Un argentino en París: La hazaña de La Pérouse – Sexta y última parte

El testimonio de un náufrago de La Boussole y de L’Astrolabe fue recogido entre los habitantes de la Isla de Tikopia – Por Jorge Forbes, especial para DiariodeCultura.com.ar

Casi 40 años luego del naufragio de las dos fragatas dirigidas por La Pérouse el negociante Peter Dillon encontró una huella en 1827, levantando así una parte del velo sobre el destino de los miembros de sus tripulaciones.

Un día de mayo de 1826, al mando de su navío, el Saint Patrick, Peter Dillon puede felicitarse por su suerte. De apenas 40 años este negociante de origen irlandés, de una familia de comerciantes, amaso una pequeña fortuna comprando y revendiendo sándalo, una madera perfumada, particularmente apreciada por los chinos, y que utilizan en sus templos.

Establecido en  Calcuta, principal base de la Compañía inglesa de las Indias orientales, Peter Dillon navego toda la vida en el océano Pacifico. Las historias de sus expediciones mercantiles, que publico en los diarios, le valieron  una reputación de
aventurero, navegante intrépido y audaz. Pero en el fondo, Dillon no esta satisfecho. Sus héroes, sus modelos; no son comerciantes: se llaman Napoleón o Nelson, el temible almirante británico.

Mas allá de una guerra o de una batalla, sueña con resolver el gran enigma de los últimos años, el de todos esos marinos que navegan por el Pacifico y que quieren elucidar:  el misterio de la desaparición de la expedición de La Pérouse.

La Boussole y L’Astrolabe, las dos fragatas comandadas por el navegante francés, por orden del rey Louis XVI no volvieron nunca a Francia. Su rastro se perdió luego de haber abandonado Australia en 1788. Numerosos fueron los marinos que se lanzaron
a la búsqueda de los desaparecidos. Sin nada para recuperar.

Nadie logro saber si los miembros de la tripulación lograron sobrevivir a un naufragio. Para descubrir sus huellas Peter Dillon se fía a su intuición y la misma lo lleva a  Tikopia, pequeño pedazo de tierra que pertenece a las Islas Salomón.

«Porqué ese desvío, mi capitán?, le preguntó su segundo de a bordo. –Tengo ganas de volver a ver a Martin y a Joe», respondió muy suelto de cuerpo Peter Dillon.

Una prometedora primera vista

Esta feliz de reencontrarse con antiguos acólitos a los que desembarco en la isla, 13 años antes, y dicha visita es sobre todo un pretexto para ir a buscar algunos testimonios sobre el misterio La Pérouse. Al llegar a la isla apenas reconoce a sus
amigos. Tienen el pelo largo y la piel curtida por el sol. Al acercarse a Joe el capitán advierte un detalle.

« Que tienes alrededor del cuello ? –La guarnición de una espada que le compré a sobrevivientes de una nave que se estrello en los arrecifes de  la Isla de Vanikoro, a unos 200 kms al noroeste.

Déjame ver eso mas de cerca !». Casi arrancándole el collar observa las iniciales, todavía visibles y, que pese a la usura cree distinguir J.F.G.P. Alza su cabeza, iluminado como si estuviera ante una aparición. Son las iniciales de Jean-François
de Galup de La Pérouse. Su patronimico puede ser  ortografiado de esa manera. Se da vuelta hacia su segundo y le dice: «La tenemos !. Que es?. La traza del naufragio de La Pérouse !».

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El itinerario seguido por La Pérouse. En este último episodio se evoca el descubrimiento de objetos encontrados luego del naufragio del marino  a lo largo de Vanikoro.

Pocos días mas tarde, Peter Dillon va a Calcuta para constituir una flota mas importante, capaz  de partir a la búsqueda de las naves desaparecidas cerca de la isla de Vanikoro. Parece mucho mas impaciente de lanzarse tras las huellas de ese naufragio ya que tomo conocimiento de la expedición  de Jules Dumont d’Urville.

Este oficial partió de Francia el 22 de abril de 1826 para encontrar los restos que imagina reposan a lo largo de Nueva Guinea. Una vez que desembarca al sur de la Isla de Vanikoro, Dillon recoge el testimonio de un jefe local e identifica el lugar del naufragio.

Su emoción es enorme y no se puede impedir unas lagrimas cuando  sus hombres logran subir balas de cañón, anclas y otros objetos del fondo marino. Le pregunta a un viejo que lo acompaña: « Hubo sobrevivientes?

No en nuestra isla, responde el individuo. Una de las fragatas se fue a pique, pero la otra se estrello contra los arrecifes. Ciertos miembros de la tripulación sin duda sobrevivieron, pero  no quedan rastros de ellos». Peter Dillon, decepcionado, permanece en silencio. En marzo de 1829 al no haber podido cruzar algún sobreviviente de la expedición, Peter Dillon decide regresar a Londres, y luego
París, con sus preciosos descubrimientos.

Pide audiencia con el rey, Charles X, para entregárselos personalmente y depositar a sus pies lo que considera como un homenaje: acaso no es un bello símbolo poder llevarle a quién restauro la monarquía de los Borbones en Francia los «souvenirs»
de esa expedición diligenciada por su hermano?.

En el despacho del rey un hombre de edad avanzada, sus cabellos grises, se mantiene cerca de una ventana, casi alejado y con un aire de profundamente perturbado. Se trata de Barthélemy de Lesseps, cónsul de Francia en Lisboa, de paso por París.
Esta impaciente de descubrir los objetos recuperados y traídos por Peter Dillon. Y con razón: muchos años antes embarco en L’Astrolabe en tanto que interprete.

En 1787, y por orden de La Pérouse desembarcaba en Kamtchatka y atravesaba la Siberia para entregarle al rey de Francia los archivos de la expedición ; convirtiéndose así en el único sobreviviente de esa aventura.

El destino se ensañó con La Pérouse

La mirada un tanto perdida ; Barthélemy de Lesseps  se inclina para ver los  objetos ubicados en esa mesa, un tanto desconfiado. Sin embargo una pequeña medalla
atrae su atención. Reconoce la que llevaba La Pérouse durante el trayecto.

«Efectivamente es la de él, murmura muy emocionado.» – Pudo saber si hubo
sobrevivientes?, le pregunta el rey a Peter Dillon. – Que yo sepa no, pero no podemos excluir esa posibilidad. – En recuerdo de mi hermano, Louis XVI, que quiso con esa expedición hacer un emblema de su reino, deseo recompensarlo!». Peter Dillon se inclina ante el monarca que le confiere el titulo de caballero de la Legión de honor, una recompensa de 10.000 francos oro ademas de una pensión a vida de 4.000 francos oro, e incluso lo nombra cónsul de Francia en Australia.

Una vez solo, Charles X no puede impedirse pensar al destino que se ensañó hasta el fin contra La Pérouse: esa expedición no solo logro sobrepasar la del británico
James Cook, pero sus restos fueron finalmente recuperados por un irlandés!. Hasta el fin este desgraciado final habrá sido el emblema del reinado de su hermano, marcado por la caída del «Ancien Régime ».

Al mirar los objetos traídos por Peter Dillon se pregunta, de repente, si acaso no serán igualmente una desgracia para él.


*Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 es corresponsal en Paris para diferentes medios, tanto en la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandi).
Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Colección y propone visitas en la capital francesa (privadas o en grupo, no mas de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, asi como sitios poco conocidos para turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por mail a [email protected] o al teléfono celular en Francia: 0033606837915.
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