Tinelli habla de su regreso a la TV, la política y el fútbol

La nueva temporada de Showmatch incluiye el formato denominado “La Academia” y dedica los viernes al humor con toques políticos.

“Habrá que orejear bien el mazo de cartas para ver cuál sacamos”, dice Tinelli sobre la competencia que tendrá a partir de hoy

A punto de volver con Showmatch, el conductor repasa las presiones por el rating y la competencia, y la situación social del país.

Entusiasmado y sereno. Sin contradicción. Le quedan horas para debutar con una nueva temporada de Showmatch, luego de quince meses de no enfrentar las cámaras, pero se lo percibe con el aplomo de haber disputado varios campeonatos. No juega de taquito, esa sería una lectura equivocada. Conoce bien el césped que le tocará pisar y sabe que su fortaleza se medirá, en parte, en función de la del equipo contrario. El presidente de San Lorenzo de Almagro se reservó para el viernes una jugada: el anuncio de que pediría licencia en su función dirigencial. Las razones pueden rastrearse en esta entrevista, realizada días antes de comunicar su decisión.

“Estoy muy contento con lo que vamos a comenzar, será con nuevo horario y con una competencia más fuerte que nunca, habrá que orejear bien el mazo de cartas para ver cuál sacamos”, dice Marcelo Tinelli a la nacion, en una charla muy extensa, donde se tomó su tiempo para hablar del inminente debut, pero también para confesar su padecer ante la cara más angustiante del fútbol, reflexionar sobre el rol de su familia y la templanza forjada en aquella infancia.

La agenda prevista era amplia, pero con recurrencia, la conversación volvió, una y otra vez, a su compromiso social, a aquellas cuestiones que le preocupan en torno a la realidad y a las carencias más urgentes. A los 61 años, necesita pensar en voz alta esas cuestiones. Se sabe, el hacer ejecutivo es una de sus vocaciones, aunque, por ahora, sin definiciones en torno a candidaturas partidarias posibles.

“Hoy no estoy pensando en un ingreso a la política, sino en comenzar el programa con muchísimas ganas, en un año difícil, en pandemia, pero con la alegría de poder darle trabajo a más de trescientas personas. De todos modos, no quiero ser hipócrita y no colaborar en lo que puedo. Cómo no le voy a dar una mano a los que más lo necesitan. Lo voy a seguir haciendo, aunque me elogien o puteen”. Este lunes a las 21 y por eltrece, volverá a poner en marcha Showmatch, ese tanque exitoso con el que debutó en 1990 en Telefe.

El lunes 16 de diciembre de 2019, bajo los acordes de “Twist and Shout”, Marcelo Tinelli voceó su eufórico saludo por última vez, dando paso a la final del certamen “Bailando por un sueño”. La Argentina, y la mayor parte del mundo, aún desconocían el virus Covid-19 que ya pululaba por la ciudad de Wuhan, en China. En pocas semanas el planeta se transformó y Tinelli se guardó. Los meses de ausencia redoblan la expectativa ante el inminente regreso.

Allá lejos quedó aquel noticiero deportivo atravesado por el humor, bloopers incluidos. En pocos años, el formato mutó y llegó a convertirse en el gran show de la televisión nacional. Este año, a la habitual competencia de baile, uno de los puntales que sostienen el ciclo, se le adicionarán algunos desafíos que justificarán el mote de “La Academia”, una suerte de excusa multidisciplinaria en la que mostrarán sus destrezas las 23 parejas participantes integradas por famosos y sus partenaires. Desde este lunes, el instalado “Bailando por un sueño” se convertirá en “La Academia” de Showmatch.

Para el debut, se anuncia una apertura grandilocuente con la presencia de figuras invitadas como Adrián Suar, Pablo Codevilla, Guillermina Valdés, Oscar Ruggeri y Laurita Fernández, entre otras. En el primer programa, se priorizará el humor y recién pasado mañana se iniciará la competencia oficial con “cubo al cuadrado”, disciplina que fusiona baile sincronizado con acrobacia. Este año, los participantes deberán abordar este tipo de desafíos, en lugar de los tradicionales géneros de danza. El jurado, que tendrá un nuevo estatuto de evaluación, estará conformado por Pampita Ardohain, Jimena Barón, Ángel de Brito y Hernán Piquín.

