Ciertos documentos atestiguan la existencia en Estraburgo, ya en la época romana, de una comunidad cristiana. La ciudad, incluso, albergó la primera iglesia catedral episcopal destruida hacia el año 100.
Una nueva catedral, cuya primera piedra fue colocada en el 1015, fue terminada -escencialmente- en 1050. Hoy solo quedan de ese edificio, elementos muy parciales de la cripta.
Devastada por varios incendios en el siglo XII, la catedral –el coro y la nave, en particular- fueron renovados y se trasladaron los departamentos del canónigo al lado este del edificio. La nave romana fue utilizada hasta 1250 y remplazada luego de su demolición por una nave gótica, construida en apenas 25 años.
En esa época, los burgueses que se habían alzado en armas contra el obispo para salvaguardar la libertad de la ciudad, fueron los vencedores de los combates. Las vitrinas del «transept» (crucero norte) recuerdan dicho episodio de manera bastante asombrosa: los «vitraux» representan –cosa que hubiera sido inconcebible- una iglesia en otras circunstancias, los retratos idealizados de 28 reyes de Alemania hasta 1275.
No debe haber sido fácil para el arquitecto de la nave, Rudolf de Strasbourg, integrar el sentido románico alemán del espacio a las estructuras góticas. El hecho que lo haya logrado muestra su genialidad.
Si los constructores hubieran logrado terminar simultáneamente el conjunto de la fachada, se hubiese convertido en la mas hermosa catedral de Europa. Desgraciadamente, el terrible incendio de 1298 les impidió llevar ese proyecto a buen término.
En el siglo XIV, el maestro Erwin comenzó la obra que basó su celebridad y, ubicándose dentro de la tradición francesa, resolvió el problema de la horizontalidad obteniendo una perfección sin igual.
Muchas veces se describió a esa fachada como «un encaje o puntilla» de piedra lista a dispararse hacia el cielo.
La torre, que en otras épocas le valió a la catedral de Estrasburgo el nombre de Octava Maravilla del Mundo, se debe a los maestros constructores Ulrich de Esslingen y, posteriormente, a Jean Hultz, de Colonia.
Ulrich solo había previsto una torre y rechazaba la construcción de otra, simétrica, a su derecha.
Solo la conquista de la altitud parecía interesar a los maestros del gótico tardío.
La piramide que ornamenta la torre, igualmente obra de Jean Hultz, está adornada por 52 torrecillas que albergan escaleras en caracol.
Arriba de todo, tronaba antes una imponente estatua de la Vírgen bendiciendo la ciudad y a la región de Alsacia.
La Catedral de Notre-Dame de Estrasburgo está situada en el centro histórico de esta ciudad francesa, declarada Patrimonio Unesco de la Humanidad en 1988 y consagrada al culto católico de la Virgen Maria, restablecido desde finales del siglo XVII, tras el periodo de culto protestante iniciado en el siglo XVII.
El edificio, propiedad del Estado francés que lo declaró Monumento Histórico en 1862 y sede de la Diócesis de Estrasburgo, fue construido a lo largo de cuatro siglos, entre los años 1015 y 1439, y es considerado un ejemplo destacado de la arquitectura del arte gótico tardío, que acumula virtudes por la maestría de diferentes arquitectos venidos sucesivamente de Borgoña, el reino de Francia y del Sacro Imperio.
Para su construcción, combinaron los estilos de obras como las de Sens, una de las primeras del gótico, Chartres, Notre Dame de Paris, Notre Dame de Reims y otras de Suabia o Bohemia.
Su única torre campanario o flèche, que culmina a 142 m de altura, constituyó la obra arquitectónica más alta del mundo durante más de dos siglos.
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# Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 es corresponsal en París para diferentes medios, tanto en la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandi).
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