“Fue como hablar con muchos Menem”

La intimidad del rodaje de la serie sobre el expresidente en La Rioja

Anillaco.- Mucho calor en La Rioja. Llega en caballo blanco, poncho rojo, sonrisa inalterable y puño en alto. Y por un momento el tiempo se detiene para retroceder a la década del 80: al corazón de Anillaco ha vuelto su caudillo. Pero no, debajo del porte y del maquillaje está Leonardo Sbaraglia. A pocos metros, Juan Minujín (con bigote a lo Federico Luppi), juega a que le toma imágenes. Pero tampoco es él, sino Olegario, el fotógrafo presidencial. Y aunque Ariel Winograd grite “¡corte!”, pasado y presente mantienen su fusión. Esa es la clave de Menem, la serie de Prime Video que, con fecha de estreno el 9 de julio, busca una radiografía de un personaje tan controvertido como argentino.

Carlos Saúl Menem llegó a la cima del poder a fuerza de carisma. Un carisma estratégicamente calculado por el animal político que el expresidente llevaba adentro. Además, claro, de una ambición que arrasaba con todo. Y aunque el dirigente murió en 2021, las escenas en la Quinta de Olivos, la Casa Rosada y en La Rioja reinstalan su nombre y reavivan el interés por un personaje complejo que marcó una época.

<span class=nd-epigrafe-etiqueta>En Anillaco, la antesala del poder. </span> Ariel Winograd y un gran equipo grabaron escenas emblemáticas sobre Menem en La Rioja, donde comenzó su carrera política
En Anillaco, la antesala del poder. Ariel Winograd y un gran equipo grabaron escenas emblemáticas sobre Menem en La Rioja, donde comenzó su carrera política

Alrededor de 90 personas, entre el equipo técnico y actoral, se trasladaron a La Rioja, donde recrearon escenas de un momento clave, el de Menem gobernador. Agustín Sullivan, que interpreta a Carlos Menem Jr, y Cumelén Sanz, que representa a Zulemita en la serie, también llegaron a la provincia desde la que el expresidente empezó a construir poder. Para el rodaje en La Rioja, al que asistió LA NACION, contrataron a 150 extras del lugar, que acompañaron cada uno de los pasos del protagonista. Incluso, participaron algunos parientes lejanos del expresidente. La capital provincial, Chilecito, Villa Sanagasta, Chuquis y Anillaco fueron las locaciones elegidas para representar esta etapa. La emoción en la cara de los habitantes resultó un estímulo para el proceso de trabajo que implicó un importante despliegue. Todo con el aval del gobierno riojano, que se ocupó además de los permisos y de la seguridad.

Carismático y camaleónico

En la provincia natal de Menem, el espíritu crítico dio paso a una devoción que sorprendió a los mismos protagonistas de la serie. “Vine solito un mes antes de empezar el rodaje, y fue muy fuerte lo que encontré. Estuve con mucha gente de su intimidad, gente que lo conoció muy bien. Me dieron mucha información, pero de esa que no se puede traducir solo en palabras, sino también en sentimientos”, señaló Sbaraglia durante una pausa en el rodaje. Caracterizado como el expresidente, su imagen resultaba impactante para todos los que se acercaban al set. “En La Rioja era un tipo muy querido por la gran mayoría de la gente. Al menos todas las personas que yo conocí acá, lo apreciaban, me contaron muchas anécdotas que lo definían como un ser humano no solamente carismático y empático, sino también camaleónico. Con una gran capacidad de adaptarse a quien tenía enfrente y empatizar con esa persona”, describió el actor.

<span class=nd-epigrafe-etiqueta>Ficción y realidad. </span> La filmación de la serie acaparó la atención de los riojanos, quienes acercaron anécdotas con el expresidente a los actores durante el rodaje en la provincia
Ficción y realidad. La filmación de la serie acaparó la atención de los riojanos, quienes acercaron anécdotas con el expresidente a los actores durante el rodaje en la provincia