–Showmatch y Masterchef Celebrity apuntan a un mismo público de característica familiar, con lo cual, al ir en horarios diferentes, las audiencias no se dividirán, sino que se potenciarán. De todos modos, no faltará quién pueda percibir cierta debilidad de tu parte al cambiar de horario para no enfrentar a la exitosa competencia gastronómica de Telefe.

–Lo primero que tengo para decir es que estoy muy contento con el horario del programa, me gusta. Además anteriormente ya lo hice en Telefe y en Canal 9. Por otra parte, tengo un contrato firmado con eltrece donde se estipula que, de 21 a 24, puedo ir en el horario que decida el canal. Esta no es una decisión para decir ‘qué valiente’ o ‘qué temeroso’ porque no soy yo quién decide los horarios del programa. Desde ya, soy consultado y expreso mi opinión, pero se trata de una decisión que me planteó el canal y que me pareció muy bien, aunque sé que el encendido no es tan alto en ese horario.

–Ya no se piensa en audiencias cautivas.

–Habrá que ir a captar a ese otro público del nuevo horario. Telefe tiene un prime time muy fuerte con la novela turca (Doctor milagro)y Masterchef Celebrity, nosotros vamos a arrancar desde atrás, ya lo sabemos. Hemos pasado por situaciones similares, con programas enfrente que hacían muchísimo rating. Me acuerdo que cuando competimos con la comedia Son Amores, perdimos durante seis meses. No siempre ganamos. Cuando me dicen que soy el Rey Midas, tengo ganas de responder: ‘¿Querés que te cuente las veces que perdí? Tengo doscientos fracasos’. A mí lo que me importa hoy es hacer un buen producto, que el prime time tenga producción nacional, algo por lo que voy a luchar toda mi vida. La televisión tiene que tener una cuota del 90%, o más, de realización propia. No voy en contra de la ficción de ningún país, pero me interesa más que se genere trabajo en la industria argentina que tanto lo necesita. Nosotros vamos a tener una escenografía que no se ve habitualmente en la televisión internacional, hay mucha inversión detrás, por eso se debe trabajar para que siga creciendo la industria.

–Preguntarte si te preocupa el rating sería una tontería.

–Trabajo y vivo por el rating. Sería un hipócrita si te dijera que no me importa el rating. Tenemos que generar contenidos y que la gente los vea. Cuanta más gente me vea, más laburo hay para todos. Deseo que le vaya bien a la competencia, pero, desde ya, quiero ganar. Con dos dígitos me conformo, de ahí para arriba, bienvenido. En 2019, terminamos con 14,1 puntos y éramos líderes. Si mantenemos eso, hacemos una fiesta.

“La Academia” de Showmatch se emitirá de lunes a jueves, mientras que los viernes, el programa volverá a aquellos contenidos embrionarios vinculados al humor. “Tenía ganas de reflotar a ese viejo Marcelo, al que estaba más suelto detrás de un escritorio. Estar de pie, con un micrófono en la mano, siempre te acartona un poco. Jugaremos con notas, humor, chistes y un reality político”, sostiene el animador, quien no duda en dejar abierta la chance para que el humor ocupe más de una jornada semanal si los dictámenes del rating así lo disponen.

Se sabe que volverán los chistes, las cámaras sorpresa y las cámaras ocultas. También se anticipó que un plantel de humoristas se pondrá en la piel de diversos políticos que pasarán a formar parte de “Politicheff”, un reality donde cada uno de los personajes ingresará para cocinar, en claro guiño a Masterchef Celebrity. Los humoristas que participarán son Fredy Villarreal, José María Listorti, Pachu Peña, Pichu Straneo, Roberto Peña, Fátima Florez y Anita Martínez, y los debutantes Iván Ramírez, Milton Re y Juampi González, entre otros.

–¿Percibís la subestimación que suele pesar sobre ciclos de anclaje masivo?

–Me parece que los fenómenos populares son indiscutibles, Videomatch y Showmatch llevan treinta años de éxito. De todos modos, en nuestra productora también hicimos Todo x 2 pesos y Okupas, programas elogiados, pero que los veía un círculo mucho más chico. –Siempre entra en juego el esnobismo elogioso hacia algunos productos de nicho, que pueden ser muy buenos, pero que, en muchos casos, el solo hecho de ser consumidos por minorías los convierten en laudatorios. –Es así. Cuando empecé, me hubiese gustado meter una entrevista a Vargas Llosa, a Saramago y preguntarle por qué no pone puntación en sus libros o hablar con García Márquez de Aracataca y que me dijeran: ‘Este flaco no solo hace el Tiragoma con Lanchita Bissio y el Teto Medina’. Pero entiendo que eso me puede gustar en mi casa, en la tele tengo que saber qué le gusta a la gente, hay que ser respetuoso de ese público fiel.

