En un país como el Brasil que cuenta con más de 7 mil kilómetros de costa atlántica e innumerables playas para disfrutar, la elección a visitarlo se torna muchas veces, gratamente, difícil. En “Diario de Cultura”, hemos destacado diferentes y magníficas ciudades balnearias, de norte a sur, tratando de brindarles una amplia información de los distintos destinos turísticos. En esta oportunidad el turno es para: “Ilha da Gigóia”, Rio de Janeiro.
A poca distancia de los sitios más concurridos y famosos de los cariocas, se encuentra esta isla, desconocida para la gran cantidad de los residentes de Rio. Uno de los motivos podría de ser que se encuentra escondida por los grandes edificios de “Barra da Tijuca”.
Gigóia, tiene para ofrecer un ambiente interesante y agreste, que por otra parte disiente con lo agitado del resto de la ciudad maravillosa.
La isla es pequeña, fácil de acceder, no tiene calles ni automóviles que la rodeen y el recorrido debe hacerse por senderos o atajos estrechos y el acceso a la isla se realiza en barcos y balsas.
La semblanza del lugar nos recuerda a esas antiguas ciudades del interior, con variada edificación, sin preocupación alguna por mantener una línea estética que la identifique, contrarrestando con la belleza del lugar. De todas maneras, es uno de los tantos distritos tranquilos que invitan a descansar junto a la amabilidad de sus pobladores e ideal para visitar con niños pequeños.
Habitan en la isla, cerca de 3 mil personas y es considerado un lugar seguro, tranquilo, escueto, con una concentración importante de opciones gastronómicas y culturales.
Como llegar:
Desde la zona sur de Rio de Janeiro, el trayecto es bastante lejos, ahora si usted está en “Barra da Tijuca”, es mucho más simple. Viajando en auto, se puede estacionar en el Shopping Barra Point, que está al lado del acceso; si va de tren, solo debe descender en la estación “Jardín Oceánico”.
Existe otro ingreso por la avenida “Armando Lombardi”, a la altura del 300 al 400, es una pequeña calle entre una estación de servicio y la Unimed, al final de esa arteria se encuentran las balsas que lo transportan en una travesía de cerca de 10 a 15 minutos.
Conocer el arrecife no lleva más de media hora, donde el visitante se encuentra con lugares ideales para un relax merecido, quienes gustan de disfrutar una buena comida, existen los restaurantes típicos y bares entorno a la isla, con vistas a la laguna, que ofrecen música en vivo y shows de artistas independientes.
Una fiesta característica del lugar es el “Festival Comida di Buteco” (Festival Comida de Bodegón), que se realiza entre el 12 de abril al 12 de mayo, donde a precios módicos se puede degustar los alimentos de bar en bar y de restaurante en restaurante.
Mucho se puede disfrutar reposando en este pequeño reducto carioca, que si bien no tiene la popularidad de las playas mundialmente famosas de Rio de Janeiro, y hasta por muchos desconocida, podemos decir que este no es el motivo para que la misma no tenga visitantes, hay que apresurarse con las reservas los fines de semana o feriados e ir tempranito para reservar una mesa en los distintos establecimientos gastronómicos, allí es muy común degustar, mariscos, pasta frescas, comidas típicas, pizzas, hamburguesas artesanales y la infaltable cerveza helada.
En su visita a este lugar, es recomendable el uso de calzados bajos y confortables para recorrer las calles sin pavimentar, subir y bajar de los barquitos, además de ropa liviana y nunca viene mal un repelente de insectos.
A pesar de considerarse un lugar pequeño ofrece una importante diversidad de posadas para hospedarse.
La Isla de Gigóia es una opción perfecta para tener un buen descanso a pasitos de la ciudad maravillosa, en uno de los bares reza una leyenda que dice: “Solo está permitida la entrada con Buenas Energías”…
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Alberto Antonio Curia es Consultor Turístico y Agente de Viajes.
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