El 3 de octubre de 1931, el edificio del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, en plena dictadura de José Félix Uriburu, era inaugurado. Habían pasado seis años desde la piedra fundamental -una pieza de mármol ubicada dos metros por debajo del nivel de la calle- colocada por el presidente Marcelo Torcuato de Alvear, mentor de un proyecto edilicio que reflejaba sus sueños afrancesados.