Después de Sex and the City la pregunta es: ¿hay sexo en la ciudad?

El elenco de la serie original será reemplazado; la continuación se centrará en los conflictos de las mujeres de 50 y 60 años.

Veinte años después de que Sex and the City llegara a las pantallas, Candace Bushnell, la autora del libro semi-autobiográfico en el que se basó la serie lanza una especie de continuación. Como título lleva la pregunta Is there still sex in the city? (¿Hay todavía sexo en la ciudad?) y narra la vida de cuatro amigas de entre cincuenta y pico y sesenta y pico de años frente a ciertos nuevos desafíos. Algunos de los que ya trascendieron a los medios fueron cómo es la vida post divorcio, las terapias bizarras de rejuvenecimiento sexual, los «cachorros» que salen con señoras mayores, y Botox, Botox, Botox.

Bushnell dijo que quiso abordar el tema de las mujeres que buscan pasión -y ni que hablar la fuente de la eterna juventud- en una edad donde esto no solía ser lo habitual. «Los cincuenta significaban comenzar a pensar en jubilarse, trabajar menos, dedicarle más tiempo a los hobbies, y trancisionar hacia un estilo de vida más sedentario. No se esperaba que la gente hiciera mucho más que envejecer y engordar un poco. No se suponía que iban a hacer ejercicio intenso, lanzar emprendimientos comerciales, tener sexo casual con desconocidos y comenzar de nuevo. Pero así es exactamente como luce la vida de muchas mujeres de cincuenta y sesenta años hoy», dijo Bushnell en un pequeño adelanto para la prensa que creó una expectativa enorme.

Es más, los estudios Paramount inmediatamente pagaron más de 15 millones de dólares por los derechos para convertir al libro, que saldrá a la venta este verano boreal, en una serie de televisión que comenzará a filmarse a fin de año.

Esta vez, sin embargo los ultrapopulares personajes de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda fueron reemplazados por otros cuatro llamados Queenie, Tilda Tia, Sassy y Marilyn. No se sabe prácticamente nada de ellas. Sin embargo, si bien ya se adelantó que su vida seguirá transcurriendo en el area geográfica que Bushnell domina a la perfección -es decir el arco que va del Upper East Side al West Village, con algún paso por los Hamptons, sin mirar mucho más allá-, se estima que el elenco será considerablemente más diverso. Acorde con los tiempos, y para evitar críticas que se le hicieron en los últimos años a la serie original, no tantos protagónicos serán para personajes blancos, ricos y cisgénero.

Pero la principal diferencia, naturalmente, será el énfasis puesto en mujeres de mayor edad que en el primer Sex and the City. Según los medios especializados ya se desató una guerra en Hollywood para ver quién se queda con los personajes. Por un lado, porque la serie fue la que convirtió a Sarah Jessica Parker, Kim Cattrall, Kristin Davis y Cynthia Nixon en estrellas globales, pero también porque no hay tantos papeles glamorosos para mujeres maduras. «Toda actriz de cierta edad está rogando ser elegida para este proyecto», filtraron los tabloides que ya se siente en los estudios Paramount.

Nuevas narrativas

El libro, como su antecesor, tiene una base autobiográfica. Todo comenzó dos años atrás, cuando una serie de eventos dieron vuelta el mundo de Bushnell, de 60 años. Su madre murió de cancer y su matrimonio de diez años con el bailarín Charles Askegard terminó (según los documentos del divorcio, él le había sido infiel). De pronto, Bushnell estaba sola una vez más, y se puso a registrar sus nuevas experiencias y contrastarlas con sus expectativas y las de la sociedad.

El momento para publicarlo no podría haber sido más oportuno. Según el título de una extensa nota en el Wall Street Journal del fin de semana pasado, «hay nuevas reglas para la mediana edad, y están siendo escritas por mujeres». El artículo hacía referencia a que el libro de Bushnell es solo la punta más visible de lo que se está volviendo una tendencia literaria: textos por mujeres y sobre mujeres que dan una visión distinta a lo que pasa después de la juventud, y que vienen a satisfacer una demanda de relatos honestos y muy contemporáneos.

No todos son ficción (o realidad disfrazada de ficción). En la lista figura también Flash Count Diary: Menopause and the Vindication of Natural Life, de Darcey Steinke, quien, según el matutino, «se dio cuenta de que iba a escribir un libro sobre la menopausia cuando leyó que las únicas dos criaturas que la atraviesan son las mujeres y las ballenas asesinas, y que en vez de hundirse en aguas turbias las ballenas en ese momento se convertían en líderes»

Otros ejemplos son (It’s Great to) Suck at Something: The Unexpected Joy of Wiping Out and What It Can Teach Us About PatienceResilience, and the Stuff That Really Matters, de Karen Rinaldi, donde explica porqué hay que aprender a hacer algo distinto como surfear pasada la mediana edad para abandonar las restricciones del perfeccionismo, o el best seller Maybe You Should Talk to Someone: A Therapist, Her Therapist, and Our Lives Revealed, de la terapeuta de Los Angeles Lori Gottlieb, quien explora no solo su propia vida sentimental bien pasados los 40, sino también la de sus pacientes.

Pero cuánto de todo ésto es un fenómeno global puede tener matices. Según Pamela Druckerman, periodista del New York Times con sede en París y autora del best seller autobiográfico Ya no hay adultos aquí, que en breve aparecerá en castellano, el puritanismo anglosajón tiene también que ver con tanta necesidad de un destape tardío en EEUU.

«La vida sexual de las mujeres no está solamente determinada por la biología, sino también por la cultura -dijo a La Nacion-, y durante mucho tiempo, la narrativa para las mujeres en EE.UU. ha sido que los 40 y 50 años son el fin de todo». Druckerman cita estudios que muestran que un tercio de las mujeres norteamericanas de cincuenta y pico de años no han tenido actividad sexual el año último, así como la mitad de las mujeres de sesenta y pico. Por su parte, las de setenta son prácticamente célibes, y los hombres se muestran mucho más activos en todas las franjas de edad.

«Los franceses, en cambio, tienen otra narrativa que conlleva una realidad distinta -subraya-. Las mujeres francesas tienen menos actividad sexual a medida que envejecen, pero es una pendiente en caída suave, no un abismo. En mi vida cotidiana en París veo parejas de sesenta y pico examinando las tiendas de lingerie juntos como si nada, y hay papeles de cine atractivos para mujeres mayores mucho más abundantes. Yo entrevisté a mujeres francesas de más de 50 para mi libro y las historias eran increíbles. Todo esto significa que si la narrativa americana cambia, posiblemente el comportamiento de las mujeres también lo hará». Y naturalmente todos estos libros que están saliendo contribuirían en esa dirección.

Antes de comenzar su carrera escribiendo best-sellers comparando desde la infidelidad hasta la maternidad en distintas culturas, Drukerman fue la corresponsal del Wall Street Journal en la Argentina. ¿Dónde colocaría a las mujeres argentinas en ese espectro? Aunque fue hace mucho tiempo, todavía apuesta a que sería «justamente en el medio».

Fuente: Juana Libedinsky, La Nación.