Moria Casán, íntima: su regreso a la televisión, cómo se prepara para cumplir 80 y la libertad en el amor

La diva debutará este lunes con un magazine que llevará su sello y ocupará la tira diaria de la mañana de eltrece

Desde que pisó la arena pública, llamó la atención. La Afrodita de los griegos, la Venus de los romanos. Moria -a secas- para todos los argentinos, atemporal como la mitología.

La que ingresa al espacioso hotel ubicado en plena Calle Corrientes es Moria Casán, saludada por todos, afecto que ella responde con igual énfasis. Sin embargo, la que conversará largo y tendido con LA NACION será Ana María Casanova, la mujer que construyó al no menos real y estridente personaje mediático.

Irrumpe con borceguíes y un outfit a su modo. Fuera de mandatos. Se calza el taco aguja para las fotos. Imponente. Irradia autoridad.

La misma prestancia con la que, desde este lunes, se mostrará nuevamente en televisión con un formato a su medida: La mañana con Moria. Disruptiva, la mujer que hizo un culto de la noche, ahora acompañará a los argentinos desde las nueve por la pantalla de eltrece. “Vuelvo al canal donde comencé en televisión junto a José Marrone; es una señal con linaje”.

Si a comienzos de la década del noventa, proponía que la acompañasen a la cama lujuriosa en la medianoche televisiva pletórica de la semántica del doble sentido, ahora la conductora será la compañía en un horario menos pecaminoso. “Me siento muy halagada, sin darme cuenta convertida en un referente cultural, algo que logré sin haber apelado al oportunismo, todo lo hice desde mi yo disruptivo”.

“¿Hacemos una en la escalera?”, propone la fotógrafa. Y la diva desanda esos peldaños con una sutileza digna de un final de revista porteña. Un show privado para unos pocos privilegiados que ella ofrece, pero no compra. “No consumo lo que vendo”, asegura.

La estrella enarboló siempre un estilo único, propio, sin las influencias de los mandatos del deber ser
La estrella enarboló siempre un estilo único, propio, sin las influencias de los mandatos del deber serCamila Godoy – LA NACION

El año que viene cumplirá 80 años y está de vuelta de todo; jamás claudica. Acaso por eso se desmonta de ese pedestal de 15 centímetros sin conflictos de identidad ni amarras patológicas a la estelaridad y se zambulle en el llano. Del taco de cristal al cuero de sus botines. Nada le resta importancia. Se baja de los zapatos tan altos como el Himalaya y, sin embargo, pareciera no descender un céntimo. Presencia que le dicen.

Una sala especialmente preparada para ella oficiará de reducto para la entrevista a solas. Puerta cerrada, agua mineral. Y solo un llamado telefónico de su hija Sofía Gala Castiglione Casanova, que resultará delicioso para los oídos del cronista. Capítulo aparte de esta charla.

Moria no llora, pero habla. Habla y se confiesa hasta más no poder. Aquello que desgarra, lo trasmuta en bitácora de un anecdotario insurrecto. Un terapeuta se haría un festín. “Nunca fui al psicólogo”, reconocerá esta diva, tan celebridad y tan cercana, alejada de los séquitos que suelen rodear a una figura de su linaje.

-¿Por dónde empezamos?

-Por donde quieras.

Y clava una mirada tan profunda que hay que respirar hondo para no quitarle los ojos de encima y atreverse a penetrarla en su ser más profundo.

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“Cuando me llamó Pablo Codevilla para acercarme la propuesta, lo primero que le dije fue ‘si es un ciclo diario, acepto’”. Así fue. Igual de determinada fue su respuesta cuando el productor le comentó que el espacio ocuparía la franja de la segunda mañana, algo que terminó de seducir a la estrella, quien hoy también protagoniza, en una de las salas del Metropolitan, la pieza Cuestión de género, conformando rubro artístico con Jorge Marrale.

