Buenos chicos: lo mejor y lo peor de la nueva ficción de Pol-ka, y cuál fue el rating de su debut

En medio del traspié de rating que significa ATAV 2, la productora apuesta por una nueva historia que presenta un relato de padres e hijos involucrados en un conflicto del que les resultará muy difícil salir airosos

La noche del lunes marcó el comiendo de Buenos chicos, la nueva ficción de Pol-ka. Con el protagónico de Jerónimo Bosia, Tomás Kirzner, Gabriela Toscano, Luis Machín, Romina Gaetani, Juan Palomino y un numeroso elenco.

La serie gira alrededor de un grupo de jóvenes y cómo una venganza los lleva a exponer sus diferencias e inseguridades, en un plano personal pero también en relación con sus familias. A continuación, un repaso por lo mejor y lo peor, del primer episodio de esta nueva tira que llegó al Trece.

La noche del lunes marcó el comiendo de Buenos chicos, la nueva ficción de Pol-ka. Con el protagónico de Jerónimo Bosia, Tomás Kirzner, Gabriela Toscano, Luis Machín, Romina Gaetani, Juan Palomino y un numeroso elenco.

La serie gira alrededor de un grupo de jóvenes y cómo una venganza los lleva a exponer sus diferencias e inseguridades, en un plano personal pero también en relación con sus familias. A continuación, un repaso por lo mejor y lo peor, del primer episodio de esta nueva tira que llegó al Trece.

Lo mejor

Un comienzo con mucho gancho

La escena inicial de Buenos chicos busca captar rápidamente la atención del espectador. El relato abre con los protagonistas siendo detenidos. Algunos de ellos tienen expresión de bronca contenida, mientras otros no pueden evitar la angustia, a medida que los distribuyen a todos en distintos patrulleros. Las voces en off de Dogo (Bosia) y Zeta (Kirzner) reflexionan sobre el impulso que los llevó a cometer el error que dio por resultado, el que ellos fueran presos. En ese momento, el origen de la situación aún es un misterio, y las caras de los personajes no revelan demasiado sobre cómo llegaron a esa instancia. De ese modo, la escena cumple su objetivo, porque se revela como una secuencia ágil, que alcanza para enganchar al televidente con esos jóvenes de quienes aún no se sabe prácticamente nada.


La acción se traslada a un boliche que sirve de marco para, ahora así, mostrar las pinceladas iniciales en las emociones de los protagonistas. Y así es como aparece Dogo, de carácter irascible aunque leal a ese vínculo de amistad que lo une a su grupo; también se muestra a Chino (Santiago Achaga), que luego de un tiempo en Estados Unidos vuelve a reencontrarse con sus amigos, y a Angie (Agustina Tremari), una de las voces más fuertes del grupo. Esa rutina de boliche, de salidas y excesos, se interrumpe con el llamado de Eme (Carolina Unrein), una chica trans que logra escapar de una casa en la que tres hombres quisieron abusar de ella. Angustiada, Eme llama a sus amigos para que la busquen, y todos deciden ir a esa casa en busca de venganza. Dicha escena es uno de los puntos más altos del episodio, ya que profundiza en la dinámica interna de ese grupo.

Cuando los protagonistas entran en la mansión del hombre que intentó abusar de Eme, y encuentran el lugar vacío, pronto se dejan llevar por una bronca que canalizan a través de la destrucción. Allí son Dogo y Angie quienes más arengan para romperlo todo, ante la mirada dubitativa de Chino, que inicialmente ni siquiera quería entrar en la casa, o Camila (Gina Mastricola), que tampoco se sentía cómoda con ese comportamiento. Pero Dogo se muestra impulsivo, y arrastra con él a todo su grupo, sin pensar demasiado en las consecuencias.

La escena va de menor a mayor, y refleja la inconsciencia del dejarse llevar por un impulso casi primigenio, y cómo una búsqueda imprudente de justicia da paso a la destrucción por la destrucción misma. Y cuando aparece en escena un bolso con ochenta mil dólares, el grupo muestra la profundidad de sus fisuras, porque mientras algunos consideran que robar es un límite que no se debe cruzar, otros van más a fondo y no dudan en llevarse también ese botín. De esa forma, la escena teje el ida y vuelta entre los protagonistas, y el potencial que presentan las fricciones que florecen entre esas amistades.

La plana adulta

El primer episodio también sirvió para dar una primera mirada a los padres que completan la historia y que tendrán un rol decisivo en el devenir de sus hijos. Y alcanza con enumerar unos pocos nombres del elenco para descubrir que Buenos chicos cuenta con grandes intérpretes, entre quienes se destacan los mencionados Machín, Toscano o Gaetani, como también Luciano Cáceres, Brenda Gandini, Marita Ballesteros y Pablo Mónaco.

El capítulo inicial mostró algunos pincelazos en la relación de los adultos con los jóvenes y cómo el trabajo de los padres, en muchos casos ligados al funcionamiento de la Justicia, terminarán por involucrarse personal y profesionalmente con sus hijos. De ese modo, la serie se encuentra ante su premisa más jugosa: cuál será el límite que esos adultos estén dispuestos a cruzar, en el afán de salvar a los chicos cuando ellos queden involucrados en un grave delito.

Lo peor

Un mundo reducido

Desde luego que el devenir de los próximos capítulos desarrollará más el contexto en el que transcurre la historia pero, inicialmente, puede que el relato muestre un mundo demasiado acotado. A priori resulta algo forzado que entre los padres de esos amigos haya jueces, fiscales y hasta un comisario. Se entiende que el disparador del relato tiene que ver justamente con eso, con el dilema ético en el que se encontrarán esos adultos que, quizá, hagan a un lado la moral profesional con el objetivo de salvaguardar a sus hijos. Pero, sin embargo, uno de los puntos que la serie debe desarrollar es el de mostrar un mundo más amplio, que escape del trazo grueso y juegue con realidades que vayan más allá de los pasillos de la Justicia. En ese aspecto, probablemente los personajes de Juan Paz (Cáceres) y Viana (Gaetani) resulten los más interesantes, al luchar con sus propias adicciones y cómo eso repercute en la vida familiar.

Los riesgos del estereotipo

Otro de los retos que tiene por delante la serie es el de no caer en representaciones groseramente estereotipadas. El episodio debut intenta darle matices a todos los protagonistas y es notable que cada uno de ellos muestra una vida muy distinta, con conflictos muy diferentes. Pero las exigencias de las tiras a veces atentan contra los propios personajes, hundiéndolos en situaciones cliché o resoluciones forzadas. Y mostrar chicos de buena posición que antagonicen con otros en situaciones sociales más difíciles, puede no ser un punto de partida muy prometedor. Y que la trama le busque una vuelta de tuerca a esa premisa es otro de los desafíos de esta propuesta.

El rating

Aunque anunciada a las 21, Buenos chicos comenzó unos minutos después, marcando un piso de 8.3. Con el correr de los minutos ese número subió a 9.5, hasta lograr una marca máxima de 10.7 puntos de rating.

Fuente: Martín Fernández Cruz, La Nación