“La formación es muy sólida”: por primera vez un médico argentino presidirá una federación mundial de una especialidad muy demandada

Se trata de Néstor Raimondi, jefe de la División Terapia Intensiva del Hospital Fernández

Un médico argentino fue elegido por primera vez en más de medio siglo para dirigir entre 2027 y 2029 la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados Críticos (Wficc, por su sigla en inglés), entidad que desde el año pasado ocupa una silla permanente en las reuniones anuales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Washington con los ministros de salud de la región. Se trata de Néstor Raimondi, jefe de la División Terapia Intensiva del Hospital Fernández y expresidente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y la Federación Panamericana e Ibérica de Medicina Crítica y Terapia Intensiva.

“Haber alcanzado este cargo es muy importante. Es un reconocimiento a la trayectoria”, dijo Raimondi en diálogo con LA NACION en su oficina en el segundo piso del hospital porteño.

Minutos antes, con visible orgullo describió al detalle cada uno de los cambios en la renovada terapia intensiva del Fernández. Eso permitió que el hospital sea el primero en el sistema público de la ciudad en hacer trasplantes renales. “Acá, empecé mi carrera. Fui residente hace 30 años”, dijo el médico al abrir la puerta.

Raimondi fue electo presidente de la Wficc el mes pasado, durante el 17° Congreso Mundial de Cuidados Intensivos y Críticos, en Vancouver, Canadá. La ceremonia formal será en la India, en septiembre de 2027 y su mandato será por dos años. La entidad internacional está integrada por las asociaciones profesionales de la especialidad de más de un centenar de países, junto con entidades de especialidades afines, como la nutrición o la enfermería crítica.

A través de las sociedades científicas de los países y con respaldo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), asesoran gobiernos en la organización de servicios e infraestructura de los cuidados intensivos y críticos o se encargan de la formación de los equipos especializados. Eso no solo incluye a médicos y enfermeros, sino a todo el equipo que trabaja en las unidades, incluidos los servicios generales, como la limpieza.

La terapia intensiva del Hospital Fernández fue renovada de acuerdo con los requisitos que exige la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados Críticos
La terapia intensiva del Hospital Fernández fue renovada de acuerdo con los requisitos que exige la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados CríticosFabián Marelli

La entidad internacional está a cargo, también, de llevar a la práctica la resolución adoptada por la OMS –a la que en 2024 adhirieron los países de la región a través de OPS– para mejorar la prevención, la detección temprana, el diagnóstico y el manejo de la sepsis, un desarreglo orgánico que ocurre cuando el cuerpo no tolera la enfermedad causada por bacterias, virus u hongos. Es una emergencia médica con alta mortalidad sin protocolos adecuados de detección e intervención oportunas.

“Tenemos lo que se llama la hora de oro: si cuando ingresa un paciente cumplimos con tres pasos básicos en el tratamiento de la sepsis que son hidratar al enfermo, tomar cultivos y administrar un antibiótico de amplio espectro, ya se están salvando vidas y se puede hacer en cualquier lugar del mundo. El problema, hoy, es obtener una muestra para determinar qué antibióticos sirven en cada paciente. Ahí es donde en los países empiezan a aparecer las dificultades”, describió Raimondi.

Desafíos

En representación de la Wficc, el intensivista argentino está participando en la redacción y evaluación de la implementación del plan 2025-2030 de la OPS para el control de la meningitis en la región. En este caso, el principal desafío está siendo que los países sinceren sus cifras epidemiológicas: el plan incluye la entrega de un programa para implementar en el sistema de salud más el financiamiento para ejecutarlo. Algo similar sucede con un programa para la atención del dengue grave, que son los casos que llegan a terapia intensiva cuando aparecen las complicaciones. La Wficc dirigirá académicamente el centro de entrenamiento con normas internacionales que abrirá la OPS en Asunción, Paraguay.

Al pasar a la crisis del recurso humano que está atravesando la especialidad, Raimondi coincide en el diagnóstico de sus colegas: los médicos jóvenes no están eligiendo la terapia intensiva ya desde la residencia y está en riesgo el recambio generacional. Pero, antes de avanzar, pidió poder hacer una aclaración: “Si tuviera que volver a empezar mi vida profesional, sería médico intensivista. De nuevo”.