La actriz y Jorge Marrale protagonizan una pieza que fue suceso en España y plantea un dilema en torno a la elección de género
La actriz y Jorge Marrale protagonizan una pieza que fue suceso en España y plantea un dilema en torno a la elección de género

A la cama con MoriaMonumental MoriaLas tretas de MoriaMoria BananaMoria es MoriaEntre Moria y vosAmor y MoriaIncorrectas son algunos de los formatos que la contaron al frente. Casi siempre su nombre como imán del poder de convocatoria. También hizo ficción formando parte de Con pecado concebidasLos Roldán y Costumbres argentinas, entre otros títulos.

Ahora es el turno de La mañana con Moria, con producción de Esteban Farfán, donde estará acompañada por Federico SeeberMaría Fernanda CallejónCinthia FernándezGustavo MéndezAmalia Díaz GuiñazúNazarena di SerioValentina SalezziMercedes Ninci y el doctor Guillermo Capuya. “Codevilla no podía creer que tuviera ganas de hacer televisión diaria y en el horario de la mañana”.

-¿Quién te asesora en la elección de tus trabajos?

-Nadie.

No tuvo ni tiene representante. “Siempre sola, no puedo estar con personas que no tengan mi mismo registro, estoy muy concentrada en mí”.

Ella

Desde su debut teatral, rápidamente se destacó del resto. Y se hizo marca. Rótulo tan identificable para todo un país como el obelisco. Simbólica y fálica como la pilastra que atraviesa la Calle Corrientes y se recorta sobre la 9 de Julio.

Moria Casán es la artista que desparramó sexo cuando no se podía, la vedette que se le paró de bruces a los cómicos y no fue servicial al statu quo del humor machista y patriarcal de la revista porteña. La que, sin pedir permiso, inauguró una playa nudista para que los cuerpos se expresasen desde la libertad. Esa misma insurrección que validó al inaugurar, en la familiar Mar del Plata, una disco de atmósfera privé para los colectivos LGBTQ+, cuando tal sigla no estaba impuesta. Precursora.

Rompió su propio molde. Pisó el escenario, por primera vez, vestida como Charles Chaplin -cuenta la leyenda que pasó de los claustros de la Facultad de Derecho a El Nacional sin escalas- y que, en un santiamén, dejó el smoking, el bombín y los bigotes para desnudarse íntegra delante de una platea repleta.

Al cine llegó de la mano de Gerardo Sofovich, quien la había visto en el teatro y le ofreció ser parte de Los caballeros de la cama redonda con Jorge Porcel y Alberto Olmedo. “Jamás hice un casting en mi vida, casi siempre fui primera figura”, se ufana.

Tuvo su propio show televisivo, una osadía, en una pantalla que solo le permitía eso a los varones. Condujo talk shows y, ante los dramas ajenos, proponía la incontinencia del “si querés llorar, llorá”.

También fue protagonista de su propio drama y se atrevió, en su programa, a hacer convivir, como Doña Flor, a sus dos maridos. El que había sido y estaba a punto de fallecer (Mario Castiglione, el hombre que la convirtió en madre) y su pareja de aquel momento (Luis Vadalá, también fallecido). Todos lloraron. Incluso ella. Así es Moria. La diva que se desnudó ante la gente literal y emocionalmente.

Contarse

-Tu vida ha sido atípica.

-Mi vida es una película, cumpliré 80 años y fue puro avasallamiento.

Hace pocas semanas se inició el rodaje de la serie que contará ese derrotero y será puesta a consideración del público en agosto del año que viene por la plataforma Netflix. Posiblemente, el material sea bautizado como La one, haciendo alusión a la definición que hizo de sí misma.

Sofía Gala CastiglioneGriselda Siciliani y Cecilia Roth son las actrices escogidas para interpretar a la diva en diversos momentos de su vida. El material, escrito y dirigido por Javier Van de Couter y producido por About Entertainment, contará con el background del productor Armando Bo. “Será realismo mágico, es que mi vida es así”.

