Cinco cuartos de hotel con fama bien ganada

De Estados Unidos, a París y Japón, habitaciones con muchas historias.

1 Estados Unidos. El más terrorífico: room 217, Stanley Hotel

Los hoteles aislados son propicios para generar historias de fantasmas y actividad paranormal. Es el caso del Stanley, en las montañas estadounidenses de Colorado. Las puertas se abren y los pisos de madera crujen por la noche. Y el fantasma de una mujer que murió durante una explosión en 1911 se encarga de ordenar las habitaciones… Es todo menos un lugar para venir a descansar sin preocupaciones. Lo que no hizo Stephen King, que se alojó en la habitación 217, en 1974. No pasó una noche tranquila pero encontró la inspiración para uno de sus mayores éxitos, The Shining (El Resplandor). La novela fue llevada al cine en 1980 y fue otro triunfo, sobre todo para Jack Nicholson, que tenía el papel principal. En la obra, el Stanley fue rebautizado Overlook, pero conservó el mismo aspecto austero, rodeado por las montañas del Colorado. En el argumento la habitación prohibida es la 237, pero la que quieren conocer los turistas de paso por el Stanley es la 217. En cuanto a los fantasmas: es creer o reventar, como suele aconsejar el dicho. El Stanley se considera uno de los lugares más embrujados de América del Norte y su fantasma es el de Elizabeth Wilson, una mucama que prosigue con su oficio desde el más allá, ordenando la ropa de los clientes. El Stanley organiza visitas After dark!, un paseo nocturno de una hora y cuarto donde cuentan sobre el creador, F.O. Stanley, de Stephen King y por supuesto de Elizabeth Wilson. El precio es de US$ 450 para las spirited rooms, en base triple. 333 E Wonderview Avenue, Estes Park, Colorado.

2 Francia. Donde vivió Oscar Wilde: el 16, de L’Hôtel

Actualmente es un establecimiento de lujo avalado por cuatro estrellas, aunque a principios del siglo XX era más bien una pensión de estado dudoso. Aun así, el precio de las habitaciones era demasiado elevado para Oscar Wilde, que vivió cierto tiempo en la 16 y pronunció una frase que quedó en la historia, poco antes de morir en 1900: «I am dying beyond my means» (me muero por encima de mis medios)… En aquellos tiempos el establecimiento se llamaba L’Hôtel d’Alsace, un nombre estrenado un par de décadas antes. Había sido construido sobre el solar de la residencia de la reina Marguerite de Valois, la famosa Reina Margot. Sebastián Melmoth -el nombre bajo el cual Wilde se registró en el hotel- vivió los últimos meses de su vida en esa habitación, de limpieza dudosa y decoración deprimente. Por más precaria que fuese, no la podía pagar y los hoteleros (la familia Dupoirier) le tuvieron paciencia? tanto que la factura de 2068 francos (más de 7000 euros actuales) quedó en posesión del hotel. Sin embargo unos años más tarde pagó la cuenta el editor de Wilde, el mismo a quien se quejaba el autor del Retrato de Dorian Gray escribiendo que «mi empapelado y yo libramos un duelo a muerte. Uno de los dos tendrá que irse. Esta miseria le rompe el corazón a uno: es tan sucio, tan deprimente, tan desesperante. Le ruego hacer todo lo que pueda». Fue transformado en establecimiento de lujo en el 2000. Está en la Rue des Beaux-Arts 13, en el Barrio Latino de París. La suite Oscar Wilde cuesta 800 euros por noche.

