Un argentino en París: La gran aventura del rey

El viaje alrededor del mundo, por procuración, del Rey Louis XVI. Por Jorge Forbes, desde Francia, especial para DiariodeCultura.com.ar

El 26 de junio de 1785, el Rey Louis XVI convocó al Capitán de Navío Jean Francois de Galaup de Laperouse. El monarca, cuidadosamente, preparó una misión de exploración confiaría a ese emérito marino. El feliz elegido por el rey se aprestó a hacerse a la mar durante 4 años.

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Cuando Jean Francois de Galaup de La Perouse ingresó en el Château de Versailles eran apenas las 8 de la mañana. Una ligera brisa soplaba entre las esculturas generando una atmósfera de inesperada liviandad. Ese 26 de junio de 1785 tenia una cita con el rey.  Louis XVI le quería dar personalmente las instrucciones precisando los objetivos de la importante tarea que le confiara unos meses antes: dirigir la más grande e importante expedición marítima de la historia.

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A parte de una misión de exploración y de descubrimiento de nuevos emprendimientos comerciales y científicos se trataba, nada más ni nada menos, que ir detrás de la aventura, y porque no, sobrepasar la de su héroe, el británico James Cook, quien descubrió Australia y Nueva Zelanda, durante un viaje más largo y profundo.

Precedido por dos lacayos que lo conducían a la biblioteca personal de Louis XVI,      La Perouse percibía su silueta en un espejo. De baja estatura, mirada viva, mas azul que un lago del Gran Océano, estaba muy orgulloso a sus 43 años, de haber sido el  elegido entre otros oficiales de la marina de mayor grado y estados de servicio mucho mas impresionantes que los suyos.

Procedente de una familia de la nobleza del sudoeste, comenzó su carrera a los 15 años como guardia de la marina real y probó su bravura y capacidad de observación durante la guerra de la independencia norteamericana. Esta aventura borraría el recuerdo de una turbulenta juventud, un poco despilfarradora, y que le había costado  ser nombrado capitán de navío solo a los 38 años. De repente suena una voz: « Entre, señor ! El rey está impaciente de encontrarse con usted».

Un rey apasionado por la geografía

En el momento en que La Perouse ingresaba en la biblioteca, Charles Eugéne Gabriel de la Croix, marqués de Castries, ministro de la Marina, avanzaba hacia él en su uniforme de mariscal de Francia. Sentado en su sillón el rey mientras anotaba en un manojo de documentos, levantó la vista. Lucía una sonrisa amable y dulce. Su visitante se inclinó con respeto.

El monarca bajó sus anteojos para mirarlo por encima del armazón de sus lentes. «Lo hice venir aquí, estimado señor de La Perouse, para decirle, unos días antes de vuestra partida del puerto de Brest, cuan importante es esta expedición para mi». Dejó los anteojos sobre su escritorio y agregó: «Como seguramente usted lo sabe, mi ambición por ésta es enorme: deberá ser más importante que la de Bouganville, que no descubrió gran cosa bajo el reino de mi abuelo. Tendrá usted por objetivo rectificar y terminar la cartografía del planeta, establecer nuevas oficinas comerciales, descubrir nuevas rutas marítimas alrededor del mundo y enriquecer los conocimientos y las colecciones científicas.

A su alrededor, la biblioteca, los mapas, los astrolabios y los sextantes en los estantes demuestran la pasión de Louis XVI por la geografía. En cuanto al ejemplar original de Robinson Crusoe traducido del inglés por el propio rey, y ubicado en la mesa de luz, revelaba la naturaleza curiosa, y posiblemente más aventurera de lo que se puede imaginar del monarca. En el secreto de su despacho preparaba minuciosamente el plan de ruta. «Venga, le voy a mostrar el itinerario que deberá seguir», confirmó Louis XVI.

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El rey se levantó y acompañó al marino hacia una mesa. Un mapa del mundo estaba desplegado. «Luego del pasaje del cabo de Hornos, tendrá que seguir por la costa del Pacifico hasta Alaska, y continuar por la isla de Pascua y Hawai. Explorará el Pacífico hasta las orillas de Australia. Allí recolectará vegetales desconocidos, y hará una proyección de eventuales factorías o sucursales coloniales. Además, estudiará la posibilidad de cazar ballenas… Eso es lo que espero de usted».

Al ver la mirada del rey que se animaba, su interlocutor se preguntaba si el mar no era su verdadero reino. El proyecto transfigura a La Perouse hasta la sinrazón: se trataba de lograr en un solo viaje lo que Cook había hecho en tres. «Usted sabe porque lo elegí para dirigir esta expedición ?». La Perouse observaba al ministro, y luego al rey, un poco sorprendido. «Es gracias a la mansedumbre de la que usted hizo prueba con respecto de los ingleses durante su expedición en la bahía de Hudson, afirmó Louis XVI. Luego de haber derrotado a esa flota usted podría haberlos dejado morir de hambre, pero no, les entregó víveres y armas para que pudieran defenderse contra los indios. Este actitud le dió honra. No lo olvide jamás cuando vaya al encuentro de los «naturales».

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El marino se dispuso a hablar cuando el ministro le indicó con una seña y que siguiera escuchando. «Ese será el principio que deberá guiar su viaje, agregó el rey. Si fuera para procurarse sustancias vitales solo use la fuerza contra los posibles pueblos salvajes, y con extrema moderación. Y sancione muy severamente a aquellos que hayan desobedecido sus órdenes». «Por supuesto Majestad, repondió La Perouse, un poco sorprendido.

Al partir del palacio de Versailles y a pesar de la euforia que suscitó en él la confianza del rey y la perspectiva de esa partida inminente, el feliz elegido no pudo impedir sentir encogido su corazón pensando a la que iba a dejar dentro de poco tiempo. En su casa parisina de la rue Montorgueil, le contó su entrevista a su esposa adorada, Eléonore, en cama desde su falso embarazo. Con la mirada un tanto perdida escuchó con atención cada detalle, tratando de buscar, en el entusiasmo de su marido, el coraje para enfrentar la anunciada separación.

«Ya verás mi gran amor, esos 4 años pasarán muy rápido. Estaré de vuelta en el verano  de 1789». Eléonore sintió subir las lágrimas que retenía desde hace algunos dias. «Ese viaje es largo, pero sobre todo peligroso», murmuró. « Seré prudente. Acaso no te prometí algo que no haya hecho ?. Y tendremos ese hijo que perdimos.» « Esperaremos », contestó entonces Eléonore.

La Perouse bajó los ojos y pensó en las dificultades a las que se enfrentaron desde su encuentro en la Ile de France, futura Ile Maurice; la oposición de su padre que no veía con buenos  ojos  a Eléonore ya que no era ni rica ni bien nacida y el casamiento organizado con otra señorita…

Para mas datos: [email protected] o forteressedufauconnoir.com

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°Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 es corresponsal en Paris para diferentes medios, tanto en la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandi).
Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Coleccion y propone visitas en la capital francesa (privadas o en grupo, no mas de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, asi como sitios poco conocidos para turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por mail a [email protected] o al teléfono celular en Francia: 0033606837915.
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