RIO DE JANEIRO PALPITA EL CARNAVAL – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Rio de Janeiro ya vive la fiesta más importante de Brasil: el «Carnaval Carioca”. Este espectáculo lleno de historia y trabajo desmedido, comienza en la “gran fábrica”, que es la “Cidade do Samba”, espacio que se reserva a los depósitos de las principales “Escolas do Samba”, del grupo especial. Cada escuadra guarda allí sus carros alegóricos y se confeccionan la mayoría de los trajes usados en el evento.

Recorrer ese espacio palmo a palmo, nos transporta a un verdadero mundo de sueños y fantasías que no tiene límites de edad, nacionalidad u origen social; en ese lugar, se concentra toda la magia que los hacedores de este espectáculo ofrecen al público y que se disfruta Brasil afuera.

En aquellos galpones inmensos, de un pedazo de tela, lentejuelas, un cúmulo de hierros, plásticos, resina y lana de vidrio, entre otros materiales, se crean alegorías que desfilarán por la avenida.

En la “Cidade Maravilhosa”, existen más de 70 “Escolas de Samba” y todas desfilan durante los cuatro días de carnaval. Ellas eligen los temas, escriben sus letras y músicas, hacen de esta práctica una historia de vida que, en definitiva, es el suceso que se obtiene en el desfile del “Sambódromo Marques de Sapucaí”.

La “fábrica de ilusiones”, puede visitarse y compartir momentos junto a los protagonistas esta pasión tan carioca. Una vez en el sambódromo, es fácil deleitarse con esta expresión que el pueblo brasileño transforma en suceso y emociones, uniendo las distintas clases sociales, sin importar nada más que la fiesta. Esto es el carnaval en su máxima expresión.

Para ser integrante de los diferentes tipos de versiones de las “Escolas do Samba”, “Bailes de Carnaval”, el “Carnaval de Rúa”, (carnaval en las calles), y las “Bandas y Blocos de Rúa”, (grupos de Calle), hay que sentirlo en la piel y recordar que el principio de estas comparsas viene de los ornamentos de pascua de 1641, en los que se evocó la “Restauración de Portugal”, a través de una marcha -de la que hasta el gobernador tomó parte- seguida de simulacros de combates y corrida de toros.

Estas fiestas fueron llamadas de “Caballadas” y consistían en celebrar con formas de la lucha entre los Moros y Cristianos. Doce “Caballeros Moros”, sobre caballos decorados retaban a los doce “Caballeros Cristianos”, en una batalla ficticia realizada en la edad media, en tiempos de Carlo Magno.

Las “Escolas de Samba” representan el espíritu festivo de una comunidad o de un barrio, que -generalmente- tiene origen en una favela. Las agrupaciones carnavalescas poseen un fuerte impacto en estos lugares y son millares de personas que se juntan en los ensayos, en interminables noches de trabajo de danza y preparativos. Estos integrantes de las comunidades más pobres, son piezas absolutamente esenciales en la ilustración carnavalesca de Rio de Janeiro.

No se puede pensar que en una facultad se aprende a danzar samba; esto es un sentimiento que se mama desde el origen mismo.

En los primeros años de vida, los niños de las comunidades comparten con ese estilo tan particular, aprenden de solo observar a los mayores que, por la humildad de sus principios en la condición social de una favela, agudizan el ingenio y marcan el ritmo con un pedazo de hierro y algo para golpear, o tan solo con un tambor improvisado en una lata cualquiera y nos invitan a bailar.

El Carnaval de Rio de Janeiro genera casi 2 Billones de dólares en cuatro días de fiesta y una “Escola” de primera línea, como “Emperatriz”, “Portela” o ‘Beija Flor”, gasta en torno de los 5 millones de dólares para una hora y 22 minutos, que dura su participación en el desfile, además de 10 meses de arduo trabajo en los depósitos de la “Ciudad del Samba”, en la zona portuaria de Rio.

Las grandes corporaciones carnavalescas surgieron cuando los altos miembros de la sociedad de Rio comenzaron a acercarse a los distintos grupos y salían admirados en los desfiles organizados, vistiendo ropas lujosas, bien al estilo europeo.

Las “Escolas do Samba”, nacieron en 1930 y ganaron espacio incidiendo por sobre los desfiles callejeros y diferenciándose de las costumbres de estos.

Los hábitos de los festejos fueron cambiando a lo largo del tiempo y en el Siglo XX, el “Carnaval de Rio”, se tornó la fiesta máxima, lo que influyó en los hábitos y en la formación cultural del pueblo.

Antiguamente, cuando la celebración era más popular en las calles, se utilizaba el pomo, que se llenaba con agua y jugo de limón o naranja, se arrojaba serpentina de papel, lo que daba a las decoradas calles, un aspecto multicolor, que multiplicaba la alegría de los partícipes.

Los portugueses ya habían introducido el uso de las máscaras, disfraces y fantasías, utilizadas en el carnaval de Venecia.

Allí, con todo ese eufemismo se organizaron los primeros bailes, en los que los participantes se disfrazaban y cubrían el rostro con máscaras y antifaces en los salones de importantes y refinados hoteles de la época y en teatros existentes desde el tiempo del Brasil Imperial.

La ciudad de Rio de Janeiro transitó por varias reformas con la apertura de nuevas calles públicas para los festejos. Muchos de los que se realizaban en la “Rúa do Ouvidor”, pasaron a celebrarse en la recién abierta Avenida Central (actual Avda. Río Branco), para donde se mudaron los desfiles e iniciaron los ‘Corsos Carnavalescos”. En 1980 fue construida la “Pasarella do Samba”, conocida como “Sambódromo”.

Las “Escolas”, cobraron vida con la presentación de lo que se llama ”Samba–Enredo”, argumento de lo que presenta cada agrupación en la avenida, lo que cada “formación” quiere mostrarle al público en los minutos de desfile. Acompañan ese conjunto de expresiones las bandas con las “Marchinas”, músicas creadas especialmente por cada agrupación.

El desfile propiamente dicho en el carnaval, tiene una duración de 82 minutos de marcha a lo largo de la pasarela y hasta 5 mil participantes integran cada agrupación. Estas tienen divididos a sus integrantes en alas y cada una de ellas desfila con la misma fantasía.

Toda congregación posee una Batería, compuesta con cerca de 500 componentes, que tocan los instrumentos de percusión. Las bahianas componen un ala especial y no puede faltar en cada agremiación una figura representativa tradicional y obligatoria.

El desfile comienza con los integrantes de la “Comisión de Frente”, formada por 15 personas, que avanzan por la delantera de cada grupo, con una presentación teatral o coreográfica.

Los carros alegóricos son espacios reservados para destacar a la figura principal del “enredo”, acompañados por los pasistas, que desfilan sambando. Generalmente acompañan a estos carros legendarios, grupos de antiguos integrantes de estas “Escolas”, que forman el conjunto de la tercera edad, vestidos con los colores de esa hermandad.

Carnaval, fiesta de pobres y ricos, brasileños y gente de otros países del mundo, que le dan marco a cuatro días de festejos, en los que Brasil se para en su totalidad. Allí, el color, la alegría, el alcohol y el desenfreno, nos transportan a un mundo para muchos imaginario, para las arcas del municipio un negocio brillante y para un pueblo que respira samba, el Carnaval Carioca es un espectáculo que maravilla a propios y extraños.

Alberto Curia, desde Brasil, especial para DiariodeCultura.com.ar
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