Crucigrama: ¿Muerte de la novela escandinava?

O la resistencia de Wallander a Hole – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

En el “Quais du Polar de Lyon”, en Francia, en la primavera europea, cada año la ciudad se convierte en la capital internacional del Thriller; se realiza un festival en torno a la novela negra, en el que se reúnen unos 110 autores internacionales. Allí, este año se sostuvo que se vive una revolución global donde ante el empuje de otras geografías, incluso desde África, hay un declive del boom escandinavo que reinó en las últimas dos décadas y hay quien se atrevió a pronosticar una caída definitiva.

Alguna vez se esbozó aquí una síntesis de la historia del género en el orden mundial; esta vez, ante esta “señal de alarma”, vale un repaso especial por la literatura nórdica, tomando básicamente tres nombres representativos y trascendentes distribuidos a lo largo del tiempo.

Tomando como un origen común, incluso a nivel europeo, a Maj Sjöwal y Per Wahlöö en Suecia, el primero es en el comienzo de los 90, el también sueco Henning Mankell cuando inicia su serie del inspector Kurt Wallander, un policía atrapado frente a la modernidad con problemas familiares de divorcio y lejanías, con sobrepeso y afición al alcohol, pero uno de los sabuesos del policial universal y se convierte en el gran nombre de la novela los policiales “noir” del continente. Claro que es un narrador de gran jerarquía, tanto antes como después de su “personaje central”, también con éxito, por su inteligencia, compromiso, método, rigurosidad y la extraordinaria obsesión en retratar el mundo y sus contradicciones.

Casi en mitad de la primera década de los dos mil, explota “Millenium”, el gran Best Seller, la trilogía de Stieg Larsson que apareció luego de su muerte en 2004 (y que juro leí sus 3000 y pico de páginas en menos de una semana) que no dejó frontera por romper en el mundo con una puesta de ficción policial del periodismo de denuncia. Sus características, consecuencias y dos figuras que ganan el centro de la escena: el editor y cofundador de la revista que lleva el nombre de la historia (Mikael Blomkvist) y una hacker (Lisbeth Salander). Hay ahora un cuarto y quinto tomo a cargo de otra pluma que todavía no tuve la valentía de enfrentar.

Y el tercero es el noruego Jo Nesbø, una de la últimas sensaciones que consigue grandes cifras de venta. Pese a que el tránsito de su agente de investigaciones, el policía Harry Hole, comenzó hace varios años, ahora sus obras han adquirido un eco internacional. En él hay un aparente desdoblamiento constante: es un alcohólico que en las últimas entregas parece alejado de la bebida y con una vida familiar rearmada, que va desplegando sus historias al ritmo de la investigación que, en definitiva, es la vida misma.

Por lógica, hay otros nombres, muchísimos, algunos de constante reconocimiento, otros que han conseguido una gran obra pero no pudieron repetir en otra. Entre los primeros, mencionemos al islandés Arnaldur Indridason, las noruegas Karin Fossum y Anne Holt y su compatriota Khell Ola Dahl o las sueca s Liza Marklund y Camila Läckberg.

Quizás, como se comenta en Lyon, no sea lo mismo, pero el ocaso está, creo, muy lejos. Después de lo escrito, en muchos casos llevado al cine, es imposible. O quién, interesado en estas “andanzas” de las letras… ¿Dejaría de leer a Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Jim Thompson o Mickey Spillane, por ejemplo?

Yo no.

Norberto Tallón
@betotallon