Empatías

La posibilidad concreta de convertir a Showmatch en un brazo solidario es uno de los motores que más le importan al conductor: “El programa ha tenido una cantidad de sueños cumplidos que, quizás, pasan desapercibidos. Alguien puede sostener que no le importa la canchita de Fuerte Apache, pero, para nosotros, eso fue muy importante. El programa tiene una función social, inclusiva”. Hoy su productora se denomina Laflia y sigue sosteniendo la tarea solidaria a partir de una fundación que fue llevando el nombre de las diversas empresas de Tinelli: MT o Ideas del Sur. “Hace más de veinte años que trabajamos con lo solidario. Llegar de Bolívar con una mano atrás y otra adelante, allá por 1970, después de la muerte de mi papá, me impulsó a ayudar a los que menos tienen”. En noviembre de 2019, el Gobierno presentó oficialmente el Consejo Federal Argentina Contra el Hambre con la participación de nombres como los de Marcelo Tinelli, Narda Lepes, Martín Caparrós, Estela de Carlotto y Adolfo Pérez Esquivel, entre otros. La denominada popularmente “Mesa del hambre”. Con el correr de los meses, la figura de Tinelli se esfumó de aquella foto inicial. El último encuentro de esta iniciativa social se llevó a cabo el último 7 de mayo sin la presencia del conductor, quien al día siguiente estuvo junto al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta en el vacunatorio montado en la sede del club San Lorenzo de Almagro que preside. “Cuando me llamaron para participar de la Mesa del hambre fui un partícipe más, asistí sin ninguna ideología política. En ese momento, le dije al ministro que me interesaba colaborar con algo concreto. ¿Dónde puedo estar yo? Así fue como quedé en que me iba a ocupar de esos siete pozos de agua en el Norte. Los pozos se hicieron y nos quedamos comprometidos con seis comedores, no desde el dinero formal que baja el Ministerio, sino ayudando desde la infraestructura y las necesidades puntuales. Eso se está haciendo. No sé si el resto lo está haciendo. Se puede ir a opinar y hablar, yo prefiero hacer cosas concretas”.

–Ese compromiso no tuvo un paralelo en tu asistencia a las últimas reuniones.

–Asistió Gabriela Galaretto, directora de nuestra fundación. No tuve tiempo y avisé que no podía.

–Se especuló con tu ausencia. Sobre todo porque el sábado 8 de mayo te mostraste con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

–Todo tiene una lectura política y yo la quiero sacar. He colaborado con todos los que me lo han solicitado y lo necesitan. He colaborado con los gobiernos de Fernando de la Rúa, Néstor y Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández. Estuve en el vacunatorio de San Lorenzo como anfitrión, dado que soy el presidente del club, y debía recibir a Rodríguez Larreta. Si a alguno se molesta, se le va a tener que pasar la molestia. No tengo prioridad por uno o por otro. Tampoco fui a la Mesa del hambre diciendo ‘soy de tal o cual partido’. A mí lo que me gusta es ayudar ya sea desde el programa o con las acciones directas que emprendemos.

–De todas maneras, has manifestado tu deseo de involucrarte en la política partidaria desde un rol ejecutivo. Para una figura de la industria del entretenimiento podría implicas perder cierto apoyo de un sector de la sociedad que no comparta tu posición ideológica.

–Coincido plenamente. Desde hace muchos años, soy una persona que entretiene, hace reír, tiene el visto bueno de la gente sin imagen negativa. En cambio, cuando se pasa al ámbito político, cuando uno se acerca a un partido, siempre generará una imagen negativa en alguien.

–Sin embargo, más de una vez has manifestado el deseo de la actividad partidaria. ¿Llegará eso a tu vida?

–Puede ser. Esas cosas llegan en un

momento en el que uno la tiene que sentir. Allá por 2017, se manifestó en mí más claramente, ahora estoy enfocado en el programa, sobre todo en esta temporada en la que vamos a ir todos los días y con tantas restricciones debido a la pandemia.

