El triste y solitario final del cómico al que le arruinaron el último chiste

El futuro de Alfred Hawthorn Hill estaba en la televisión, pero también allí residiría su perdición. Por sus venas corría sangre de artista y era realmente un genio del humor, pero se ponía muy nervioso ante el público real de los teatros, así que creo su propio programa televisivo que tuvo un éxito descomunal y se convirtió en icónico: «El show de Benny Hill».

Hill había nacido el 21 de enero de 1924, en Southampton, en el sur de Inglaterra. Llevaba la payasada y el humor en su sangre, ya que su abuelo y su padre habían sido payasos de circo. Poco se sabe de su infancia, pero sí se conoce que, al terminar la escuela, se ganó la vida como conductor de carros de reparto de leche.

Trabajaba mucho y tenía pocos amigos, aunque quienes lo conocían de cerca insistían en que Alfred nunca se sentía solo. Sería su abuelo quien lo introduciría en el mundo artístico y él, inspirado por los cómicos del music hall , a principios de los años cuarenta dio su propio toque a un espectáculo de humor, con el que empezó a hacer actuaciones en clubes masónicos, cenas de trabajo y teatros.

Tal como se consigna en el diario digital El Confidencial , de España, Hill llegó a Londres en el verano de 1940 y en apenas un año ya giraba por toda la Inglaterra de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial como parte de una troupe teatral. «Como muchos de los jóvenes de la época, terminó siendo alistado como conductor y mecánico», se señala en ese medio.

Benny Hill en plena actuación
Benny Hill en plena actuación Fuente: Archivo

Pocos años después adoptó el nombre artístico de Benny Hill, en honor a Jack Benny, el cómico preferido de su abuelo. Fue de los primeros en darse cuenta que el futuro estaba en la televisión, así que empezó a escribir sketches y a enviarlos a la BBC, que finalmente le dio la oportunidad de hacer su propio show, llamado «Hi There». Pero no tuvo mucha trascendencia con eso.

Pero poco después vivió uno de sus peores traspiés sobre las tablas. Como cuenta el periodista Andrés Krom en una nota en LA NACION, el lunes 9 de abril de 1951, huyó del escenario cubierto en transpiración, avanzó a los tumbos por los camarines hasta que encontró un baño y empezó a vomitar: el público que colmaba el teatro Empire había recibido con total desinterés cada uno de sus chistes. Al salir del baño, lo cruzó el director del espectáculo y le dijo: «¿Benny Hill? Sos pésimo. Andate lo más rápido que puedas».

Continuó actuando de forma intermitente en teatros y radios, hasta que en 1955 dio forma a la creación televisiva que catapultaría su carrera: «El show de Benny Hill», un programa de sketches cómicos y picarescos, con un gran toque musical. La televisión tenía una ventaja añadida para él: lo eximía de tener que colocarse ante un público real, algo que, como se dijo, lo ponía tremendamente nervioso.

Fue el entorno que palpó cuando trabajaba como conductor de carros de leche para Hanns Dairy en Eastleigh lo que le sirvió como inspiración para sacar de la galera muchas de sus creaciones. Malcolm Dale, de la Sociedad Histórica de Eastleigh, comentó en un artículo de la BBC: «Muchos de sus personajes comenzaron aquí. Visitaba tiendas de ropa locales, pidiendo ropa para vicarios y cosas similares».

Hasta 1968, hizo su desopilante show en la BBC, hasta que se pasó a Thames Television, donde se superó aún más a sí mismo. A lo largo de tres décadas, Benny Hill perfeccionó su principal seña de identidad: un » running gag » en el que varias personas lo perseguían acompañados por la célebre y característica partitura del programa.

Complementaba esto con trucos humorísticos y técnicos, como la aceleración de la imagen, y lo alimentaba con la creación de diversos personajes, entre los que estaban los famosos «Ángeles de Hill», mujeres semidesnudas extraídas directamente de la revista británica. «El Show de Benny Hill explotó la televisión al máximo. Se utilizaron novedades como la tecnología de pantalla dividida para permitir que Hill apareciera en múltiples roles al mismo tiempo. Además de bocetos y parodias convencionales, el programa contó con muchas secciones de mimo puro, así como las canciones cómicas cargadas de insinuaciones que seguirían siendo un elemento básico de Hill», se explica en un artículo de la BBC.

Humor marca registrada

Su programa fue tan exitoso que llegó a emitirse en 140 países y rompió todos los récords de audiencia, al captar en una emisión a 21 millones de espectadores. Además, siempre fiel a su desopilante humor y nutrido por guiones casi exclusivamente por su propia estrella, el Show de Benny Hill ganó múltiples premios y se convirtió en «marca registrada».

El crítico de televisión y amigo de Benny Hill, Garry Bushell, dijo sobre él en una nota de la BBC: «Hacer reír a la gente, realmente reír, es una habilidad rara. [Benny] Era un hombre encantador y modesto, modesto y muy generoso con su comedia. Southampton debería estar orgulloso de alguien tan grande como Benny».

Aquel joven que se ponía nervioso ante el público real, se había convertido ahora en el mayor cómico de Inglaterra, era considerado el último rey del slapstick (comedia física, en inglés), hacía reír al mundo entero con su famoso show y había amasado una fortuna de 7 millones de libras esterlinas. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero… siempre hay un «pincelazo» que lo arruina todo.

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Los 80, el señor mayor y las mujeres

A fines de los ochenta, la audiencia empezó a incomodarse al ver a un hombre mayor rodeado o perseguido por mujeres ligeras de ropa. Benny nunca llegó a entender lo que sucedía y se defendía diciendo que no hacía más que ejecutar lo que había hecho reír toda la vida, pero fue crucificado por machista y su rating empezó a caer, hasta que finalmente su programa fue levantado del aire.

«Fue retratado como un monstruo sexista, pero si realmente ves los espectáculos, fueron los hombres el blanco de su humor, que eran mostrados como inadecuados y siempre terminaban abofeteados. Las mujeres siempre terminaban con la ventaja», recordó Bushell en la nota de la BBC.

Así dadas las cosas, debió irse por la puerta de atrás de Thames Television, decepcionado porque hombres a los que él había hecho ricos ahora le daban la espalda. «Es sorprendente que alguien con el talento de Benny fuera tratado como un paria. Fue el primer cómico en explotar todo el potencial de la televisión», se lamentó Bushell.

La muerte frente al televisor

Tal como se relata en el diario El Mundo , de España, todo esto coincidió además con su propio declive personal, momento en que el sobrepeso y su mala salud terminaron provocándole un ataque al corazón. Dos meses después de ese episodio, el 25 de abril de 1992, tras negarse a hacerse un bypass coronario, falleció de una trombosis coronaria en su sofá, frente al aparato que lo había hecho famoso: el televisor.

Fue encontrado recién cinco días después, por su amigo Dennis Kirkland. Se terminó así, a los 68 años, la vida del hombre que reinó en la pantalla chica durante más de tres décadas y que tuvo como admirador nada menos que a Charles Chaplin, que un día dijo: «Hacía falta un Benny Hill para renovar el humor».

Fuente: La Nación