Un foro de intelectuales, artistas y escritores hace un llamado a “las fuerzas de la tierra”

Consideran urgente la elaboración de “una agenda política propositiva integral y federal” y advierten que el Gobierno tiende a la autocracia

Un foro de escritores, artistas, intelectuales, docentes, investigadores y trabajadores de la cultura dio a conocer ayer un documento donde se hace un “llamado a las fuerzas de la tierra”, en contraposición a las “fuerzas del cielo” invocadas por el Gobierno y los libertarios, caracterizados en el comunicado como “fuerzas de extrema derecha”.

Entre los firmantes iniciales hay nombres destacados de la cultura y el pensamiento, como las escritoras Griselda Gambaro, Claudia Piñeiro, Rita Segato, Susana Torres Molina, Dolores Reyes, Claudia Aboaf, Florencia Abbate, Gabriela Cabezón Cámara y María Inés Krimer, los escritores Martín Caparrós, Guillermo Martínez, Sergio Olguín, Mauricio Kartun y Carlos Gamerro, las directoras de cine Lita Stantic, Lucrecia Martel y Albertina Carri, el director Marcelo Piñeyro, las filósofas Diana Maffia, Laura Klein y Maristella Svampa, los investigadores Pablo Seman, Flavia Costa, Andrea Giunta, Adrián Gorelik, Verónica Gago y Gabriel Kessler y el jurista Roberto Gargarella, entre otros. El foro nace en un año de elecciones legislativas.

Los artistas Juan Carlos Distéfano, Tomás Saraceno, Andrés Gallina, Gabriela Golder y Cristina Schiavi y los actores Pompeyo Audivert, Cristina Banegas y Mercedes Morán también adhieren al documento donde se considera “urgente” la elaboración de «una agenda política propositiva integral y federal, que exprese un compromiso con la justicia social, los derechos, la igualdad de oportunidades, el respeto a las diversas identidades, la autonomía externa y la democracia“, según se lee al inicio del documento que tiene una versión ampliada de cinco páginas, con ejemplos y argumentaciones.

“Aspiramos a forjar un pacto intergeneracional que permita recuperar la solidaridad colectiva y reconstruir el tejido social -sostienen-. Para anticiparnos a la destrucción total, tenemos que movilizarnos y construir alternativas desde ahora. Atravesamos tiempos turbulentos, sacudidos por una crisis climática acelerada y una tecno-plutocracia que nunca imaginamos que podríamos vivir. En este escenario mundial convulsionado, la radicalidad destructiva y perversa a gran escala que asume el experimento de extrema derecha en la Argentina ha hecho sonar todas las alarmas. Asistimos a una política represiva cuyo objetivo es la instalación de un clima de miedo que incline a la sociedad al oscurantismo, al pánico moral y al disciplinamiento social”.

Marcelo Piñeyro, Mercedes Morán, Lita Stantic y Sergio Olguín
Marcelo Piñeyro, Mercedes Morán, Lita Stantic y Sergio OlguínArchivo

Los firmantes -entre quienes aparecen Rubén Lo Vuolo, Enrique Viale, Soledad Barruti, Alejandro Modarelli, Michel Nieva, Julieta Obedman, Ruben Szuchmacher, José Miguel Onaindia, Ana Ojeda, Mario Pecheny, Pablo Alabarces, Ezequiel Adamovsky, Feda Baeza, Hinde Pomeraniec y Martha Rosemberg (también conocida como “la madre de Caparrós”)– afirman que el Gobierno y sus aliados “quieren que bajemos la cabeza, que nos desanimemos, que obedezcamos, que nos callemos, que nos volvamos sumisos y cómplices”. “En nombre de una falsa libertad, vienen a destruir la libertad de todos y todas”, remarcan.

Nunca, en tiempos de régimen democrático, la Argentina estuvo tan cerca de un gobierno autocrático y de un Estado de excepción, con un presidente que muestra desprecio y rechazo a la Constitución Nacional y ve la justicia social como una ‘aberración’ -señalan-. Creemos que es la sociedad movilizada la que debe colocar límites políticos y éticos a esta ofensiva autoritaria. Nos oponemos a la normalización de la brutalidad y la destrucción del Estado, a la confiscación de la libertad y los derechos básicos. Nos oponemos a una narrativa infame que apela insistentemente a las fuerzas divinas. Así, nos dicen, estamos en las manos de Dios. No sabemos de qué Dios, ni tampoco qué Fuerzas del Cielo, a menos que apelen al Dios dinero, a las finanzas y a las fuerzas asimétricas del mercado. La Argentina tiene un notable acumulado de fuerzas de la Tierra, representadas por potentes y creativos movimientos en el campo de los derechos humanos, sociales, territoriales, sindicales, de género, ambientales”.

Anhelan que el llamado “alcance a las y los jóvenes, cuyo futuro aparece ensombrecido e incierto”. Y concluyen: “Si no generamos alianzas colectivas y solidaridades mayores, que alienten un proyecto de vida justo y sostenible, basado en la cooperación, la empatía y el sentido comunitario, viviremos en un planeta dañado con un país saqueado, no solo económica sino también culturalmente. Llamamos a detener el proyecto de muerte sostenido por un gobierno aliado al capital y al club de los multimillonarios internacionales. Hacemos un llamado a las fuerzas de la tierra: por la libertad, por el pluralismo, por los derechos básicos, por el reparto de la riqueza, por la igualdad, por la democracia”.

En diálogo con LA NACION, la pensadora Maristella Svampa cuenta que el objetivo del foro es generar “un espacio de intelectuales que articule con otros espacios que, sabemos, también están queriendo activar” y que el comunicado era la continuación de la primera declaración, hecha de cara a la “marcha antifascista” del 1° de febrero, tras el criticado discurso de Javier Milei en el Foro de Davos. “Quisiéramos hacer un lanzamiento en las próximas semanas y vamos a dar continuidad al foro con lecturas, debates y asambleas”, agrega.

Y el historiador Horacio Tarcus indica que “a cada instante” se registran nuevos apoyos de “intelectuales independientes de un frente amplísimo donde firma todo el mundo y sin un arco político detrás”. “La idea es conformar un espacio regular de gente independiente de la cultura que no se siente representada por ninguna de las fuerzas políticas existentes y que se pronuncia periódicamente”, dice al ser consultado por el propósito de la iniciativa. El foro, que se compara con un “¡Hasta acá!” en contra de las políticas culturales, educativas y sociales del Gobierno, aún no tiene un nombre.

Fuente: Daniel Gigena,   La Nación