Homo Argentum. Dirección: Mariano Cohn–GastónDuprat. Con Guillermo Francella, Eva de Dominici, Guillermo Arengo, Dalma Maradona, Graciela Stefani, Migue Granados.
No son habituales los films en episodios en nuestro país, sí en otras cinematografías, especialmente en Italia en décadas pasadas, a través de realizaciones en las que intervinieron directores como Dino Risi, Mario Monicelli, Luigi Comencini, Alberto Lattuada y otros, aunque también hay ejemplos más contemporáneos como Manuale d’amore de Giovanni Veronesi, que tuvo dos continuaciones. Aquí hay, por lo menos, dos ejemplos previos a mencionar, uno de ellos relevante; y otros dos que no responden exactamente a ese tipo de configuración, pero se podrían incluir al ser significativos dentro del cine nacional por su estructura audiovisual y su calidad expresiva. Cronológicamente, el primero de ellos es Las sorpresas, compuesto por tres segmentos dirigidos por Alberto Fischerman, Carlos Galettini y Luis Puenzo, con intérpretes como Norma Aleandro, Juana Hidalgo, China Zorrilla, Leonor Manso Lautaro Murúa. Luego llegarían Historias mínimas de Carlos Sorín, con Javier Lombardo como el actor más reconocido, y unos años más tarde Historias extraordinarias, de Mariano Llinás, ambas notables, afines en los títulos pero muy diferentes entre sí. Aunque no cuentan en ese caso con capítulos independientes, sino que tienen una vinculación o están entrelazados. Y por último tenemos a la que sí responde claramente -y es modelo y estrella- de esta formulación que es, obviamente, Relatos salvajes de Damián Szifron, considerada la película argentina más vista de la historia. Con una selección de figuras actorales como Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia Oscar Martínez, Érica Rivas y Darío Grandinetti, entre otros, obra que, más allá de su condición de estar integrada por cortometrajes, es una producción insuperable en lo suyo.
Y ahora se suma a la lista Homo Argentum, que responde claramente a este formato y se podría considerar como única en su tipo, no habría que compararla. Está concebida con una innegable originalidad, al menos en nuestro medio, y cuenta con una buena producción, un ritmo sostenido y el aditamento fundamental de contar con el múltiple y carismático Guillermo Francella (es probable que se trate del actor que más atracción y disfrute despierta en general en el gran público, en distintas pantallas), como absoluto protagonista. Además, siempre un título de Cohn y Duprat propone sensaciones diferentes a las que habitualmente uno encuentra en una producción nacional de alto presupuesto y pretensiones comerciales. En este caso, ofrecen una propuesta entretenida y atrayente, fundamentalmente por la característica expresiva que presenta, y con un importante nivel formal y artístico. Posee, como es de esperar, un interés que puede resultar dispar, ya que algunos pasajes no están del todo logrados o responden a una postura ideológica poco empática con los sectores más desposeídos de la sociedad. Cosa sobre lo que actualmente se está cuestionando al film casi sin pausas, pero fuera de este punto, que tendrá su análisis, se trata de una cabalgata audiovisual argenta (o porteña, para ser más precisos, a eso también me refiero más adelante), que puede llegar a tener, dentro del paso de comedia o el género paródico, cierto alcance internacional. Los reparos apuntados son casi siempre superados por el espíritu crítico y transgresor que sobrevuela todos los capítulos, su indudable comicidad, y también, por una bien recibida tendencia al absurdo.
Obviamente, ya está dicho que en una película pautada en secciones independientes, los altibajos son inevitables, y habrá partes que estarán más logradas y obtendrán mayor aceptación y quedarán en el recuerdo, mientras que otras escaparán al registro de los sentidos en determinados espectadores. En mi caso, quizás sin justificación, esperaba un remate fuerte y sorpresivo en cada segmento, fórmula habitual cuando de cortos se habla. Pero Homo Argentum no es un rejunte de cortometrajes, sino un film que apuesta a un entramado y a una unidad expresiva y estética general. Por eso, no siempre los finales asoman contundentes, en algunos casos al contrario; no tienen, aparentemente, remate. Cosa que no se puede atribuir a una falta de imaginación en los cineastas, sino a que, junto a Andrés Duprat en el guión, parecen haber elegido deliberadamente ese procedimiento. Será el espectador el que deba reflexionar y encontrar su propio final en varios capítulos, o no.
