Generación “vaginnials”: la ginecóloga que es furor en Instagram y el libro donde explora la virginidad, la promiscuidad y las “marcas de amor”

Melisa Pereyra es ginecóloga y es conocida en la red social como @gineconline, donde tiene casi 700.000 seguidores. Habla sin tabúes, muestra lo que nunca se muestra y acaba de publicar un libro dedicado a “una generación atemporal”, la que no dice vagina ni vulva sino “cachufleta” o “la colita”

Melisa Pereyra tiene casi 700.000 seguidores en Instagram

Melisa Pereyra es ginecóloga, tiene 34 años y casi 700.000 seguidores en Instagram. No viene del mundo “influencers” sino del mundo médico y para haber cosechado semejante tropa virtual lo que encontró no fue una “fórmula mágica” sino una necesidad.

En su cuenta, Melisa le corre el velo a todos los tabúes relacionados con la salud sexual y reproductiva. Muestra distintos tipos de vulvas para terminar con la idea de que “las correctas” son las rosaditas y depiladas del porno. Muestra episiotomías, tetas congestionadas en plena lactancia y todas las formas que puede tener un himen, un modo de cuestionar las famosas “pruebas de virginidad”, donde muchos todavía creen que “si no sangra, no era virgen”.

En sus redes, Melisa habla sobre la menstruación y muestra desde copas usadas hasta toallas femeninas con sangre roja (Adrián Escandar)

En sus redes, Melisa habla sobre la menstruación y muestra desde copas usadas hasta toallas femeninas con sangre roja (Adrián Escandar)

Muestra la copa menstrual llena, donde la sangre es roja y no azul, su forma de combatir el mito de “lo sucio”. Habla del virus del HPV y muestra cómo se ven las lesiones, un poco para que las mujeres se hagan los controles y otro para que dejen de asociarlo con lo que a ella misma le enseñaron en la UBA: que “el VPH es el virus de la promiscuidad”. Pero los temas que más “explotan” son los cotidianos: por qué es mejor usar bombachas de algodón, por qué no hay que usar el mismo jabón para lavarse la vulva y el resto del cuerpo, por qué una embarazada no debería usar colaless.

Ahora también acaba de lanzar su primer libro llamado “V. Ciencia para una geografía íntima sin mitos”un glosario de todo lo que le han preguntado en las redes sociales, en el hospital público y en el consultorio. La “V” es en referencia a lo que llama “la generación vaginnials”, una generación atemporal, que borra las barreras entre millennials y centennials, que va desde niñas a abuelas, madres y no madres, tengan la orientación sexual que tengan.

Melisa con su primer libro, que fue publicado en diciembre

Melisa con su primer libro, que fue publicado en diciembre

—¿Por qué la llamás “generación vaginnials”?

—Uno de los mayores tabúes que vi en las redes es todo lo relacionado con la vulva y la vagina. Al día de hoy, pongo la foto de una vulva y se censura. No importa que quieras educar, se ve como algo sólo sexual. También vi que muchas no sabían diferenciarlas: me querían mostrar algo que habían visto en sus vulvas y me decían “tengo algo en la vagina”. Son partes del cuerpo que no se nombran y, cuando se quieren nombrar, se usan palabras que no son ni siquiera sinónimos, como “cachufleta” o “colita”.

Tampoco se miran: muchas mujeres jamás se pusieron un espejito para mirar sus vulvas. Mi idea es generar un concepto firme de lo que es nuestra genitalidad, la famosa “educación sexual”. Basta de silencios o de palabras que adornan nuestra genitalidad y que nos terminan perjudicando, porque lo poco que hoy se ve es una vulva romantizada, la de las películas y el porno.

Cuando muestro en Instagram la variedad de vulvas que pueden haber, con labios más largos, más cortos, más o menos pelo, más claras o más oscuras, lo primero que se genera es tranquilidad. Me dicen “yo pensé que la mía estaba mal” y me daba vergüenza hablarlo con mi ginecólogo. Eso es un problema para la vida sexual e incluso para diagnosticar ciertas patologías.

En sus redes muestra que no existe una sola forma de vulva, lo que, cuenta, genera "tranquilidad"

En sus redes muestra que no existe una sola forma de vulva, lo que, cuenta, genera «tranquilidad»

—¿Qué has llegado a escuchar que te hizo dar cuenta de que hacía falta un libro lleno de información básica?

—De todo. Por ejemplo, muchas chicas que, cuando se sienten feo olor, en vez de consultar a ver si tienen una infección vaginal, lo asocian a “lo sucio” y se lavan con productos dañinos, como Previnox, incluso con lavandina. Otra creencia común es “si tengo relaciones sexuales durante la menstruación o fuera de mis días fértiles no hay riesgo de embarazo”. A veces les pregunto “¿cuál es la fecha de tu última menstruación?” y no lo saben o me dicen el último día de sangrado, imaginate querer evitar un embarazo no deseado con esa mala información.