Sofía Gala en el rol de su madre, Moria, y Marco Antonio Caponi como Mario Castiglione, en la serie La One, sobre la vida de la vedette
Sofía Gala en el rol de su madre, Moria, y Marco Antonio Caponi como Mario Castiglione, en la serie La One, sobre la vida de la vedettePrensa Netflix

-¿Leés todos los guiones?

-Llevo leídos tres episodios, modifiqué algunos detalles de dixit, eliminé palabras que nunca diría. Lo están haciendo muy bien.

-¿Qué tono tendrá el material?

-Será muy onírico, porque mi carrera es muy mágica, tiene mucho de sueño. Me persiguieron para hacerlo, porque mucho no quería. No voy a romantizar mi vida. Las partes glam serán así y las partes oscuras serán oscuras. Se verá todo lo que se tiene que ver. La gente de Netflix me dijo que, en nuestro país, no hay otra mujer que tenga el trasvasamiento comunicacional que tengo yo.

-¿Propusiste los nombres de las actrices?

-No.

-Evidentemente, te parecieron los adecuados.

-Extraordinario nivel de actrices. En la serie hay que actuar con autenticidad, porque caricaturas hay miles, soy la mujer más imitada del planeta. Acá la cosa pasa por otro lado, por el ADN. La (Cecilia) Roth dice que está abducida por mí y la (Griselda) Siciliani está fascinada. Estoy honrada que me hagan tanto ellas como Sofía (Castiglione).

Moria mamá

Suena el teléfono. Se disculpa ante la interrupción y atiende. Del otro lado se escucha la voz de Sofía Gala Castiglione. La hija de la diva le confiesa a su madre que le duele la espalda luego de haber rodado las escenas en las que tuvo que calzarse el espaldar con plumas. Inversión de roles y padeciendo los mismos sacrificios.

“Hijita, durante 20 años llevé eso en mi espalda”, le reconoce Moria, consciente que el traje de vedette conlleva determinados esfuerzos físicos.

Se despiden muy afectuosamente. Sofía Gala también está de vuelta de muchas cosas, su madurez ya no la enfrenta desde la rebeldía con el legado de su sangre. Tiempo pasado.

Moria Casán y Sofía Gala Castiglione, mucho en común
Moria Casán y Sofía Gala Castiglione, mucho en comúnGerardo Viercovich

“Qué maravillosa actriz es y cuántos premios internacionales ha ganado por su trabajo en cine”, reflexiona la madre embobada.

-Creció mucho el vínculo entre ustedes.

-Así lo siento.

-¿Postergaste algo por la maternidad?

-Nunca dejé de hacer nada por Sofía, los hijos son de la vida, el verdadero amor es el Let it be”.

El dolor más profundo

-¿Cómo fue tu infancia?

-Siento que siempre fui un yo disruptivo, desde que me empecé a construir cuando era una chica hornero a la que la mamá la pintaba con barro y comenzaba a meditar.

-¿“Chica hornero”?

-Decidí ser yo, un yo diferente. Me acostumbré a construirme en soledad, tengo una cosa ermitaña, de espiritualidad que me hizo no porosa ante los avatares de la vida. Desdramaticé mi vida desde el comienzo. Pensaba, pensaba, pensaba, sin saber qué quería, pero teniendo muy claro qué cosas no quería para mí. Uno puede decretar querer ser algo, pero, en mi caso, buscaba ser yo, algo que me llevaba mucho pensamiento, inside.

-¿Siempre fuiste así?

-Desde chiquita, me iba a la cama a pensar. La creatividad la volcaba cuando, estando sola en casa, bailaba frente al espejo.

Alertadas ante esa tendencia, su madre y su tía la llevaron al club Unión Argentina de Ciudadela, el barrio familiar, para participar en un concurso de baile, “a escondidas de mi papá, quien no quería que me dedicara a eso”.

