Con el Carnaval Carioca en su máxima expresión y las principales Escolas do Samba mostrando sus aptitudes en la gran avenida, viajamos imaginariamente en la historia y nos adentramos en los orígenes de la fiesta carnavalesca.
Fue allá por mitad del siglo XIX, que surgió la primera “Gran Sociedad Carnavalesca”, un club de diversión fundado por personas de la alta sociedad brasilera, que salían en cortejo por las calles de Río de Janeiro disfrazados con trajes lujosos.
Este tipo de manifestación se tornó el principal destaque del carnaval, ocupando un lugar de privilegio en las calles de la capital de los cariocas.
Y podemos decir que la “Gran Sociedad era, en 1855, un club, con el solo fin de entretener a sus miembros y lo llamaron el “Congreso das Summidades Carnavalescas” (Congreso de Individuos que se destacan por su talento y erudición), uno de sus fundadores fue el sutil escritor José de Alencar.
Un año más tarde, este desfile -popular en la alta sociedad-, fue presenciado desde el balcón del “Palço Imperial” –residencia de los gobernadores-, por el Príncipe Regente del Brasil, Dom Pedro II, que fue quien acompaño el paso de los divertidos personajes de fantasía.
Estos clubes, amantes de la nueva evocación, promovían desfiles en la ciudad con todos sus integrantes vestidos con ropas alusivas al naciente carnaval, al que se sumaron otras dos sociedades: “Congreso» y “Sociedad Veneziana”.
De todas maneras, existía una tentativa de reproducir, o al menos intentar, el Carnaval de Venecia en Italia, y lo señala un artículo del propio José Alencar en el diario “Gaceta Mercantil”, de febrero de 1855, donde revelaba que el lunes de carnaval, en vez de pasear disfrazado por las calles, se debía emular a los venecianos reuniéndose en un paseo público arrojando serpentinas y dando flores a los transeúntes ocultando el rostro con máscaras, para intrigar a conocidos y amigos.
Con el correr del tiempo otras agrupaciones fueron asociándose al festejo y el actual carnaval carioca fue tomando su forma.
La tradición de presentar los carros alegóricos viene de mucho antes del surgimiento de las Escolas de Samba y data desde el año 1920 porque ya se habían sumado a las conmemoración de las grandes Sociedades, aquellos primeros eran carros que fueron tirados por burros o caballos primeramente, fueron pequeños y luego fueron creciendo en volumen y tamaño.
La música y el baile del Samba se asocian con el carnaval en Brasil desde 1917. Originario de Angola y África Occidental e introducido por esclavos a estas tierras hallando en este tipo de música el desahogo en tiempos difíciles.
Con la abolición de la esclavitud, muchos de estos esclavos se trasladaron a Río, y se asentaron en lugares como “Praça Onze” y “Cidade Nova”, importantes centros de la música y el baile de Samba. A medida que este ritmo ganaba fama, los compositores, los músicos y los bailarines se reunían para demostrar su talento, creando grupos que competían entre sí. Estos conjuntos fundaron las escuelas de samba, cuyo primer desfile oficial tuvo lugar en 1932. La afición creció al mismo ritmo que el concurso, hasta lograr la formación de la Asociación de Escuelas de la “Cidade do Samba”, en Río de Janeiro, entidad que organiza los desfiles durante el Carnaval de Río.
Desde entonces, las “escolas” han evolucionado con el paso de los años hasta formar
grandes organizaciones similares a empresas modernas. Disponen de medios y amplias infraestructuras que les permiten preparar el «Carnaval de Río» año a año.
Cada escuela tiene un grupo incondicional de fans bien organizado mediante un equipo de gestión concreto. Muchas de ellas se dedican a mantener grupos sociales de su barrio con escasos recursos.
Hoy todo es brillo y color sumado a la alegría, donde el Marques de Sapucai -el Sambódromo-, es el escenario en el que se dejan atrás las tristezas y los desencantos para disfrutar con ilusiones.
¡Feliz Carnaval 2018!