–Entonces…

–No digo que no voy a hacer política nunca. Tengo vocación de servicio, me gusta, me hace bien. Desde ya, no me gustan un montón de cosas de la política como tampoco me gustan un montón de cosas del fútbol con las que convivo y me cuesta transitarlo porque me gustaría que fueran diferentes. Estar cerca de la gente, poner el oído para solucionar sus problemas es algo que me gusta. Si eso es hacer política, entonces la estoy haciendo. No lo hago por una bandera política, aunque puedo tener mis ideales. Mañana se verá.

–La nueva temporada del programa tendrá un segmento sobre políticos. Alguno se te va a enojar…

–Seguramente, los políticos son así.

–En el aire evitás hacer referencias partidarias.

–El programa no es el lugar para que exprese mi postura política. Showmatch es amplio, pluralista, de diversidad de ideales. Lo mismo me sucede con San Lorenzo. Ni siquiera es un club para hablar desde lo religioso, aunque haya sido fundado por los curas salesianos y que tiene al Papa Francisco como hincha. En San Lorenzo hay personas que comulgan con diferentes ideas religiosas y políticas, así que hay que ser respetuosos con todos.

–¿Tenés vínculo con el Papa

–Tengo vínculo, conozco a gente cercana a él, soy amigo de Guillermo Karcher, que es su secretario. He hablado bastante y las veces que se lo he pedido, nos ha recibido muy bien, siempre es un placer. –Fuiste cadete de José María Muñoz en La oral deportiva y un discípulo dilecto de Juan Alberto Badía. Con los años, te convertiste en un comunicador muy influyente de una popularidad extrema. ¿Sos consciente del camino transitado y del lugar que ocupa tu nombre?

–No soy consciente, ni quiero serlo. No es una frase hecha ni falsa humildad. Intento ser el mismo que era cuando acompañaba a mi papá a los partidos entre Empleados de Comercio y El Fortín en Bolívar y le tomaba las formaciones porque él era periodista del diario El Mensajero. Después llegué a Buenos Aires y hoy no me olvidó de nada de todo aquello que pasé, soy una persona agradecida a quienes me dieron una oportunidad. En Radio Rivadavia era cadete de La oral deportiva a los quince años, aún iba a la secundaria. Mis primeros trabajos era ir a comprar el pan lactal y hacerles los sándwiches a José María Muñoz, Dante Zavatarelli, Horacio García Blanco y Julio César Calvo. Era muy digno y me encantaba. Obvio que cambió mi vida, hoy la gente me conoce, tengo un peso diferente. Soy consciente de ese peso y del lugar en los medios, pero no es algo de lo que me agarro, no quiero que eso me saque de mi esencia. De hecho, tengo pocos amigos en el medio, me alejo de los amigos del campeón. Soy muy tranquilo en mi vida familiar, no salgo en todos lados, no hago miles de publicidades. ¿Si soy consciente? Soy Marcelo Hugo Tinelli. Desde ya, si estoy en un restaurante, la gente se va a acercar y sacarse una foto. Lo entiendo. Además, la televisión es un ida y vuelta. Hay que entenderlo así.

–¿Qué sería ese ida y vuelta?

–Ellos me están viendo a mí y yo los estoy viendo a ellos. La gente siente que eso sucede, por eso cuando alguien me viene a saludar, es como que encontró a un familiar. Entender ese fenómeno hace que uno esté con un pie en la tierra: soy Marcelo el de la tele, pero podría estar trabajando en la zapatería Roma Ideal de Bolívar.

Aquella infancia, aquel dolor

Marcelo Hugo Tinelli, el ciudadano más ilustre y trascendente de Bolívar, el terruño bonaerense ubicado a 334 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, eligió para la charla con ubicarse en una sala con una biblioteca de madera oscura lustrosa que alberga portarretratos y alguna bandeja con un reconocimiento, un marco formal que lo aparta de los artificios de la escenografía de su show. Barba raleada, bigote recortado y el corte de pelo impecable. Sweater oscuro y anteojos. Las palabras le fluyen con la rapidez con las que las enuncia en su programa, pero acá el tono es, obviamente, distinto, cordial y más formal. Con todo, la mise-en-scène elegante no imposibilita su emoción al abordar cuestiones bien personales.

