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Lo reveló el arqueólogo Daniel Schavelzon, que investigaba una propiedad de la calle Bolívar al 800, cuyo dueño es un inversionista italiano.
Hay algo de arrogancia en una ciudad que decide demoler 24 manzanas céntricas para desplegar una bruta avenida que pueda mirar de igual a igual los grandes corredores europeos, como Les Champs-Élysées o la Gran Vía.