Un argentino en Brasil

SHOWS DE TRAVESTISMO EN EL ¨CASTILLO DE MARIO´S HOUSE¨- Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

El Balneario Camboriú, en Santa Catarina, vivió épocas gloriosas y fue cuando la moneda Argentina tenía un valor muy superior al que ostenta actualmente; miles de argentinos cruzaban la frontera, ya sea en ómnibus, en automóviles particulares o vía aérea. Demás está decir que corría la época de oro para las agencias de viajes que transportaban desde fines de diciembre hasta abril inclusive, a innumerables cantidades de turistas, muchos de ellos, de la tercera edad.

La capacidad del balneario estaba colmada y las empresas se disputaban un lugar en la variable cantidad hotelera de lugar. Las playas como principal atractivo eran el deleite junto con la novedad para muchos de la abundancia de sus desayunos y comidas ofrecidas en cada establecimiento. La diversión daba lugar a una variedad de distracciones encabezadas por el transformista argentino Pablo Rey, que era uno de los principales atractivos teatrales en el balneario.

El esplendor persistió entre 1985 y el año 2008, cuando la lengua española dominaba las calles de la ciudad brasileña; uruguayos, paraguayos y mayoría de argentinos en un ¨portuñol¨ entendible, invadían las calles y comercios del lugar.

Entre los espectáculos, Camboriú, ostentó por aquellos años un majestuoso castillo de estilo Moro, proyecto que le fue encomendado a un arquitecto francés y que tardó cinco años para ser construido, con sus imponentes portones y una inscripción que nombraba al local: ¨Mario´s House¨, en la avenida Santa Catarina 800.

La casa era un lugar de distracciones, donde se realizaban shows de travestis y cenas majestuosas. Luego de ingresar al área de estacionamiento, se pasaba por cabinas donde se exhibían hombres y mujeres desnudos, en vitrinas que eran solamente un adelanto de lo que se presentaría después.

Destinada en especial al público argentino en su mayoría, la mansión comenzó como un burdel, pero poco tiempo después se construyó un teatro con capacidad para 700 personas debido a la elevada demanda. El show era una mezcla de teatro de revistas y cabaret, que encantaba a los presentes, con humor, plumas y travestis que creaban una gran fiesta llena de glamour. Comandado por Mario Huose, el sitio contaba con camarotes especiales para personalidades.

Fue, además, un refugio de artistas transexuales que huían de la represión en sus países; los había colombianos, argentinos y uruguayos. Más de 20 cuartos del castillo se tornaron en alojamiento para los artistas y los salones se transformaron en locales de lujosas fiestas gay.

También había una especie de zoológico, con aves exóticas y distintas especies de animales que formaban parte de la residencia.

El lugar generó muchos rumores. Se indicaba que todo lo brillante allí era de oro –cosa que no es real-, que Mario House traía artistas de otras partes del mundo y que pagaba su cachet en el metal dorado, hecho desmentido por el propio empresario, aunque destacaba que era bueno dejar que la magia y la imaginación perduraran.

El castillo era realmente lujoso y su propietario hizo fortuna e historia. En el auge del turismo argentino en el balneario, ese baluarte era parada obligatoria de los viajeros y en una sola noche llegó a facturar casi 100 mil dólares. También un casino funcionó allí, hasta que la Justicia prohibió su accionar.

Mario House con esa actividad llegó a ser un discreto magnate de la noche del Balneario Camboriú. Luego de retirarse de la actividad, pasó sus horas disfrutando de los recuerdos de esa época de lujo y oropel.

El imponente castillo de poco más de 8 mil metros cuadrados fue vendido a fines de 2008 y desmantelado para construir un hipermercado. El terreno superaba tres veces el área edificada y, poco antes se su demolición, la última creciente del rio que pasa en su entorno, se llevó o destruyó muchas de las fotografías que eran parte del archivo histórico de lugar y estaban guardadas en un sótano del recinto.

Se fue lo que otrora era identificado como un lugar ¨mágico¨ de la ciudad, el mítico ¨Castillo¨. Perduran las historias en la memoria de muchos y viven las evocaciones en la reminiscencia de una época dorada que ya pasó.

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