Françoise Hardy, la mítica cantante que ayudó a morir a su madre ahora reclama su propia eutanasia

La artista francesa afirma que vive “un infierno”. En los años ’60, su voz fascinó a Bob Dylan.

La francesa Françoise Hardy, de 77 años, célebre cantante y compositora en los años ’60, reveló en una entrevista para la revista francesa Femme Actuelle que quiere recurrir a la eutanasia para terminar con un duro padecimiento.

Hardy lleva ya más de 20 años luchando contra el cáncer de faringe, y los efectos secundarios de los tratamientos de radiación que ha recibido y la inmunoterapia causaron estragos que la han llevado a declarar que sus días “son un infierno”.

«Llevan dos años pudriendo mi vida y debilitándome. Cada vez más por culpa de la ausencia de saliva, la falta de irrigación de toda la zona otorrinolaringológica, sequedad generalizada y hemorragias nasales, y la dificultad respiratoria ”. Comenta la cantante en la entrevista.

Françoise Hardy fue puesta en un coma en 2016 por una grave enfermedad. Foto: Ed Alcock para The New York Times.

Françoise Hardy fue puesta en un coma en 2016 por una grave enfermedad. Foto: Ed Alcock para The New York Times.

Además, a raíz de una otitis serosa agravada por los rayos, Hardy perdió la audición en un oído. “También se ha producido una disfunción tiroidea. En cuanto al tímpano y las secreciones de la otitis serosa, me he quedado sorda», declara.

En 2012 Hardy celebró su 50 aniversario en el mundo de la música con el lanzamiento de su primera novela y un álbum con el mismo título: «L’Amour fou». Poco después, en 2013, anunció que ya no volvería a cantar, pero en 2018, cinco años más tarde, publicó «Personne d’autre», su 28º álbum. Ahora, la cantante afirmó que ya no puede cantar más por las secuelas.

Hardy apuesta por la eutanasia: “No se trata de que los médicos accedan a todas las peticiones. Se trata de acortar el sufrimiento innecesario de una enfermedad incurable desde el momento en que se vuelve insoportable”. Pero se queja de las dificultades para hacerlo: “Dada mi pequeña notoriedad nadie querrá correr el riesgo de ser retirado de ejercer la medicina”.

La madre de la cantante también recurrió a la eutanasia por sufrir una enfermedad incurable. «Mi madre padecía la enfermedad de Charcot (un grupo de trastornos hereditarios que afectan a los nervios periféricos) y tuvo la suerte de encontrar un médico que le aplicó la eutanasia con mi ayuda cuando ya no podía ir más lejos con esta enfermedad incurable”, recuerda.

Por parte de su familia, su hijo, el cantante Thomas Dutronc, ha expresado comprensión y apoyo hacia su madre. Por otro lado, su excompañero y padre de su hijo, Jacques Dutronc, ha sido uno de los pilares que la han ayudado a resistir hasta el momento, pero no se ha pronunciado respecto a la decisión de la cantante.

Cuando Francoise Hardy deslumbró a Bob Dylan

“Bob Dylan se negaba a regresar al escenario a menos de que yo fuera a verlo de inmediato”, recordó Françoise Hardy. La noche del 24 de mayo de 1966, en su cumpleaños número 25, Dylan ofrecía su primer concierto en París y lo único que quería era ver a la cantante francesa de 22 años, a la que había dedicado una canción, pero no tenía el gusto de conocer.

Fui y aceptó volver al escenario”, dijo. Algunos meses antes, mientras estaba en Londres, Hardy había llamado la atención de Mick Jagger, Keith Richards, George Harrison, Paul McCartney, John Lennon y Brian Jones.

Cantando en francés, inglés, italiano y alemán, la tímida belleza y talentosa compositora francesa embrujó a muchos de sus contemporáneos -y a Francia- durante casi 60 años.

En 1968, a los 24 años, Hardy llegó al primer lugar de las listas de popularidad de música pop francesa y británicacon “It Hurts to Say Goodbye”, escrita por Serge Gainsbourg. Desde entonces, ella ha sido un tesoro nacional francés, conocida por su larga silueta andrógina, elegancia austera, canciones melancólicas, ingenio e inteligencia franca.

Hardy en 1966. Foto: Sam Falk/The New York Times.

Hardy en 1966. Foto: Sam Falk/The New York Times.

Nacida en París, en 1944, Hardy era hija de una joven mujer de clase obrera y su amante adinerado, mucho mayor que ella, quien era casado y se declaró públicamente gay en sus últimos años.

A los 16 años, Hardy recibió una guitarra como premio por su buen desempeño escolar y comenzó a escribir canciones. Un año después, tras lecciones de música y algunas audiciones, la compañía discográfica Vogue le ofreció un contrato. El torbellino de los ’60, que vivió en París y Londres, hizo el resto.

Hardy cautivó tanto al público como a la crítica. Apareció en películas, entre ellas “Grand Prix”, de John Frankenheimer, en 1966. “Sin embargo, prefería por mucho la música al cine”, dijo. “La música y el canto te permiten adentrarte en ti mismo y en cómo te sientes, mientras que el cine se trata de interpretar un papel, interpretar un personaje que podría estar a kilómetros de distancia de quien eres”.

En sus memorias, Hardy escribe sobre la eutanasia de su madre, la esquizofrenia de su hermana y el homicidio de su padre a manos de un amante mucho más joven que él.

En 2018 Hardy publicó sus memorias, “La desesperación de los simios y otras bagatelas” (allí habla de la eutanasia de su madre) y lanzó el mencionado álbum “Personne d’Autre” (Nadie más). Fue el número 28 de la cantante y el primero después de seis años de silencio durante los cuales Hardy enfermó gravemente. Se enteró de que tenía cáncer linfático en 2004; su salud se deterioró; y en 2016, fue puesta en un coma del cual los doctores pensaron que nunca despertaría.

Contra todos los pronósticos, Hardy regresó y recuperó en parte su voz y su gusto por escribir. Sin embargo, las secuelas quedaron para siempre y empeoran con el correr de los días.

Fuente: Clarín