Felisa Pinto, influencer a los 94 años. “Toda mi vida es un highlight”

La icónica cronista de moda donó su archivo a la Biblioteca del Congreso; la reunión con Picasso y la amistad con Silvina Ocampo

“Contame cosas lindas”, le pedía a Felisa Pinto su hermana, Maru, cuando eran chicas. Por ese entonces ostentaba una capacidad de observar y narrar únicas que después la convirtieron en la cronista de moda más icónica de la Argentina. Los archivos y las fotos de esas historias y de las vividas junto a Pablo Picasso, Manuel Puig, Jorge Amado y Silvina Ocampo, entre tantas figuras, salen por primera vez a la luz. La Biblioteca del Congreso de la Nación (BCN) lanzó el Fondo Felisa Pinto, con documentos, imágenes, cartas, afiches y dibujos que son un compilado imprescindible para comprender los cruces que existen entre moda, cultura, música y vanguardias del siglo XX.

A los 94 y después de publicar su autobiografía Chic, memorias eclécticas, Felisa, como es conocida en el ambiente cultural, selecciona los materiales que conserva en su casa, a metros del Palacio Pizzurno. Luis Enrique Luján, de la Subdirección de Estudios y Archivos Especiales de la BCN, fue el elegido para preservar su archivo. Desde febrero la visita una vez por semana para ordenar los documentos acumulados por el departamento, incluida la cocina. Mientras trabajan, toman té con vainillas caseras, las favoritas de la dueña de casa. La idea es que todo ese valioso material esté a disposición del público interesado en conocer los usos y costumbres de “un mundo que ya no existe”, según sus propias palabras.

Influencer mucho antes de que existiera esa palabra, It girl de los 90, Pinto es considerada la fashion writer que mejor retrató la bohemia de Buenos Aires de los 60 y los 70, gracias a que fue amiga y referente de una cofradía de intelectuales vinculada con el arte y la cultura, “the happy few”, como ella define a ese grupo. Con una sensibilidad y una prosa exquisitas recomendaba desde restaurantes hasta exposiciones y marcas de ropa y se convirtió en un ícono de su época. Cuando la moda era un asunto demasiado serio como para no tener un lugar destacado en los diarios, a través de un ojo clínico, reflejó las tendencias estéticas del momento. Publicó sus crónicas en revistas como Claudia, Confirmado y Para ti y en los diarios Primera Plana, La Opinión, LA NACION y Página 12. Al mismo tiempo diseñaba ropa y objetos extravagantes (hasta tuvo una columna llamada Extravagario), viajaba a París para cubrir desfiles de alta costura o lanzaba su propio perfume. Publicó un manual imprescindible con ilustraciones de Delia Cancela: Moda para principiantes (2004) y creó el programa de la carrera de Diseño de Indumentaria de la UBA, con la premisa de que la moda es una forma de comunicar, es un lenguaje.

Antes de conversar con ella en su departamento, visitamos el Laboratorio de Preservación de Papel de la BCN para descubrir cómo se trabaja en la conservación de los cientos de documentos que fueron trasladados hasta este lugar y que conforman el Fondo Felisa Pinto, inaugurado el 25 de noviembre, día de su cumpleaños. En la sala ubicada frente a la Plaza del Congreso, se apilan 10 de las 14 cajas que conformarán el flamante archivo. El trabajo no ha concluido; la cantidad de material que acumuló es inmensa.

Luján cuenta que la idea surgió cuando, a raíz de haber leído sus memorias, visitó la casa de la infancia de Pinto en Totoral, Córdoba. Dos años más tarde, por casualidad se cruzó con ella y, sin conocerla, le mostró las fotos que había tomado en aquella escapada. Comenzaron a hacerse amigos y él la ayudó a ordenar su biblioteca. Lo que lo atrajo –cuenta– fue el hecho de encontrarse con una persona que tuvo una experiencia de vida fascinante y que, al mismo tiempo, recuerda en detalle su pasado. “Parece mucho más joven de lo que en realidad es”, destaca mientras señala algunos de lostantos“tesoros”queencierranlas cajas azules.

Uno de esos tesoros es una entrevista exclusiva a Pablo Picasso; en las páginas se pueden ver anotaciones a mano bastante difíciles de entender; haycopiasmecanografiadasdelartículo; un recorte de La Opinión con el título: “Cuando Buenos Aires le dijo no a Picasso”. También conserva la correspondencia que mantuvo con el escritor Manuel Puig, a quien le elegía las tapas de los libros, y un retrato que le hizo la escritora Silvina Ocampo mientras la entrevistaba. Eran amigas íntimas. Felisa fue su inspiración para crear uno de los personajes del cuento “La caja de bombones”. También hay una carta de la mítica editora Diana Vreeland que le contesta a Felisa un pedido de ayuda para aplicar a la beca Guggenheim.

