaciones en base a los ahorros. Hace poco un vecino me dijo: “Hasta un 50% de lo que tengo ahorrado me permito gastar”.

Este razonamiento da cuenta de una visión errada donde se relaciona necesariamente al ahorro con un objetivo de consumo y se renuncia a la opción superadora que significa ahorrar para invertir.

Ahorrar para invertir y generar ingresos pasivos a partir de un ahorro inicial forma parte del Ciclo Natural de las Finanzas Personales, donde un porcentaje del ingreso que obtenemos por nuestro trabajo lo destinamos a comprar activos financieros que nos brindan una renta (en forma de intereses, cupones, dividendos, etc.) y esa renta la reinvertimos para generar más Ingresos Pasivos (preferentemente en “moneda dura”) que aumentarán cada vez más nuestros ingresos totales.

La finalidad del proceso es depender menos del trabajo diario para vivir y terminar liberando tiempo de vida para realizar actividades que disfrutamos. Por último, quienes cuentan con mayor cultura financiera conocen la fórmula que veremos a continuación y que recomienda no destinar más del 10% de los ingresos totales anuales al descanso veraniego.

¿En qué consiste esta fórmula? Muy simple: se trata de sumar los salarios de los últimos 12 meses más el aguinaldo y multiplicar el resultado por 0,10 (si también tenemos pensando irnos de vacaciones en el invierno) o 0,20 (si solemos vacacionar solo una vez por año). De esta manera, calcularemos el 10 o el 20% de los ingresos percibidos a lo largo del año.

Vamos con un ejemplo:

Para un sueldo mensual de 125.000 pesos en mano, los límites presupuestarios para un viaje serían:

(125.000 x 13) x 0,10 = 162.500 pesos (siempre que tengamos poder de ahorro y nos tomemos vacaciones a mitad de año)

(125.000 x 13) x 0,20 = 325.000 pesos (si se trata de nuestras únicas vacaciones anuales).

La premisa es, ni más ni menos, que acomodar el gasto vacacional a nuestro bolsillo y no hacer que el bolsillo corra detrás del gasto.

2) Planificar antes para no sufrir después

Una planificación financiera óptima implica calcular el costo de las vacaciones, comparar precios de las alternativas que se nos ofrecen y evaluar qué comodidades podemos pagar y cuáles no. También, dejar resueltas las obligaciones de la economía doméstica. Con esto último, nos referimos a los gastos previos e inmediatamente posteriores al viaje.

Si pretendemos desconectarnos realmente de manera responsable por dos o tres semanas, entonces necesitaremos revisar qué pasa con las inversiones, las deudas y los servicios durante ese período y unos días más.

Inversiones: Si lo tuyo son los plazos fijos, la recomendación pasa por revisar si no tenés vencimientos que renovar en el medio de las vacaciones para que los pesos no se devalúen. Lo importante es agendar las fechas, puesto que podés renovar este instrumento vía app o homebanking desde tu casa o desde el lugar que hayas elegido como destino para descansar. En caso de que seas de invertir en Bolsa, conviene no dejar órdenes de compra o venta abiertas, a menos que les des seguimiento. También debés estar atento a los vencimientos si sos de los pocos que operan opciones.

Deudas: Quienes contrajeron deudas deben prestar especial atención al pago de los intereses para no terminar pagando multas carísimas por atrasos. El contexto de tasas de interés tan elevadas no permite descuidos de esa naturaleza.

Servicios: Al igual que en el punto anterior, es conveniente conocer las fechas de vencimiento antes de partir para no caer en costosos incumplimientos o, directamente, pasar los servicios a débito automático.

3) Armar un presupuesto equilibrado

Cuando hablamos del presupuesto para las vacaciones, nos referimos al cálculo del monto total de dinero que vamos a gastar en el viaje y la estadía.

En este punto, existe un comportamiento muy nocivo que consiste en averiguar el costo de los pasajes, comprarlos y dejar para más adelante — muchas veces, cuando se llega a destino — el pago de la estadía, sin realizar una evaluación realista de los gastos en base a los ahorros.

La recomendación en este punto pasa por dividir los gastos totales en primarios (pasaje y estadía) y secundarios (comida, traslados, excursiones, regalos y más).

Lo primero que se debe hacer es restarle al total del presupuesto total los gastos primarios, para luego calcular el monto que podemos destinar a los gastos secundarios.

Siguiendo el ejemplo del punto 1, si el presupuesto para vacaciones es de 325.000 pesos, deberíamos buscar un destino cuyos costos de pasaje y estadía no superen el 70% de ese importe (227.500 pesos). El resto (97.500 pesos) se podrá destinar a los gastos secundarios.

Una vez conocido el presupuesto para cada grupo de gastos, habrá que dividir los monto por la cantidad de días que pasaremos en el destino elegido. En consecuencia, si nos vamos una quincena, la cuenta para gastos secundarios sería 97.500 / 15 = 6.500 pesos por día. Por supuesto, se trata de un promedio y unos días podremos gastar más que otros, pero sabiendo que la referencia es $ 6.500.

Si viajan en pareja, es muy posible que el presupuesto total y el diario aumenten, siempre que los dos generen ingresos. También, si las vacaciones duran menos días.

Conclusión

Trabajar en la planificación para disfrutar las vacaciones es el principal consejo del día. Actuar al revés implica arriesgarse en vano a sufrir estrés y trabajar mucho más el resto del año.

Si pensás que para las vacaciones que se vienen ya hiciste las cosas mal y no tienen arreglo, debés saber que siempre estás a tiempo de corregir detalles que pueden ser importantes.

Además, iniciar los buenos hábitos ahora mismo te permitirá ir mejorando año a año. Guardá esta columna y poné en práctica los consejos para ser un veraneante financieramente responsable.

¡Te deseo un fin de año ideal y un 2023 con grandes logros financieros!

Fuente: Nicolás Litvinoff, La Nación