También me escriben para preguntarme: “No tuve relaciones, pero nos frotamos. Yo estaba en bombacha, él con calzoncillos, nos mojamos, ¿puedo estar embarazada?”. O creen que tienen que usar corpiño por un tema de “gravedad”, cuando lo que se sabe es que las mujeres que no usan corpiño tienen más desarrollados los músculos que sostienen las mamas y que los pezones en vez de estar más abajo están más arriba, porque estos músculos los levantan. Otro tema común son los mitos alrededor de las infecciones de transmisión sexual. Las mujeres con HPV tienen un problema enorme de sentirse sucias, promiscuas, de sentir que son entes de contagio constante. Se generan dudas entre la pareja, se pelean, “¿con quién me engañaste?”. Pocas saben que quizás son lesiones que aparecieron ahora pero se generaron años atrás con una pareja sexual anterior.

La V de su libro es en referencia a lo que llama "una generación atemporal: la generación vaginnials"

La V de su libro es en referencia a lo que llama «una generación atemporal: la generación vaginnials»

—¿Promiscuas?

—Yo me formé hace menos de 10 años y en la UBA escuché decir a una reconocida docente de cátedra que “el VPH es el virus de la promiscuidad”, mientras que en la diapositiva se podía leer “Promiscuidad: dos o más parejas sexuales en un año”. Ese concepto se sigue promoviendo en las consultas, en vez de promover la prevención.

Yo noto que las chicas a veces se acercan a profesionales de mi generación porque hay otros que juzgan, con palabras o con caras, si cuentan que tiene varias relaciones sexuales en simultáneo, o que tienen relaciones con mujeres. A muchas chicas que tienen relaciones sexuales con mujeres nunca les han hecho un PAP ignorando que tienen penetración con juguetes sexuales o con los dedos, por lo que el riesgo de infecciones vaginales y el cuello uterino está.

El "batacazo" lo dio cuando escribió una carta para Amalia Granata sobre el aborto legal que se volvió viral

El «batacazo» lo dio cuando escribió una carta para Amalia Granata sobre el aborto legal que se volvió viral

—¿Lo que falta es sólo información ligada a las partes del cuerpo o también ligada al placer?

—Eso también falta muchísimo. Muchas chicas me consultan porque sienten dolor durante las relaciones sexuales. A nivel anatómico no tienen nada y una encuentra que ese dolor está acá (se señala la cabeza), de toda la carga social, cultural, de chicas que quizás pasaron los 20 años y no iniciaron las relaciones sexuales y se sienten presionadas a hacerlo. Y una dice “bueno, ¿por qué el inicio de la relación sexual tiene que ser con otra persona y no podemos empezar nosotras a masturbarnos, a usar un tutor o algún juguete sexual o los dedos como para ir relajando la musculatura, descubrir la vagina y viendo cómo se siente una penetración?

Por eso hablo de la importancia de conocer la vagina. Algo que siempre me llamó la atención con el auge de la copa menstrual es el miedo a colocársela y que se pierda. Muchas llegan desesperadas a una guardia porque la copa se perdió, el tampón se fue o el preservativo se quedó adentro. Eso delata el desconocimiento. Cuando una conoce la vagina sabe que tiene un fondo y que lo que entre se puede sacar con el dedo.

No sólo ahonda en patologías sino en consultas cotidianas y los tabúes más comunes

No sólo ahonda en patologías sino en consultas cotidianas y los tabúes más comunes

—Hacés hincapié en la connotación de algunas palabras, como “la vaciaron” o “estar indispuesta”.

—El concepto de “indispuesta” es algo que estoy tratando de erradicar, porque predispone a no estar dispuestas, como que nos marca “mujer menstrual: mujer enferma”. Todavía hoy muchas chicas me dicen “me enfermé tal día”, y yo sé que me están diciendo que les vino la menstruación. “Vaciar” es un concepto que se usa en mujeres que tuvieron que hacerse una histerectomía (extirparse el útero) y yo pienso ¿qué fuerte, no? Como “listo, sin útero no es más mujer, está vacía”.

Las mujeres sin útero se sienten vacías porque así se los impusieron. Lo que busco es resignificar esa palabra y que dejen de decir “me vaciaron”. ¿Cómo es que se siente un hombre sin próstata? ¿Acaso se sienten vacíos o es solo un antecedente quirúrgico?

—También te detenés en el concepto de virginidad y de “perder la virginidad”.

—La virginidad es una noción patriarcal, además de ser un doble discurso social, donde se espera que el hombre acumule una gran cantidad de experiencias sexuales mientras que la mujer debe resguardarse pura hasta el matrimonio porque el mayor regalo que puede dar es su virginidad, es decir, todo su valor como persona depende de tener o no el himen indemne. Además, no perdemos nada, todo lo contrario.