En el archivo hay, además, afiches icónicos diseñados por Juan Gatti; dibujos de Marta Minujín; la partitura y el casete original de Soy Moderno, no fumo, de Virus, canción que compusieron ambos junto a Roberto Jacoby; documentos de su época parisina junto a Inés de Fressange; testimonios de la movida del Instituto Di Tella y la Galería del Este; del desfile de 1967 organizado por Cancela y Pablo Mesejean del cual ella tiene el único registro; sus escritos sobre Mary Tapia, la antropóloga de la moda, y una serie de retratos que le hicieron especialmente sus amigos artistas y que expuso durante un happening cuando cumplió sesenta.

El sistema de trabajo con el material consistió en la selección, clasificación y conservación con papeles sin ácidos. Los documentos llegaron en buen estado, marcados con post its y agrupados en sobres de acuerdo con la temática. “Sus memorias fueron fundamentales para organizar la tarea, pero además porque a partir de esa publicación se hizo tangible la inquietud que ella tenía por legar su patrimonio”, dice Luján, quien integra el equipo de la Subdirección de Archivos de la BCN con Isela Mo Amavet, la directora, y Bruno Alarcón.

Después de recorrer la sala donde trabaja en sus archivos, Pinto recibió a LA NACION en su casa. No tiene celular, usa muy poco la computadora y el teléfono está, en general, conectado a un contestador automático.

De rasgos étnicos, los mismos que llevaron al poeta Jacques Prévert a comentarle a Picasso “a esta chica solo le hace falta una pluma”, Felisa conserva una belleza fuera del mainstream.Comosiestuvieraenun programa de Mirtha Legrand, parada en un living con vista a los jacarandás en flor de la Plaza Rodríguez Peña, detalla su look: “Esta pulsera de plata me la regaló Marta Minujín. Tieneminombretallado,lafigurade un perro y está hecha con cadenas de bicicletas. Me gusta porque es muy rara. La camisa es de Kenzo y este collar norteamericano (parecen las escamas plateadas de una serpiente ondulante) me lo regaló Gabriela Fernández”. Se mueve frente a la cámara con la expertise de quien pasó años trabajando con modelos; acata indicaciones de la fotógrafa respecto de la luz que se filtra a través de las persianas, pero también propone posar de tal o cual manera. Se mantiene erguida, con el mentón levantado y, de tanto en tanto, recuerda que en la cocina hay más vainillas.

–Al observar los materiales históricos, me preguntaba cuáles serían para usted los highlights de su vida.

–Mi vida es un highlight, fue extraordinaria y tengo que contarla. Tuve tres o cuatro tragedias que ni me acuerdo y no las quiero comunicar. Revivo las cosas lindas con muchas ganas [la lista de personajes que conoció, además de los ya mencionados, va del Che Guevara y Chunchuna Villafañe, durante su infancia cordobesa, pasando por Julio Cortázar, a quien le prestó su departamento, a Dalila Puzzovio y Mercedes Robirosa].

–¿Cuando recopilaba sus escritos tenía en cuenta que podían tener trascendencia para futuras generaciones?

–Escribía notas, apuntes y guardaba todo lo que publicaba. No pensaba en el porvenir, que a alguien le pudieran servir mis epígrafes de las fotos que tomaba en los desfiles de París y que traía a Buenos Aires. Logré convertir los epígrafes en un subgénero literario. Después, en la pandemia, cuando el editor Juan Ignacio Boido me propuso escribir mis memorias, me dije: “El mundo que yo reflejo terminó y vale la pena contarlo”.

–¿Por qué aceptó crear el Fondo Felisa Pinto?

–Lo primero que quiero decir es que me tiene muy fascinada la pasión con la que trabajan. Y al mismo tiempo me parece necesario transmitir toda mi vida, que ha sido muy rica, un retrato largo de una época. Para las personas que van a la Biblioteca del Congreso, es como ir a la iglesia, es algo extraordinario. Que la gente joven que estudia costura, moda o pintura tenga ese material disponible me pareció muy importante. Porque no solo abarco moda, sino muchos temas. Pertenezco al siglo XX y XXI. En términos generales, considero que un archivo es un lugar donde se pueden hacer consultas sin deformaciones.

–¿Qué es ser chic para usted?

–Es sugerir sin mostrar, ser cool. Ahora usan la palabra chic pero no tienen ni idea de qué es. Busqué su significado en el diccionario Petit Robert y dice algo así como que chic es todo lo que no es fashion ,es sugerir sin mostrar, tanto los sentimientos como un dobladillo. Lo chic es lo oculto. Cecil Beaton decía que es una situación, una palabra, un momento, un anillo, una mirada. En Córdoba, con mis 17 primos andábamos vestidos con bombachas de campo y alpargatas. Hoy me parece el colmo de lo chic.

Lo visual y la música marcaron su vida. Es hija del pianista Hernán Pinto y se casó con el trompetista Rubén Barbieri, hermano del Gato Barbieri. Pasa el día escuchando jazz y conciertos mientras ordena sus papeles y se dedica a un nuevo proyecto en la Galería Vasari sobre fotografías de moda. La imagen de 1963 junto a Picasso en Antibes, Francia, cuelga en la pared principal del living, junto a sus libros. Sin duda, Felisa Pinto logró crear un cuarto propio que legará a las futuras generaciones.

Fuente: La Nación.