Si bien no hay precisión sobre la fecha de su nacimiento, el dato más aceptado es que fue en Quito, en 1797. Fue la compañera leal del libertador Simón Bolívar, por quien abandonó a su marido, James Thorne, con quien vivía en Lima. En 1823, fue incorporada al Estado Mayor de Bolívar, se encargó de los papeles personales del libertador y se la honró con el grado de Coronela. En dos oportunidades, Manuela desbarató conspiraciones para matar a Bolívar motivo por el cual se la llamó “libertadora del libertador”.
Sin embargo, cuando la muerte lo encontró a Bolívar en 1830, esta audaz mujer tenía más de un enemigo para hacerle frente. En 1834, se la desterró de Colombia, estuvo en Jamaica y en Guayaquil de donde también tuvo que huir. Por último, se estableció en Paita, al norte del Perú, donde murió de difteria en 1856.
Tanto su cadáver como muchas de sus pertenencias fueron quemadas para evitar el contagio. De esa manera, se perdió la correspondencia que había mantenido con Bolívar. En agosto de 1988, fue localizado el lugar donde se encontraban sus restos, en el cementerio de aquella población. La identificación fue posible gracias a que se encontró la réplica de la cruz que siempre portaba, la cual la identificaba como la compañera del Libertador. Una historia breve pero intensa, como la vida misma, de la bella Manuela…