Entre esos episodios habrá algunos que incomoden justificadamente –es lo mejor que puede proponer el arte-, pero también otros que perturben ideológicamente, como ya se ha dicho, y en ese punto puedan llegar a disgustar, tales los casos de Las ventajas de ser pobre, donde un cura villero trata de imponer un discurso creyente o espiritual mientras que unos necesitados comensales sólo desean alimentarse con urgencia. El breve relato es una ironía, pero en mi opinión, más allá que el hambre apriete, esos marginados de la sociedad aún así serían absolutamente capaces de escuchar por un par de minutos a un cura que los protege y los alimenta. Quizás, más que su contenido, lo peor de ese corto sea su título. O Un hombre decidido, abordando el tema de la inseguridad, que tiene un tinte controvertido también, más allá que sea entretenido y tenga su costado jocoso. Y en cuanto a Experiencia enriquecedora, que describe a un jactancioso millonario al que misteriosamente lo conmueve un pibe que pide en un bar donde está consumiendo, no queda bien claro hacia adónde apunta. Tras varias incidencias entre ambos va progresando hasta llegar a un final en el que se amaga un enfrentamiento, algo que inquieta y aporta un cierre, pero da la sensación que la narración no le hace justicia ni al muchacho ni al acaudalado personaje tatuado. Aunque en verdad no habría razón para sentir eso porque el tono general del film no tiene nada que ver con lo justo o injusto, los cineastas nunca se muestran políticamente correctos ni aquí ni en otros trabajos, y hay que decir que dicha tónica en ciertos casos se siente forzada, tanto en el cine nacional como en el de otras latitudes, llegando incluso a ser contraproducente, en cualquier producto artístico que se precie de tal. De manera que no está mal la incorrección, que por otra parte colabora en el objetivo de generar inquietud y polémica.
Llama la atención también, en estos tiempos de feminismo a ultranza, militante e irrebatible, en épocas en que a las mujeres siempre se “les cree” (porque sí); un par de momentos en los que ellos se diferencian en esta corriente, divergen. Me refiero especialmente al corto titulado Piso 54 y también al que cierra el film. Incluso incluiría a Noche de suerte, por la violencia y el carácter desenfrenado de la chica frente a la entrada del edificio de su amante, por ejemplo. Pero es en Piso 54 donde este ingrediente está más acentuado, proponiendo, más allá de toda polémica, uno de sus mejores capítulos, con una espectacular performance de Eva de Dominici. El apartado de las falsas denuncias, poco abordado por los medios (de cualquier inclinación), está aquí expuesto en toda su dimensión, aún con el condimento fantasioso incluido en el remate. Y en el último, Troppo dolce, hay un momento en el que esta premisa se vuelve hacer presente, de un modo más expuesto y a la vez paródico. En mi caso, apruebo y hasta festejo esos pasajes disruptivos del film.
En cuanto al tópico de la argentinidad, asunto tan discutido, es saludable que produzcan los debates, en principio. Hay quienes sostienen, con entendibles argumentos, que Homo Argentum en sus historias no hace referencia a los argentinos sino sólo a los habitantes de la Capital Federal, a los porteños. Se sabe que en general los artistas se expresan reflejando los ámbitos que conocen bien, los que son parte de su identidad, y en el caso de Cohn y Duprat está claro que ambos son ultra porteños, esta ciudad pertenece a su ADN y no está mal que ciertos personajes de esta inmensa urbe estén presentes en su arte, en lugar de forzarse a buscar latitudes y tipos humanos que les son ajenos. Por ejemplo, Carlos Sorín se siente cómodo en el sur de nuestro país, es ahí donde se siente como pez en el agua, y así ocurre con otros realizadores de nuestro país, apuntan a su ámbito. Aún así, aquí se refleja una franja específica de connacionales bastante bien tipificados. Quizás el conflicto esté más afincado en la denominación del largometraje, de haber tenido otro nombre posiblemente las polémicas pasarían por otro lado. La dupla de cineastas aporta una visión peculiar y personal de una galería de personajes, con una mirada cáustica y burlona acerca de sus miserias humanas -sean argentinas o de cualquier lado-, eso es todo; nada fuera de lo común en una comedia con toques satíricos. Ese tratamiento y el título pueden haber incomodado, pero descalificar por eso, denostando sin miramientos a la película, se parece más a un ensañamiento que otra cosa.
Porque sea como fuere, Homo Argentum, en el balance, presenta breves piezas cinematográficas mayormente muy logradas. A través historias como Aquí no ha pasado nada (el del arranque, impecable y perturbador), Noche de suerte (uno de los mejores, intrigante, sensual, con la mejor interpretación de Francella en la película), El niño eterno (una temática muy actual sobre padres e hijos convivientes, bien tratada, guionada e interpretada), El auto de mis sueños (un pasaje delicioso, imperdible), La novia de papá (quizás el relato más descarnado en lo que a vínculos familiares se refiere, notablemente interpretado y realizado), Ezeiza (el más sensible del ramillete, más allá que no tanga una trama muy imaginativa, igual produce una fuerte emoción), Bienvenidos a Buenos Aires (una radiografía cruel y reveladora de los conocidos “arbolitos”), La fiesta de todos (un plano secuencia genial que refleja el frenesí y la enajenación que produce el fútbol) y Un juguete carísimo (una jugosa descripción de alguien que pretende ser más de lo que es frente a un niño, con buenas actuaciones infantiles), y los ya mencionados Piso 54 y Troppo dolce, al que además está dedicado el siguiente párrafo.