–Las diversas vicisitudes por las que pasaron Dino, tu padre, y María Esther, tu madre, ¿cómo considerás que te forjaron? –Los momentos difíciles te templan mucho más, te hacen más fuerte, son los que te hacen crecer, valorar y aprender de verdad. Cuando estás en un momento bárbaro, te achanchás. No le deseo la enfermedad ni el fallecimiento de sus padres a nadie, pero seguramente a mí me llevaron a un lugar de muchísima fortaleza. No fue nada lindo perder a mi papá de niño o, cuando tenía 17 o 18 años, estar internando a mi mamá en centros psiquiátricos. Sin embargo, me dio un temple y una fortaleza inmensas, tenía que salir a la calle a lucharla, a hacerme como hombre, ya no estaban ellos.

–Tenías diez años cuando tu padre murió.

–Vivía en Bolívar y estaba a punto de irme al colegio como todos los días, cuando mi mamá me dijo: ‘Nos vamos, papá no está bien’. Yo ni sabía qué le pasaba, lo único que veía es que estaba amarillo. A los veinte días murió de una cirrosis muy fuerte. Ante eso, fue no volver más a Bolívar ni ver más a mis amigos porque mi madre no quiso regresar. Fue pasar de la matemática tradicional del colegio de mi pueblo a la matemática moderna de la escuela de Buenos Aires. Fue ver un semáforo por primera vez, ‘¿qué es esto?’, era cuidarse de que no me pasara por encima un colectivo en la avenida Pueyrredón. Antes iba caminando por la calle con la maestra, con todos los chicos conocidos y, de pronto, fue llegar a la selva. Por eso digo que el temple te lo da la frustración. Esa hambre, esas ganas, quizás les faltan a nuestros hijos, que han sido criados de otra manera. No los critico, es el mundo que les ha tocado.

La madre del periodista, apodada Chiquita, Falleció cuando su hijo tenía 33 años, luego de un largo derrotero por centros de salud ante las adversidades emocionales que fueron minando su vida.

En 1986, Marcelo Tinelli se casó con Soledad Aquino, a quien había conocido en el programa de Juan Alberto Badía. Juntos tuvieron a Micaela y Candelaria, pero la unión matrimonial se disolvió en 1993. Cuatro años después, Tinelli contrajo enlace con la bailarina Paula Robles,

integrante del grupo de danza del programa Ritmo de la noche conducido por el animador. Francisco y Juana son los herederos de esa relación que culminó luego de 12 años. Al poco tiempo, Marcelo Tinelli inició un romance con Guillermina Valdés, su actual pareja y madre de su hijo Lorenzo. Entre estas parejas formales, alguna otra con menor trascendencia.

A pesar de las separaciones, Tinelli mantiene un muy buen vínculo con sus exparejas. De hecho, por estas horas, lo ocupa la salud de Soledad Aquino, quien se encuentra internada en terapia intensiva desde hace más de un mes con vistas a recibir un trasplante de hígado que le permita continuar con una vida normal. “Tengo una excelente relación con Soledad, me da mucha pena lo que le está sucediendo. Atravieso este momento con mucha tristeza, tratando de estar lo más cerca posible de nuestras hijas, acompañando a Sole en esto que arrancó de una manera y siguió de otra, esperando que todo tenga un buen resultado y que pueda salir de terapia. Hoy estuve en la clínica y los tiempos se han alargado un poco más de lo pensado. Lo importante es estar. En lo que respecta a mis hijas, saben que tienen un papá presente que va a estar para lo que necesiten ellas y su mamá. Eso es lo que hemos hecho en estos cincuenta días de internación. Además Sole también tiene a su familia que toma decisiones”, dice Tinelli.

Acaso porque el idílico cuadro familiar se le hizo trizas siendo muy joven, en la adultez siempre se ha mostrado muy cercano a sus afectos: “Necesito de la familia, percibir esa calidez cuando llego a mi casa, poder pedirles una opinión. Es el piso firme donde uno camina. Hoy tengo una mujer que es pareja de su pareja. Es crítica, elogiosa, sabe escucharme y yo la escucho a ella. Hemos construido una familia ensamblada de la que estoy muy orgulloso y no porque todo esté perfecto, como en toda familia suceden situaciones, pasan cosas, pero estoy orgulloso de transitar los problemas y solucionarlos, capear los temporales de unos y de otros. Me hace muy bien”.

