Picasso la inmortalizó en sus pinturas. Y, de paso, la caricaturizó, ya que en lugar de ser reconocida como una artista por derecho propio, Dora Maar, una de las fotógrafas más representativas del surrealismo, y musa y amante del pintor durante nueve años, se convirtió, para muchos, en la modelo desdichada de retratos como La mujer que llora, especie de lamento del famoso artista frente a los estragos de la Guerra Civil Española.
El filósofo y el músico presentaron en el CCK una obra que combina las dos disciplinas con una calibración personal única; los autores hablan de la «rebeldía» de sacar un disco-libro en estos tiempos. El guitarrista junto al escritor en uno de los ensayos