Aquel padre, militar y músico, fue el responsable de inculcarle solfeo y teoría, conocimientos con los que llegó al Conservatorio Santa Cecilia, donde se recibió de profesora de piano. “Todo el tiempo se escuchaba música clásica en mi casa, estaba imbuida de arte. Mis padres tenían abono en el Teatro Colón, así que me vi todo, desde El lago de los cisnes Coppelia hasta La Sílfide y La boutique fantasque”.

Tres veces por semana, los Casanova salían a consumir cultura. Los martes veían tres películas en el cine del barrio, los viernes era el turno de los estrenos que proponían las salas del centro y los sábados contemplaban un programa expandido, primero los conciertos en Radio El Mundo y luego una función de cine o teatro. “Me veía 20 películas por mes, eso me hizo cinéfila”.

En Mar del Plata durante el verano pasado, cuando bajó protagonizó la última temporada de la obra Brujas
En Mar del Plata durante el verano pasado, cuando bajó protagonizó la última temporada de la obra BrujasMauro V. Rizzi

-Volvamos a esa niña con profunda vida interior.

-Estaba muy ocupada en mi construcción con una sabiduría fenomenal, no dejaba ninguna porosidad para que nada me perturbe. Cuando bailaba frente al espejo, terminaba llorando ante tanto arte. Me besaba y me abrazaba; era placer para mí.

-¿Llorabas mucho?

-De niña y adolescente lloraba a mares, pero no era un llanto de amargura, sino de felicidad. Era expandir lo que era, desarrollarme y comprender qué no quería.

-¿Qué no deseabas?

-No quería tener un novio arquetípico, casarme, formar un hogar ni tener hijos.

-¿Qué te desmorona? ¿Qué te vulnera?

-Una lectura.

-¿Por ejemplo?

-Me puede Mujeres que corren con lobos, de Pinkola Estés. Lo releo y me mata. También lloro cuando veo cine.

-¿Qué tipo de cine?

-El de (Jean-Luc) Godard, (Claude) Chabrol, David Lynch. Secretos de un matrimonio, de Ingmar Bergman, me hace llorar mucho.

-¿Sólo el arte te hace lagrimear?

-También lloro cuando veo a mis nietos o cuando discuto con Sofía, pero no por bronca, sino que es un llanto de emoción.

También reconoce que la “emociona la construcción de mi vida, cuando pienso en mi niñez”. No hace mucho, la actriz y su pareja, el exfuncionario del área de deportes Fernando Galmarini, repasaron sus tiempos de infancia, lo cual los llevó a abrazarse y llorar juntos: “No podíamos creer lo que nos pasaba”.

-La monumental Moria también resultó una mujer sensible.

-Me emociona ver a otros llorar y también me hacen llorar las personas mayores, las mujeres que me recuerdan a mi mamá o a mi tía; el movimiento de manos para doblar una servilletita, todo eso tan simple y profundo me conmueve.

La diva no duda en afirmar “fui tan feliz en mi infancia”, a pesar que sufrió un abuso de parte de un familiar directo. “Como mi mamá me untaba barro para cuidar mi piel, siento que ese barro me construyó sólidamente, me hizo un escudo, por lo tanto, la nena abusada jamás fue vulnerada”.

Sexual

-Se te percibe incansable.

-Mi fortaleza también me emociona. Jamás falté al teatro, no me enfermo. En mi caso, el lema es “el que mucho abarca, mucho aprieta”, tengo la energía muy bien administrada.

-¿Cómo se administra bien la energía?

-Dándole bola a lo que hay que darle importancia. Hay que saber filtrar. Muy poca gente tiene esa capacidad.

-Y estar lejos de las personas tóxicas.

-He andado muchos años de mi vida con gente tóxica, porque me gustaba domarlos, hasta que me planteé cuál era el sentido de domar a alguien para sentir que había ganado.

-Un laberinto sin salida.

Siento que nunca me enamoré bien de alguien, porque siempre estuve enamorada de mí. Por otra parte, el otro te empieza a psicopatear porque nadie se banca tener a una mujer fuerte y empoderada, sin embargo, soy re geisha con los chabones, no soy maltratadora, no me interesa. No busqué hombres que me llevaran el bolsito, aunque lo he tomado como un gesto de cortesía.

