Los coletazos de la pandemia en los Países Bajos principalmente, pero también en otros países europeos, dejaron un impacto insospechado y, por demás, curioso: la moda inmobiliaria de vender y comprar iglesias que atrae a inversores de los perfiles más variados. Entre ellos se encuentra el futbolista sueco Zlatan Ibrahimovic, que adquirió una propiedad en Estocolmo con el plan de mudarse en un futuro con su familia.
La causa de esta tendencia, que a muchos les cumple el sueño, o el capricho, de fantasear con el santuario propio, provoca cierta pena en las comunidades que ven caer año a año la afluencia de gente a los lugares de rezo.
Una moda que muchos lamentan
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El vicario Hans Pauw de Doetinchem, uno de los tres emisarios del arzobispo Wim Eijk en la archidiócesis de Utrecht, lo ve con tristeza y algo de desconsuelo. Hace años que alerta sobre este fenómeno que, lejos de detenerse, se profundiza cada día más. “Nunca idealizaré la fastuosa vida romana”, declaró recientemente a un medio holandés, al ser consultado sobre esta curiosa tendencia inmobiliaria.
Debido a la caída de sus ingresos, que venía afectada por la falta de recambio generacional y que se profundizó durante “coronacrisis”, muchas congregaciones se vieron obligadas a vender sus iglesias por no poder afrontar los altos costos para mantenerlas.
El problema se originó, sin embargo, antes de la pandemia. Según un reporte inmobiliario de la agencia Colliers, en 2019, una de cada tres iglesias estaba en riesgo de quedar vacante. De acuerdo al mismo informe, para 2030, se espera que las iglesias reciban solo 900.000 personas al año, un 44 por ciento menos de gente que la que se recibía en 2010.
La iglesia de Zlatan Ibrahimovic en Estocolmo
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El delantero del AC Milan, Zlatan Ibraimovic, adquirió en 2019 una enorme propiedad de 900 metros cuadrados, distribuidos en 4 plantas, situada en el corazón de Estocolmo. La operación costó 110 millones de coronas suecas, o casi 18 millones de dólares. Se trata de una antigua iglesia, construida a finales del siglo XIX, que era propiedad de la madre de Zlatan, Jurka Gravic, desde 2013. Aunque el futbolista sueco de 41 años no lo confirmó, los medios europeos aseguran que, dado que está próximo a su retiro, el lugar, que se convertirá en un townhouse, es decir, un complejo de viviendas adosadas, es adonde piensa radicarse con su esposa y sus hijos en un futuro inminente.
Dos mansiones de lujo en Utrecht
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Un estudio de arquitectura holandés transformó dos antiguas iglesias abandonadas en casas lujosasdestinadas a vivienda. Las reformas proyectadas por la firma Zecc Architects les dieron una segunda vida a espacios y mobiliario de culto. Una de ellas es la antigua iglesia de Saint Jakobus, reconvertida a una casa espaciosa y moderna. En el entrepiso instalado en los años 90 (anteriormente utilizado para conciertos o venta de antigüedades) se ubicó el corazón del proyecto. Los espacios privados de la casa están en la planta baja, mientras que el living se configuró en el entrepiso, dotado de luz natural.
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El otro proyecto transformado en una casa amplia y luminosa consistió en remodelar por completo la iglesia católica de St. James. Ubicada tras una fachada discreta, en una calle céntrica de Utrecht. En el establecimiento no se practicaban servicios religiosos desde 1991, cuando la propiedad comenzó a albergar exposiciones de muebles antiguos, alquilarse como sala de reuniones o para realizar conciertos.
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Un pista de skate en el interior de la iglesia de Arnhem
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El Arnhem Skatepark se inauguró en la iglesia St. Joseph Kerk en noviembre de 2011, cuando se convirtió en una atractiva pista de patinaje para tanto para skaters como para visitantes curiosos. El lugar, dicen, le sumar emoción al deporte de riesgo, dada la inmensidad de los muros sagrados y la belleza arquitectónica del edificio.
Café Olivier, en Utrecht
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El frente del edificio es bastante sobrio y se mimetiza con los demás edificios de la zona, conservando el perfil de “iglesias secretas” que tuvo la construcción original. Allí se encuentra uno de los bares más famosos de Holanda, el Belgian Beer Café Olivier en la ciudad de Utrecht, emplazado en la antigua iglesia Maria Minor Kerk, pegado a la Estación Central. En un ambiente joven y casual se puede disfrutar de unas cervezas artesanales, tapas de todo tipo, rodeado de los símbolos religiosos que evocan la gloria de antaño: el altar, las bóvedas y el órgano.
Fuente: Daniela Chueke Perles, La Nación