Hasta no hace mucho expresar la pasión en largos escritos era un arte de primer orden, como lo muestran Flaubert y Kafka, Cortázar o Pizarnik; tal vez llegó la hora de volver a ejercitarse.
Salió a la luz un curso desconocido sobre el autor de «Madame Bovary», su trabajo más extenso dedicado a otro escritor, en el que se afirma la idea borgeana de la vocación literaria como sacrificio.