Pose icónica para una mujer que siempre fue sinónimo de sexualidad liberada
Pose icónica para una mujer que siempre fue sinónimo de sexualidad liberadaCamila Godoy – LA NACION

-En el ámbito del sexo, no habrá sido fácil para tus parejas enfrentarte. ¿Cómo se seduce a una mujer como vos? ¿Cómo hacían los hombres para no inhibirse?

-Siempre fue complejo. A los tipos siempre les decía “no te preocupes si no pasa nada, te voy a entender”. Les mostraba un mundo muy amplio, pero, por otra parte, se intimidan mucho. Es muy difícil tener buen sexo con gente que te quiere, por eso me gustaba tener sexo con desconocidos, me gustaba la clandestinidad y no sentir nada.

-¿Por qué te resultaba complejo tener “buen sexo” con gente que te quería?

-Porque los tenés que modificar o te comienzan a odiar. Te quieren y luego se comienza a fraternizar la relación, por eso la mayoría de las mujeres que fueron estupendas, hoy están solas. Sucede que el tipo te empieza a competir y lo tenés que desmoronar de ese lugar.

A hora de pensar en sexo, no se anda con vueltas: “Tener buena cama es algo integral. Yo encontraba que tenía buen sexo con gente por la que no sentía nada. Cuando menos me gustaba (la persona), mejor la pasaba“.

-¿Nunca un hombre que no te compitiera?

-Uno o dos.

"Madurez extrema", así define la diva a su pareja con Fernando Galmarini, con quien suele recorrer exclusivas playas del mundo
«Madurez extrema», así define la diva a su pareja con Fernando Galmarini, con quien suele recorrer exclusivas playas del mundoinstagram.com/moria_laone

-¿Cómo está el vínculo actual con Fernando Galmarini?

-Transitamos la adultez extrema, en marzo cumpliremos cuatro años de relación. Es un tipo bárbaro, muy buena gente.

-Se los percibe con buena charla.

-Mucha charla. Él es un gran lector, yo digo que tiene una biblioteca con casa y no una casa con biblioteca. Nos decimos “vamos a leer” y nos instalamos los dos, con nuestros libros, a disfrutar de ese momento.

-A esta altura de la vida, ¿podrías estar con alguien mucho menor que vos?

-He estado, ahora creo que no, aunque soy muy impredecible. Estoy cómoda, pero no se trata de una zona de confort.

-¿Cómo es tu relación con Malena Galmarini y Sergio Massa?

-Son divinos, fenómenos, una pareja espectacular. Son familieros todos, tipo Campanelli. Como con ellos muchos asados, lo pasamos bien. No se habla de política.

-¿Sobre qué hablan?

-Mucho deporte, chismes y los proyectos de cada uno. Me llevo muy bien con los cinco hijos de Galmarini.

-¿Cómo esperás tus 80 años?

-No me enfermo porque se trata de un decreto ganado. Ejercito el “momentismo” absoluto, siempre fue así. Encuentro que hoy estoy más sabia que antes. Y, gracias a la física cuántica y la Kabbalah, hasta he podido modificar mi pasado. Me abusaron y nunca odié al hombre, mucho menos a la mujer. Si no lo hubiese podido hacer, hoy no estaría donde estoy. Nunca negocié nada, pero sobre todo, lo que nunca negocié es la libertad de ser.

De la revista a la filosofía

Luego de aquel debut personificando a Charles Chaplin y desnudarse por completo, inició un meteórico ascenso. Rápidamente fue figura de la revista porteña. “Jamás permití que se hicieran chistes sobre mi cuerpo”.

Sin pedirlo, pero ganado a fuerza de llamar la atención con su estampa, la incluyeron en la foto principal de una revista que se iba a estrenar. Como el programa de mano era vertical, la extensión de su apellido no entraba completa. Así mutó el “Casanova” en “Casán”.