–Aún con las primeras luces de ese éxito con posibles encandilamientos, te mostraste muy cerca de los tuyos.

–Fui padre muy joven y con Sole perdimos un hijo que hoy podría tener casi 35 años. Mica tiene 32 y me encuentro con Lorenzo que tiene siete. Voy de Mica, que vive con su pareja en su departamento, a Lolo que no es un nieto, pero es un hijo chiquito que me exige poner la cola

“La TV es un ida y vuelta, hay que entenderlo así. Cuando alguien me viene a saludar es como si se hubiese encontrado con un familiar”

“Trabajo y vivo por el rating. Sería un hipócrita si te dijera que no me importa el rating. Tenemos que generar contenidos y que la gente los vea”

en el piso para jugar con él.

–Te lo permitís.

–Mi asignatura pendiente es dejar el teléfono. Quiero estar con más tiempo, pero ser vicepresidente en la AFA, presidente en la Liga Profesional, presidente de San Lorenzo, estar al frente de Laflia, atender los programas, la fundación, es mucho. El fútbol, además, no tiene hora. [Al cierre de esta edición, el conductor anunció a través de sus redes sociales que pediría una licencia en San Lorenzo. No especificó por cuánto tiempo estará afuera, apuntó a los resultados deportivos del equipo como desencadenante para su determinación y prometió apoyar “desde otro lugar”].

–¿Cuál es el peor flagelo del fútbol?

–En algunos lugares del fútbol, el trabajo de los dirigentes se puede hacer de una manera totalmente diferente. Lo digo sin señalar a nadie, pero a mí me gusta el trabajo que hicimos en San Lorenzo. Desde ya, tenemos fallas, como todos. El fútbol tiene esa cosa pesada de, por ejemplo, perder un partido y enseguida tener amenazas en el teléfono, en las redes sociales, o amenazas a mis hijas. Esto de perder por un gol y quedar eliminado, y desembocar en una catarata de agresiones y llamados, no es solo conmigo. Hice denuncias, pero ya no las hago porque no la puedo tener a la fiscal trabajando toda la vida. No está bueno a nivel familiar que eso suceda. El fútbol no es una ciencia exacta y, si la pelota cae dos centímetros mal, sos un corrupto, un vaciador y nadie te va a reconocer absolutamente nada de todo lo que hiciste. Llevo nueve años en San Lorenzo, mucho tiempo, esfuerzo, trabajo y dinero invertido con absoluta honestidad. Jamás sacaría un peso de mi amado club. Al contrario, lo único que hice fue poner. Me gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero en nombre de la pasión se cometen atrocidades que no están buenas. En algún momento me gustaría encontrar un fútbol diferente.

–Tu alejamiento del mundo del fútbol, ¿es una posibilidad?

–Con la finitud que significa la vida, uno se tiene que replantear ciertas cosas. Sobre todo, hay que replantearlo cuando te lo hace notar la familia. Estoy en un replanteo de mi vida, de qué es lo que quiero. No sé cuál será la decisión que tomaré con respecto al fútbol, pero me lo estoy replanteando. Estoy analizando seguir o no, cómo seguir, qué hacer. Además, voy a tener un programa diario. Tampoco sé en qué momento voy a tener tiempo para el fútbol.

–La ingratitud manda en un universo como el del fútbol.

–Uno puede sentir que hace todo y que no se logran los objetivos que quiere la gente. En la vida, todo no se mide por un gol más o uno menos, pero en el fútbol pareciera que sí. –Mencionabas el momento pandémico que atraviesa el mundo. ¿Cómo te parás frente a esta realidad y al desarrollo de la vacunación?

–Vivimos una pandemia tremenda en el mundo y me paro a favor de que se vacunen primero las personas de riesgo, los adultos mayores, el personal de salud y las fuerzas de seguridad, los docentes. Y, desde ya, todos aquellos que están en la primera línea y los más grandes. Creo que terminará siendo como la vacuna de la gripe y, cada año, nos vacunaremos contra el Covid. Ojalá podamos estar vacunados todos los argentinos. Nosotros en el programa tendremos protocolos estrictos y, por ejemplo, no contaremos con gente en la platea.

–¿Cuál es la fórmula de eso llamado felicidad?

–La felicidad no es un hecho, es un trabajo.