Creo que esperar a perder la virginidad con “tu hombre” y esperar también el sangrado es medio maléfico: “Te estoy desvirgando y estoy esperando a que sangres para ver si es verdad que eras virgen”. Aún se tiene la idea de que el hombre va a romper el himen de la mujer y con esto “marcará su territorio”. Son conceptos que me parecen horrorosos y errados porque hay hímenes, como explico en las redes, que sangran, que no sangran, que se distienden más, que se distienden menos, que se laceraron antes de tener relaciones sexuales.

Vos me dirás “¿pero sigue pasando hoy, 2021, lo de la prueba de virginidad? Bueno, yo hablo en Instagram de esto y sobran las anécdotas de “no sangré y mi novio dudó de mi virginidad”. Nadie debería dudar de nadie. Cada cual es dueño de su cuerpo, de su sexualidad, de elegir con quién y con cuántos está, siempre con responsabilidad.

En su libro también hace referencia a lo poco que se habla del clítoris en la carrera que cursó en la UBA, por lo tanto, lo poco que se habla del placer

En su libro también hace referencia a lo poco que se habla del clítoris en la carrera que cursó en la UBA, por lo tanto, lo poco que se habla del placer

—También sos especialista en fertilidad y, cuando hablás de la maternidad, decís “me niego a pensar que existe el instinto maternal”.

—El instinto maternal no existe, es una construcción social en donde la mujer se tenía que casar virgen, tener hijos, estar en la casa y criarlos porque “es su rol natural”. Hoy las mujeres somos otra cosa, tenemos otros objetivos, otros planes. Hay mujeres que desean maternar y otras que no, aunque son juzgadas por eso. Querer maternar o no es una elección libre y eso demuestra que el instinto no existe. Además, creer que todas venimos con un instinto maternal genera frustraciones.

Lo que tenemos es instinto de supervivencia: si vos ves que tu hijo se está ahogando, lo ayudás, lo mismo que haría el padre o un abuelo. Pensemos en la lactancia. Si creés ‘ah, el bebé solo se va a prender a la teta y yo instintivamente voy a saber qué hacer’, cuando eso no pasa te sentís una mala madre. Lo que necesitás es información, una puericultura que te explique qué hacer, no instinto. Tenés que formarte como mamá, crecer como mamá, por eso creo que no hay instinto, hay aprendizaje.

"No hay instinto maternal, hay aprendizaje", sostiene

«No hay instinto maternal, hay aprendizaje», sostiene

—Hablás de las “marcas de amor”, y ponés como ejemplo la época en la que se usaba tener “chupones” en el cuello. ¿Las “marcas de amor” son cosa del pasado”?

—Las “marcas de amor” son los principios de la violencia de género. Podrán llamarme exagerada, “¿por un chupón?”, pero son actitudes de posesión, de pertenencia, una marca en el cuerpo, un hematoma. En mi adolescencia era “mirá la marca que me dejó”, un festejo de que estuve con un chico y que se vea que yo le pertenezco a alguien. Hoy en día quizás no existen los chupones pero una puede hacer un paralelo con los mensajes de “sos mía”, “¿con quién vas?”, que son también mensajes de posesión. ¿Acaso el amor debería dejar marcas? ¿Marcas físicas?

Como médica ginecóloga, Melisa tomó una posición activa a favor del aborto legal

Como médica ginecóloga, Melisa tomó una posición activa a favor del aborto legal

—Tomaste una posición firme a favor del aborto legal con la carta que le escribiste a Amalia Granata que se hizo viral, donde le contaste de las mujeres que llegan al hospital “desangradas, infectadas (…) Los guantes son para recibirlas, porque las traen a upa, embebidas en sangre, y las dejan solas, en nuestros brazos”, escribiste. Finalmente se aprobó. ¿Qué desafíos vienen ahora?

—Escribí esa carta porque me indigné. Son cosas que vi con mis propios ojos: mujeres que no se querían ligar las trompas después de su quinto embarazo porque si se enteraba el marido les iban a pegar y una ahí, tratando de explicarles que él no tenía que autorizar y que no se le iba a notar en el cuerpo. Chicas que llegaban con abortos mal hechos, con infecciones, y una trataba de generar un diálogo y había un desconocimiento total de sus cuerpos, de cómo ese embarazo había llegado.

A mí me generaba bastante dolor a nivel social y como mujer, yo pensaba “no puede existir esto”, por eso empecé a generar información en las redes. Mucha gente cree que “ahora van a ir oleadas de mujeres a abortar”, cosa que es un error total. Creo que ahora hay que arrancar desde la base, que es lo más difícil: hacer que todas las mujeres tengan su método anticonceptivo, que sepan usarlo, que sepan cuando ovulan, cómo cuidarse, educar, terminar con la violencia de género. El aborto legal resuelve el problema actual de las que se mueren por la clandestinidad pero va a llevar años poder dar las herramientas para que no se llegue al embarazo no planificado.