A diferencia de otras especialidades, la terapia intensiva se ejerce solamente en las instituciones y, sobre todo después de la pandemia de Covid-19, aumentaron en los profesionales planteos que tienen que ver con el futuro laboral, el bienestar y el nivel de ingresos a cambio de una alta demanda laboral en horas y guardias. En la unidad del Hospital Fernández, por ejemplo, las guardias no son de 24 horas, sino que están fraccionadas: 12 horas de noche y un turno de 12 horas, o dos de 6 horas en dos días, el resto de la semana.

Néstor Raimondi, presidente electo de la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados Críticos en la terapia intensiva del  Hospital Fernández
Néstor Raimondi, presidente electo de la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados Críticos en la terapia intensiva del Hospital FernándezFabián Marelli

“Pero si analizamos lo que está sucediendo es que desanima el sistema. No es la especialidad, que es maravillosa”, planteó Raimondi. “Es una de las pocas especialidades en las que hago algo y veo enseguida la respuesta”, dijo. Un terapista tiene que poder tomar decisiones en minutos. “En terapia intensiva no sirven las individualidades, sino el liderazgo porque es necesario trabajar en equipo para obtener buenos resultados”, explicó.

La carencia de recursos humanos, según agregó, se está dando en todo el mundo, aunque con diferencias entre los países. En la región, la Wficc implementará el año que viene un programa de capacitación que apunta, también, a contrarrestar esa tendencia.

“La Argentina está muy bien posicionada desde el punto de vista académico. La formación es muy sólida, con certificación de la SATI –ponderó Raimondi–. Lo que sucede es que los recursos entrenados se concentran en las grandes ciudades por el momento.”

Pero en un país tan extenso y en la actualidad, ¿cómo deberían disponerse territorialmente las unidades de terapia intensiva? “Varias pueden ser las respuestas –respondió a LA NACION–, pero todo depende de si tengo un sistema de derivación adecuado. Es más fácil trasladar a un equipo para hacer una neurocirugía que trasladar al enfermo. Pero tengo que tener la tecnología y hoy hay hospitales maravillosos sin el recurso humano necesario.”

En ese sentido, la apertura de residencias en esos centros sería una solución. “El 80% de los profesionales que se entrenan se quedan”, dijo Raimondi. Esto, para él, no es menor, sobre todo cuando el concepto de uso de los cuidados intensivos y críticos cambió: son, desde hace unos años ya, para los pacientes agudos críticos con posibilidad de sobrevida, según definió el especialista, “con la aparición de conceptos como el buen morir y la humanización de la terapia intensiva”.

Carlos Damin, director del Hospital Fernández, y Néstor Raimondi, presidente electo de la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados Críticos
Carlos Damin, director del Hospital Fernández, y Néstor Raimondi, presidente electo de la Federación Mundial de Terapia Intensiva y Cuidados CríticosFabián Marelli

En la unidad del Fernández, Raimondi con su equipo trabajan en esa línea. Junto a las camas, en los boxes remodelados se puede ver cómo un familiar acompaña al paciente como si fuera una sala de internación general, el uso de celular con la red de wifi de la unidad está permitido si un paciente quiere o puede hacerlo o hay una sala reservada para que los médicos hablen con las familia o allegados con la privacidad que demanda dar diagnósticos difíciles o conversar sobre la donación de órganos en lugar de hacerlo en el pasillo.

“Antes era una hora o minutos que se permitía que pudieran ver al familiar internado. Queremos que esté la familia acompañándolo. Para eso concebimos esta terapia”, enfatizó Raimondi. “La terapia intensiva es un medio muy agresivo. Entonces, cuánto mejor que esté la madre con el hijo o una nieta con la abuela. Vemos que hasta se entiende el informe médico de otra manera”, agregó.

A las terapias llegan pacientes con infecciones graves, trauma y, en los últimos años, cada vez más con cánceres y trasplantes que antes era más difícil que lo hicieran por las condiciones especiales que requieren. Esto, a la par, está abriendo camino a nuevas subespecialidades, como la oncología crítica, comentó Raimondi a propósito de la importancia que deberían asignar las políticas públicas en salud a la actualización constante del recurso humano en medicina.

Fuente: Fabiola Czubaj, La Nación