El “Moria” del orillo fue consecuencia de un deseo de su madre, quien había deseado anotarla como Moria Elizabeth, pero, en aquel entonces, había menos libertades y había que ceñirse a un nomenclador de nombres autorizados. “Cuando cambiás tu nombre, empezás a trabajar en función de eso. El monte Moriá es bíblico y se encuentra en Jerusalén, con lo cual llamarme así tiene resonancias muy fuertes”. El monte Moriá o Moriah forma parte de la tradición judía.

-¿Continuás estudiando la Kabbalah?

-Más que nunca, todos los días. Hay mucha física cuántica en ese saber, que hasta permite modificar el pasado.

Sus estudios los realiza a través de un rabino que la orienta en la materia. Trascendió la exhibición del cuerpo en un santiamén. Fue capocómica y quien validó un lugar respetable de la mujer sexy. Pero, insurrecta, pateó el tablero de la femme fatale para sumergirse en el teatro de texto.

Un día llegó la comedia Brujas a su vida. Una bisagra artística que levantó su telón en 1991 y se continuó a lo largo de 34 años. “Ha trascendido el hecho teatral para convertirse en un fenómeno social visto por varias generaciones; atravesó mi vida”.

En medio de ese éxito récord y definitorio, también se hizo tiempo para montarse en un traje travestido y ponerse en la piel de Julio César, el déspota rubricado por William Shakespeare, en una versión de José María Muscari que produjo el Complejo Teatral de Buenos Aires y llegó a ofrecer funciones en el Festival de Teatro de Mérida.

Moria Casán y parte del elenco de una arriesgada versión de Julio César
Moria Casán y parte del elenco de una arriesgada versión de Julio CésarCarlos Furman

Moria también se atrevió a The hole (Maipo), un formato internacional de los españoles Secun de la Rosa y Paco León, que implicaba que le caminara una rata por su cuerpo durante la representación. Y hasta se avejentó para hacer Las tres viejas (Picadero), de Alejandro Jodorowsky y dirección de Mariano Dossena, en la trasnoche porteña.

Transgeneracional

La Casán logró, a sus casi 80 años, convertirse en figura referencial de los adolescentes, esa franja etaria que desconoce la televisión y que vibra con un star system muy propio.

Lali Espósito la invitó a su show en el estadio de Vélez Sarsfield y, en cuanto pisó la arena, la vivaron como a un legendario Rolling Stone. “El otro día di una charla en el Colegio Nacional Buenos Aires, invitada por Lolita, la nieta de Jorge Marrale, que estudia allí. Los chicos repiten mis frases y me mostraron que usan mis memes, es increíble. Me mató ver cómo me miraban, fue en el aula magna, me ovacionaron y casi me muero”.

Moria acompañó a Lali Espósito en el rodaje de un clip
Moria acompañó a Lali Espósito en el rodaje de un clipInstagram @lali

“¿Quiénes son?”, “El decorado se calla”, son algunos de los términos de un dialecto propio. “Una vez, de una universidad me vinieron a ver porque estaban estudiando mi dixit, me decían que es algo popular que sintetiza una filosofía contundente. Me comentaron que la frase ‘El decorado se calla’ significaba pelearse con el concepto de masa inerte”.

A su intensa actividad actual se le sumó el rodaje de un nuevo film de Adrián Suar, donde le toca jugar de madre del personaje que interpreta el actor. “Nos reímos mucho”. La propuesta podría llevar por título Yo, Narciso.

-¿Cómo ves la televisión de hoy?

-Está a la búsqueda de una nueva era, de sacarse la naftalina, de reacomodamiento y de alejarse de determinadas pautas conservadoras. Nunca morirá.

-La mañana es un horario muy competitivo, ¿te importa lo que sucede en la vereda de enfrente?

-No pienso en la competencia, nunca me preocuparon ni me ocuparon los demás. En mi vida, todo lo hice como una señal de libertad.

Fuente: Pablo Mascareño, La Nación