Sin estridencias y con un completo dominio de sus palabras, hace poco más de tres meses Jane Fonda le informaba al mundo que había sido diagnosticada con cáncer y que debía someterse a un tratamiento de quimioterapia. Este jueves, la actriz volvió a referirse al tema en sus redes sociales, pero esta vez para llevarle a sus fanáticos una muy buena noticia.
“La semana pasada, mi oncólogo me informó que mi cáncer está en remisión y que por eso puedo suspender la quimioterapia”, indicó en su blog oficial, en una publicación que tituló “El mejor regalo de cumpleaños”.
“Me siento tan bendecida, tan afortunada… Les agradezco a todos los que oraron por mí y me enviaron buenos pensamientos. Estoy segura de que esa buena energía jugó un papel importante. Estoy especialmente feliz porque mientras mis primeros cuatro tratamientos de quimioterapia fueron bastante fáciles para mí, con solo unos días de cansancio, la última sesión fue muy dura y duró dos semanas”, reveló.
La protagonista de Barbarella, quien además es una reconocida activista por los derechos humanos y ambientales, indicó: “Los efectos desaparecieron justo cuando viajé a Washington para participar de el primer Viernes de Simulacro de Incendio [una iniciativa que reúne a los bomberos de los Estados Unidos con la idea de propiciar un mundo más limpio y saludable]. Gracias a Dios, eso me mantuve ocupada durante toda la semana”.
A principios de septiembre, junto a una foto suya, la intérprete informaba: “Mis queridos amigos, tengo algo personal que quiero compartir. Me han diagnosticado un linfoma no Hodgkin y he comenzado tratamientos de quimioterapia”.
La protagonista de Grace and Frankie explicó en aquella oportunidad que se trata de un tipo de cáncer tratable y dijo que un promedio de un 80 por ciento de las personas que lo padecen suelen recuperarse. Por ello y por no concernir a un tipo de tumor más severo, la actriz afirmó sentirse “muy afortunada”. Y agregó: “También tengo suerte porque tengo seguro médico y acceso a los mejores médicos y tratamientos. Me doy cuenta, y es doloroso, que soy privilegiada en esto. Casi todas las familias en Estados Unidos han tenido que lidiar con el cáncer en un momento u otro y demasiadas no tienen acceso a la atención médica de calidad que estoy recibiendo, y esto no está bien”, reflexionó Fonda.
Existen tres grandes grupos de cáncer de sangre: leucemia, mieloma y linfoma. Este último, a la vez, se divide en dos tipos principales: el linfoma de Hodgkin y el linfoma no Hodgkin. Se llama así porque en 1832 fue descubierto por el patólogo británico Thomas Hodgkin (1798-1866) tras analizar a varias personas con síntomas de un cáncer que afectaba los ganglios linfáticos. En un principio se llamó “enfermedad de Hodgkin” pero a fines del siglo XX cambió de nombre.
Según explica la Asociación de Leucemia y Linfoma de Estados Unidos, esto sucedió porque las investigaciones posteriores revelaron que la enfermedades una consecuencia de una lesión en el ADN de un linfocito que es un tipo de glóbulo blanco, los responsables de defendernos frente a las infecciones.
El cambio en el linfocito lo convierte en una célula de linfoma. Estas se amontonan y forman masas de células, que son tumores, y suelen agruparse en los ganglios linfáticos o en otras partes del cuerpo. El linfoma de Hodgkin se propaga de manera ordenada de un grupo de ganglios linfáticos a otros, mientras que el linfoma no Hodgkin se disemina a través del sistema linfático de una manera desordenada, explica el Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU.
En todo el mundo, más de 70 mil personas son diagnosticadas con la enfermedad cada año. Estos números, respaldados por el Observatorio Global de Cáncer (Globocan), muestran que el linfoma es la enfermedad oncológica de la sangre más común entre los adultos.
Los síntomas incluyen inflamación de los ganglios linfáticos, especialmente en la parte del cuerpo donde comienza a crecer el linfoma. Las áreas comunes en donde se pueden palpar los ganglios linfáticos con los dedos son la ingle, la axila, el cuello, detrás de los oídos y la parte posterior de la cabeza. Pero también hay ganglios linfáticos en otras zonas del cuerpo como el tórax y el abdomen. Además, los síntomas pueden incluir la fiebre, sudores nocturnos, cansancio, tos, picazón y pérdida de peso.
Fuente: La Nación