3 Japón. Los más antiguos: en el Hoshi Ryokan

Los emprendimientos más añejos del mundo están casi todos en Japón, donde unas 50.000 empresas fueron fundadas hace más de un siglo y más de 3500 hace más de dos. Era entonces lógico que el hotel más antiguo estuviera en el archipiélago. Se trata de unryokan, un albergue de estilo tradicional, hecho de madera y pisos de tatami de paja de arroz. Se encuentra en el pueblito de Komatsu, al norte de Nagoya y sobre la costa noreste de la isla de Honshu. Pertenece a la familia Hoshi desde hace 46 generaciones. El ryokan fue creado en el año 718 por Garyo Hoshi cerca del onsen (fuente termal) de Awazu. Los propietarios actuales del hotel termal son Zengoro y Chizuko Hoshi, que alojan a sus huéspedes en las dependencias en torno de un jardín central pluricentenario. El pabellón principal recibió a los emperadores de Japón. Es un privilegio que el común de los turistas no puede alcanzar, pero sí lo pueden visitar. Además pueden disfrutar de las aguas termales, porque como en los tiempos del monje Taicho Daishi (el fundador de Awazu), el hotel tiene su propio onsen. Las habitaciones son de estilo tradicional japonés, con futones sobre tatamis, una decoración sencilla, tabiques con papel de arroz. Se recomienda reservar con el desayuno incluido. El ryokan prepara también excelentes cenas de comida tradicional japonesa. El precio de una noche varía de US$ 180 a 270. El ryokan tiene 74 habitaciones. Los baños termales cuentan con piletas interiores y exteriores. En Awazu Onsen, Komatsu -shi.

4 Francia. El más literario: el 414 del Grand Hôtel de Cabourg

La costa normanda no tiene tanto sol como las del Mediterráneo, pero es la más refinada y elegante desde que las grandes fortunas francesas e inglesas impulsaron la construcción de palacios costeros a mediados del siglo XIX. También es la costa más culta: atrajo a los grandes autores románticos, Victor Hugo y Stendhal entre ellos, y más tarde a los impresionistas. Uno de estos balnearios, Cabourg, forma parte de la obra literaria más importante del siglo XX. Es el Balbec de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. En la realidad y en la ficción hay un Grand Hôtel frente al mar, con un restaurante de amplias ventanas que lo separan de la playa. Fue uno de los principales hoteles de lujo de Normandía. El primer edificio abrió en 1861 al lado del casino y fue reconstruido con más majestuosidad durante los primeros años del siglo XX. Era entonces cuando Proust lo visitaba regularmente. El escritor se alojó varias temporadas entre 1907 y 1914, siempre en la misma habitación del cuarto piso. En aquellos tiempos era el hotel más elegante y moderno de la costa normanda. Detrás de su elegante fachada, cada habitación tenía electricidad, calefacción centralizada y un baño. El hotel (hoy un Mgallery by Sofitel) ofrece una noche en una habitación con vista sobre el mar, desayuno, merienda proustiana y acceso libre al spa por 330 euros para dos personas. Para dormir en la 414, que fue modernizada pero conservada como en la Belle Époque, 410 euros. El Grand Hôte l está frente al casino de Cabourg.

5 Filipinas. El más caro: la suite del Banwa Private Island

Este hotel no es muy conocido… Todavía. Abrió sus puertas hace un par de meses pero en el mundo del turismo de ultralujo se lo esperaba desde hace varios años. Fue construido sobre una isla privada tropical del archipiélago Palawan, en las Filipinas. Es accesible únicamente con un hidroavión o por helicóptero. Hasta el momento de su apertura, la «habitación» más cara del mundo era la Royal Penthouse del Hôtel President Wilson de Ginebra, según Elite Traveler. Es un departamento de doce habitaciones que cuesta US$ 80.000, como hicieron Michael Jackson, Rihanna, Bill Gates o Richard Branson. La Suite Presidencial del Banwa no es tan grande, pero sí es más cara. Hay que desembolsar US$ 20.000 adicionales. El precio es más o menos similar para las otras casas privadas que conforman este hotel. Lo impagable es sin embargo la belleza natural del lugar. Se puede disfrutar de manera íntima porque cada casa está alejada de las demás, frente al mar y escondida en medio de una tupida vegetación. Una de las actividades que pueden hacer los húespedes es una exploración en yate de las islas del archipiélago de las Palawan. El restaurante del Banwa cuenta con un equipo de chefs que prepara menús a medida para cada huésped, con productos bio cultivados en la isla. La estadía cuesta US$ 100.000 por noche, con todo incluido. También es posible visitar las Palawan en un albergue por menos de US$ 100 (el Modessa Island Resort). El nombre oficial de la isla del Banwa es Puerco. Las Palawan están entre Luzon (donde está Manila) y Borneo.

Fuente: La Nación.