Un encantador de serpientes, un seductor en el sentido más visceral de la palabra. Y para reforzar ese concepto (entre otros), aparece en la serie el Olegario de Minujín, personaje ficticio, coterráneo de Menem, que el destino convierte en fotógrafo personal. Un testigo privilegiado de los hechos personales y políticos a lo largo de toda la temporada, que se divide en seis capítulos. El actor de Coppola, el representante (serie también dirigida por Winograd), explicó a LA NACION el alcance de ese personaje, necesario para redondear el curso de la historia: “Es un tipo al que al principio no le gusta nada Menem. No quiere saber nada con ese tipo de gente. Tiene un negocio en La Rioja donde hace fotografía social, y está bien así. Pero de pronto, empieza a quedar subyugado por esa figura, y ese encanto se lo lleva puesto. Entra en esa y empieza a correr la vara de a poco en algunas cosas éticas. Comienza a seguir la línea de Menem, y un poco se convierte en una suerte de espejo. Yo creo que es lo que le pasó a mucha gente durante los 90. Que ‘no era para tanto’, que ‘eso no es tan importante’; y al final del camino, mirás atrás, y ves el desastre”, sostuvo Minujín. El actor reflexionó sobre el impacto de la figura de Menem en el fotógrafo que interpreta en la serie: “El recorrido de muchos argentinos es muy parecido al de mi personaje, cayeron seducidos por él desde el momento en que lo conocieron. Yo soy muy crítico de Menem y de toda esa política, del rumbo que tomó la Argentina en ese momento. Pero creo que fue el último personaje de ese estilo que hubo en la política”. Y completó: “Estamos contando una historia que es muy de ellos, de los riojanos. Que, por otro lado, es una provincia pequeña dentro de las provincias y las poblaciones de la Argentina. Con respecto a la figura de Menem, me parece que hay de todo: hay gente que lo ama, y gente a la que no le gusta nada. Eso sí, todos lo ven como alguien que es muy de ellos. Todos en Anillaco tienen una anécdota con él, que los saludó o que les dio plata que necesitaban para no sé qué. Además, no nos tenemos que olvidar que los hizo llegar a estar un poco en el radar nacional. Y tienen razón, porque nuestra referencia de La Rioja y de Anillaco es a partir de Menem. Me parece que eso también está bueno, el interés que se genera por él, más allá de la simpatía o no simpatía política”.

Recrear una época y retratar a un hombre complejo

Además del esfuerzo que significa la recreación de época (en el caso de esta serie es de entre 40 y 50 años atrás), el mayor desafío en este tipo de proyectos es encontrar al actor o a la actriz con el talento suficiente como para camuflarse dentro de la máscara, componer y caracterizar. Y cuando se trata de una figura de la masividad del expresidente, el riesgo se multiplica. “Sbaraglia no tiene nada que ver con Menem”, se escuchaba hace un par de años. Hoy, con el trabajo concluido y con la imagen de riojanos abrazándolo como si hubiera vuelto, ya no discute: Sbaraglia es Menem. “En mi paso por Anillaco me han transmitido mucho. Fue como hablar con muchos Menem, en el sentido de que me han dado muchos matices de su mundo interior, de sus detalles, de su alma. Uno lo que intenta como actor es, más que nada, meterse en el alma del personaje. Después está lo que termina transmitiendo la serie, pero eso ya no está bajo nuestro control. Ni siquiera nosotros que la hacemos sabemos bien qué es lo que va a terminar recepcionando el espectador. Pero el intento actoral es entender el alma de este hombre. Además, la serie no es convencional, tiene también comedia negra. Hay una mirada muy interesante y hasta con humor de lo que ha sido nuestra historia. Porque es la historia de todos, no solamente la de Menem. Lógicamente, hay partes en las que no podés tener humor porque tienen que ver ya con cosas dramáticas, momentos muy duros”, afirmó Sbaraglia. En el caso de Minujín, a pesar de que su personaje fue creado para la ficción, la preparación también fue muy rigurosa: “Lo primero que me pareció interesante fue la conjunción de Wino con Leo, pero al principio no tenía mucha idea de cuál era el encuadre que iba a tener la serie. Yo venía de trabajar con Wino en Coppola, otra biopic que transcurre más o menos por esos años y, en esa experiencia, Wino había tenido una visión muy interesante de cómo contar la época a través de un personaje. Y también me entusiasmó que mi personaje, por no haber existido, permitiera incorporar un montón de momentos reales en su accionar. Olegario ocupa un poco el lugar del hombre común, pero no de uno, sino de muchos en esa época”. La serie comienza con la muerte de Carlos Menem Jr. para enseguida ir al pasado y empezar a pivotar entre el gobernador, el candidato y el presidente. Pero también el personaje mediático, el marido, el padre, el “compañero”. Para poder cubrir un espectro tan amplio, Sbaraglia tuvo que llegar a la esencia del líder político: “Hay que pensar lo que era Anillaco hace 100 años, era la nada, unas pocas casas [hoy la localidad cuenta con 3500 habitantes aproximadamente] . Y de ahí salió un tipo que llegó a ser tres veces gobernador y dos veces presidente. Es fuerte. Al margen de cuál sea el balance que haga la historia con relación a los gobiernos de Menem, nosotros no nos metemos en eso, era un tipo tremendamente decidido y con una gran fuerza interna. Con una gran capacidad de transformar lo que tenía alrededor a fuerza de determinación. Desde muy joven ya decía que iba a ser presidente, estaba convencido. Estando en la cárcel le decía a todo el mundo que cuando saliera iba a ser presidente, y la gente pensaba que estaba loco”. En medio de los paisajes riojanos, el actor admitió la complejidad de asumir la personalidad de Menem: “Es muy difícil para uno, como actor, meterse en tamaña empresa. En principio tenés que aprender de ese power, de ese nivel de convencimiento que él aparentemente tuvo toda su vida porque si no, no hubiera salido de La Rioja. También, lo que me han recalcado y enfatizado prácticamente todas las personas con las que hablé, es que era un tipo muy amigo de sus amigos”.

