Un argentino en Brasil: Los Capitanes del Monte

Sicarios de esclavos fugitivos – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Ud debe de haber leído en nuestra columna menciones sobre los“Capitães-do-Mato” –Capitanes del Monte- y se atribuye esta denominación a hombres pobres y libres, sin trabajo, que se dedicaban a rescatar a los esclavos en fuga.

Tuvieron su notoriedad en el Brasil a partir del siglo XVII, teniendo en cuenta que fue cuando más proliferaron los “Quilombos” en todo el territorio.

La función principal de esta milicia especializada, era la caza y recaptura de los esclavos fugitivos y destruir estos albergues llamados “quilombos”, ubicados en el medio del monte. Formaban parte de una cultura pro-esclavista, muy en boga por aquellos tiempos.

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Estos milicianos estaban bajo el mando de hacendados que poseían gran cantidad de cautivos por los que habían pagado cierta cantidad de dinero y los consideraban de su propiedad, no solo porque los habían comprado, sino porque la ley los amparaba. Para resguardar esa mano de obra barata, existía ese grupo de “sicarios” que mantenían el orden.

Cobraron gran auge los “Capitanes del Mato” luego de la rebelión del “Quilombo de los Palmares”, donde muchos esclavizados lucharon por su libertad. A partir de ese momento y para evitar más fugas, estos represores se tornaron imprescindibles.

Hombres libres, negros o no, se candidateaban para ejercer esta función a cambio de regalías para su sustento. Este trabajo era de lo más bajo y, consecuentemente, el de menor prestigio.

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Algunos liberados participaron de esta represión institucionalizada y eran muy buscados porque conocían la región, el pensamiento de sus pares y las tácticas de fuga.

Una de las principales maneras de ejercer esta función, se daba por parte del Estado junto a su aparato burocrático, ya que para ser nombrado era necesario que el postulante contase con una carta de recomendación que garantiese confiabilidad.

Así que los “hombres buenos”, recomendaban a las autoridades a aquellos que supuestamente eran aptos para ejercer esa función. Además, las autoridades regulaban las tareas a cumplir, con normas preestablecidas como entrenamiento, recursos en dinero y armamento, entre otros ítems.

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De todas maneras, estos “guardias” no duraban mucho en este trabajo; solo subsistían un año y medio aproximadamente. Luego eran cesanteados, por la desconfianza de tener este tipo de gente armada y con poder. De hecho, la preocupación era tal, que las autoridades monitoreaban de cerca con el apoyo del resto de la sociedad, el accionar de los hombres tan temidos.

Los señores feudales vivían en permanente estado de tensión, porque dependían de los guardianes para que sus producciones de azúcar o café no se atrasasen. Solamente los capitanes podían asegurar la continuidad del régimen laboral totalmente esclavista, con su vigilante represión.

La función de estos matones garantizaba la sobrevivencia de hombres pobres y sin oficio y, también, acrecentaba el prestigio y distinción social de sus empleadores.

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Estos hombres siempre estuvieron más próximos a los señores de los ingenios que a los esclavos y garantizaban con este accionar su propio convivir con el resto de la sociedad, ya que eran mejor vistos que los cautivos.

La figura de los “Capitães-do-Mato”, fue tan importante para el mantenimiento del sistema, que hasta el final de la esclavitud, entre 1887 y 1888, cuando los esclavos escapaban de las haciendas, los propietarios de estas continuaban utilizando los servicios de este grupo especial.

Eran hombres munidos de vestimenta adecuada para ingresar en los montes y montados de a caballo, fuertemente armados. Se valían de sus entrenados perros de raza Fila Brasilera, para encontrar a los fugitivos.

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El africano encontrado sufría todo tipo de tortura amarrado frente a las senzalas (alojamiento de esclavos tipo barracas), donde dormían, para que sirviese de ejemplo para quien pensase en escapar.

Personajes que hacen parte de la historia de un tiempo lejano, pero no olvidado. “Los Capitanes del Monte”, fueron instrumentos de un aparato represor, comandados por los terratenientes y hacenderos que edificaron sus fortunas con el sufrimiento y el dolor del hombre de raza negra.

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