Un argentino en Brasil: Moradores da rúa

Una triste realidad en Río de Janeiro – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Hay situaciones que no pueden ignorarse más allá de que usted, lector de Diario de Cultura, esté de visita en excursión a Roma, Londres, París o Rio de Janeiro. Es la realidad de los pobladores que viven en las calles, este contexto que no disminuye pese a que el mundo evoluciona en muchos aspectos y si hablamos de turismo, las ciudades antes nombradas son puntos elegidos para vacacionar.

Rio de Janeiro, la ciudad maravillosa, la que deslumbra a propios y extraños, con sus paisajes bellos, con sus arenas rubias y aguas transparentes, esa postal indiscutible del Cristo Redentor o el característico “Pao de Açucar”, que junto a la excelente hotelería acompañada de sus afamados restaurantes, no escapa a un escenario que visto desde la otra vereda, la del residente en situación de indigencia, la del que nada tiene, indica que más de 14 mil personas están en el crudo escenario de la calle.

Ese número se triplicó en los últimos 4 años, ya que en 2013 eran algo menos que 6 mil, sobre el final de 2016 superaban los 12 mil y con el correr de los días y los meses el número de “moradores de rúa”, aumentó.

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De acuerdo con un último censo efectuado por la Secretaría Municipal de Asistencia Social, la mitad de la población que vive en las calles, llegó de otros estados de Brasil para intentar una vida mejor en la capital fluminense, pero como consecuencia del desempleo bastante generalizado, no consiguieron insertarse en el mercado laboral. Y, actualmente, casi un millón de personas no tienen trabajo en el estado de Río.

Tuvimos la oportunidad de conversar con estos “ilustres”, extrabajadores, para conocer un poco las historias que los preceden y cada uno de ellos sin excepción, quieren recomenzar una vida digna.

Muchos dicen que en pocas ocasiones reciben un mirar más humano de parte del resto de la gente. “Yo espero siempre lo mejor de la sociedad, creo que el amor por el prójimo va vencer”, nos manifestaba con una sonrisa llena de esperanza en su rostro un señor de nombre Valdomiro.

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Río de Janeiro está capacitada para recibir a turistas de todas partes del mundo con un nivel de excelencia, pero también tiene mucha precariedad e inseguridad. En la ciudad hay 62 refugios para recibir a la población en situación de calle con una capacidad de 2.155 lugares, pero la mayoría de los consultados dicen que prefieren resguardarse en las calles por la enorme desorganización, falta de higiene y seguridad que ofrecen los cobijos, porque entre los más jóvenes que se acercan a estos lugares existe mucho consumo de droga y maltratan a quienes nada les pueden sacar.

La falta de políticas públicas para personas en situación de vulnerabilidad y para los egresados de presidios, contribuye al aumento de los que ya viven en las calles y agravan aún más las condiciones de ayuda que puedan recibir.

El cierre de la sede del Centro Pop Bárbara Calazans, organismo dependiente de la Secretaría de Asistencia Social, que ofrecía alimentación, tramitaba documentación, intercambio y educación para estos moradores durante el día, dejó un vacío difícil de llenar. Igual, los integrantes del excentro, continúan trabajando con mucho sacrificio desde hace algo más de dos años y aportan con su esfuerzo un acto de caridad.

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Además de la crisis, los asistentes sociales comentan que en muchos moradores de rúa, hay una falta de equilibrio, esa fuerza interior que tiene el ser humano para superar las adversidades. De todas maneras, no existe un perfil único, es un fenómeno complejo que poseen muchos de los integrantes en esta situación.

Según la coordinadora del puesto Avanzado de Identificación Civil para personas en Situación de Calle y Vulnerables, la defensora Clélia Blanco, quien ya atendió a tres generaciones de seres que viven en las calles, el puesto creado hace dos años por el Núcleo de Defensa de los Derechos Humanos (Nudedh), de la Defensoría Pública del estado de Río, emite gratuitamente documentos, tales como certificado de nacimiento e identidad, en sociedad con el Departamento de tránsito (Detran).

Por lo que se pudo averiguar, no hay programas volcados para la recuperación de estas personas, para que tengan una casa o empleo, se necesitan más refugios y no basta solo con colocar a estos seres humanos en los resguardos, se precisa una puerta de salida que abra al menos la esperanza de que puedan insertarse en la sociedad.

Como dato alentador, podemos decir que en los últimos 4 meses, 350 personas salieron de esta cruel situación con apoyo de la municipalidad de Río de Janeiro. Para muchos esto no alcanza, pero es el principio de mejoría de una vida muy triste en la que vive mucha gente en la capital de los cariocas.

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