Porque el último capítulo, los que son inesperadamente escudriñados y caricaturizados son los italianos y no esa tipología del argentino sentimental que conduce esa mini historia, que parece apuntar a un emotivo reencuentro con una rama parental. Intención que, partiendo de una búsqueda entrañable del protagonista, termina de manera penosa y caótica, pero fundamentalmente desopilante. Un capítulo que desconcierta por un lado y captura por otro, en esa descripción mordaz de un comportamiento familiar itálico cuasi extorsivo. Porque lo expuesto allí describe también a los argentinos, pero quizás en este caso ahondando en comportamientos negativos que heredamos, tanto de italianos como de españoles y en menor medida, de otras regiones europeas. No hay que olvidar tampoco a nuestras raíces indígenas, pero nos apartaríamos de lo que básicamente tenemos plasmado aquí en pantalla, que es lo único a lo que habrá que referirse. Parte de nuestros orígenes provienen de esas regiones europeas, y a través de Troppo dolce, el segmento aludido, encontramos una ácida semblanza acerca de ciertas costumbres indeseables y confiscatorias de los habitantes de un pequeño e inocente pueblito de la península itálica. Un disparatado desenlace que indirecta y simbólicamente también nos interpela.
Mariano Cohn y Gastón Duprat, directores, guionistas, productores de cine y televisión, no arribaron aquí a su mejor obra, pero ofrecen un producto digno, divertido, tan sarcástico como familiar. Cuentan con una trayectoria jalonada con hitos extraordinarios como El hombre de al lado, El artista y El ciudadano ilustre, e incluiría en la lista también a Mi obra maestra, con sus toques geniales con esa radiografía de ese artista indomable y con una brillante pareja protagónica. En los últimos tiempos abordaron series bien ideadas y plasmadas, una de gran impacto como El encargado, pero también Nada tuvo lo suyo y un personaje a la medida de Luis Brandoni. Mencionando asimismo a 4X4, sólo de Mariano Cohn, un thriller intenso con pericia argumental que acaba de tener un remake estadounidense.
Y Guillermo Francella en los últimos tiempos se ha vinculado artística –y exitosamente- con ambos directores, fundamentalmente a través de El encargado, pero antes fue parte junto a Brandoni de un muy buen exponente de la dupla, la recién nombrada Mi obra maestra. Su trabajo interpretativo en este último estreno es claramente exhaustivo, abarca todas las mini películas incluidas en esta producción, lo que ya de entrada lo compromete sin pausas actoralmente, y se puede decir que salió airoso del desafío. Un trabajador del espectáculo que nunca ha dejado de lado su condición de gran comediante, y aquí se luce más en las que el humor dice presente, y en otras más dramáticas o paródicas acierta en algunas composiciones y en su metamorfosis, aunque no alcance a mutar demasiado su registro vocal, salvo en Un film necesario, Un hombre decidido y algo en Noche de suerte, dentro de una gran caracterización. Porque hay que decir que la personalidad y la voz de Francella son tan fuertes, que resulta difícil apartar al rol que está componiendo del actor que lo encarna. Fuera de eso, llega a conmover genuinamente en relatos ya mencionados como La novia de papá, Ezeiza y El niño eterno. Está claro que hace tiempo ha evolucionado como actor y los ejemplos abundan luego de aquel consagratorio Pablo Sandoval en El secreto de sus ojos, luego llegaría su gran composición en El clan, otra magnífica y muy arriesgada en Animal y no hay que olvidarse de El misterio de la felicidad de Daniel Burman y recientemente, el estupendo thriller La extorsión.
El plantel de actores de reparto está bien seleccionado y se acopla con convicción a la propuesta y a las diferentes exigencias de los guiones. A la ya mencionada De Dominici, sumo al gran Guillermo Arengo, junto a Vanesa González, Juan Luppi, Graciela Stefani, Dalma Maradona y Migue Granados, revelándose como actor.
La potente y armónica música original de Federico y Matías Mercuri, acompaña bien a una Homo Argentum que hay que ver en el CINE. Por varios meses va a permanecer en cartel sin ser trasladarla a ninguna plataforma. Una iniciativa como para apoyar.
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Amadeo Lukas – Periodista de espectáculos y crítico de cine. Miembro de APTRA, Asociación de Cronistas Cinematográficos y Premios Gardel. Cancionista.