<span class=nd-epigrafe-etiqueta>Sus hijos. </span> Los personajes de Carlitos y de Zulemita formaron parte de las escenas rodadas en La Rioja, locación en la que participaron 150 extras
Sus hijos. Los personajes de Carlitos y de Zulemita formaron parte de las escenas rodadas en La Rioja, locación en la que participaron 150 extras

Revival y fascinación

La serie promete un viaje al pasado que genera un inevitable revival para las generaciones que recuerdan los 80 y, sobre todo, los 90. También provoca fascinación en aquellos que idealizan lo que no vivieron y al mismo tiempo quieren saber más. No se trata de una biografía en el sentido más estricto de la palabra, sino que se centra en momentos. Mojones en la vida de su protagonista que fueron claves a la hora de construir su imagen, su poder político y la simbología que instaló. El equipo hasta se dio el lujo de filmar en la controvertida pista de aterrizaje de Anillaco construida en 1997, con un costo superior al millón de dólares, a 800 metros de la puerta de la residencia de Menem. Hoy, la pista de 2400 metros se puede visitar y es un atractivo interesante para dimensionar la desmesura reinante por aquellos años. “Primero fueron los 60, después los 70, y ahora todo lo de los 80 nos parece encantador. Sea lo que sea. Un paquete de golosinas nos parece espectacular, y era un paquete de golosinas. Ni hablar del cine de la época, que ahora está en plena revisión. Pero aunque ahora las cosas nos parezcan encantadoras, no eran tan así. Lo que tiene de bueno la serie es que también se encarga de mostrar la idiosincrasia de la época”, indicó Minujín. Al respecto, Sbaraglia expresó: “Lo mío no es una imitación, es una interpretación mía de lo que fue Carlos Saúl Menem. Lo tuve que meter adentro de mi cuerpo, y fue mágico. Uno encuentra al personaje recién al final, porque a medida que lo vas haciendo le vas encontrando más detalles pequeños, pero muy importantes, como una manera de mirar, por ejemplo. Mi manera de ir entrando fue así, de afuera para adentro. Primero lo más general: la postura, algo de la voz, la manera de hablar, el ritmo, los gestos… Hasta que en un momento parece que te baja del cielo, o de donde esté. Y a la vez siento que estoy canalizando algo que nos pertenece a todos. Cuando uno hace un personaje así, inevitablemente entendés que hay algo que nos trasciende”. ¿Y la mirada de afuera? “Ya hace muchísimos años que trato de no escuchar las cosas que dicen. No hay que escuchar, hay que enfocarse en el trabajo personal y hasta donde uno pueda llegar”, cerró Sbaraglia. Y algo de la tonada de Menem pareció escaparse en sus palabras.

Fuente: La Nación