En noviembre pasado, cuando se estrenó su última serie, A Man on the Inside, Ted Danson estaba a pocas semanas de cumplir 77 años. Mientras que en un momento de su larga carrera le habían pedido que disimulara los signos del envejecimiento tiñendo sus canas de castaño, ahora protagonizaba un proyecto en el que el envejecimiento era el tema central. Danson interpreta en esa serie a un profesor universitario viudo llamado Charles que recibe una oferta de trabajo para ayudar a investigar un robo de joyas infiltrándose en una comunidad de jubilados (una historia basada en el documental chileno El agente topo, de Maite Alberdi). Allí hace nuevos amigos y descubre que aún le quedan muchas más aventuras por vivir.
La serie aparece como el pico de una tendencia que se ha estado gestando durante la última década. La industria de la televisión, después de cortejar servilmente a las audiencias menores de 35 años desde la era de Friends y Melrose Place, volvió a abrazar a los mayores y sus historias. Nuestros actores en la tercera edad no desaparecieron completamente de la pantalla chica durante la gran fiebre demográfica de “adultos de 18 a 34 años”, pero terminaron como actores de reparto. Todavía tenemos muchos de esos, incluyendo a Harrison Ford, de 82 años, como el gruñón compañero de Jason Segel en Shrinking. Pero ahora hay una especie de regreso, si bien gradual, de los actores mayores al foco de atención.
Este lento encanecimiento comenzó, irónicamente, en un área del negocio generalmente considerada como innovadora y juvenil: el streaming. En 2015, Netflix estrenó Grace and Frankie, en la que las excolegas Jane Fonda y Lily Tomlin, entonces en sus setentas, interpretaron a jubiladas que se acercan cuando sus respectivos esposos las dejan para tener una relación entre ellos. Se emitió por siete temporadas y sirvió como un fuerte recordatorio de que Fonda y Tomlin seguían siendo tan buen equipo como décadas antes en la comedia feminista 9 a 5. Unos años más tarde, Netflix estrenó una especie de respuesta masculina: The Kominsky Method, protagonizada por Michael Douglas y Alan Arkin como un famoso profesor de teatro y su agente y amigo de toda la vida.
La existencia de ambos programas hablaba de un efecto secundario inesperado de la revolución del streaming: sin anunciantes que complacer (al menos no en la década de 2010), la demografía se volvió irrelevante. Lo único que importaba eran las visualizaciones y las suscripciones. Si alguien que había amado a Fonda desde Descalzos en el parque quería suscribirse a Netflix para verla, ese usuario contaba lo mismo que un adolescente obsesionado con Stranger Things.
Hubo más casos. Hacks, en lo que entonces se llamaba HBO Max, le ha dado a Jean Smart el mejor papel de su carrera como la legendaria comediante Deborah Vance, luchando por mantenerse relevante en sus años crepusculares. Amazon tiene un éxito aclamado con Only Murders in the Building, una comedia de misterio construida alrededor del contraste generacional entre la estrella milenial Selena Gomez y los veteranos Steve Martin y Martin Short.
Las cadenas y la TV por cable también se sumaron a la fiesta. El compañero de Danson en los años ochenta, Tom Selleck, acaba de terminar 14 temporadas de Blue Bloods en CBS. Kathy Bates, de 76 años, protagoniza una remake de Matlock. Jeff Bridges, de 75 años, y John Lithgow, de 79, pasaron dos temporadas interpretando a exespías llamados de nuevo al servicio activo en un drama de FX denominado literalmente The Old Man. La tendencia incluso se ha extendido al mundo de los realities, como The Golden Bachelor y Later Daters.
Incluso ahora que han introducido publicidades, las plataformas no descuidan a los grandes. Estudios recientes han demostrado que los estadounidenses mayores tienen mucho ingreso disponible, un deseo de gastarlo y una mayor disposición a cambiar de marca de lo que se creía anteriormente, además de una mayor inclinación a ver televisión que los espectadores jóvenes. Pero lo curioso es que muchas de estas series también cuentan con un sólido apoyo por parte de audiencias jóvenes. Entre la fatiga de la llamada “televisión de prestigio” y la miseria general del mundo en este momento, ¿es sorprendente que la Generación Z se incline por historias reconfortantes protagonizadas por estrellas de antaño?
A Man on the Inside ha sido confirmada para una segunda temporada, luego de que la primera terminara con Charles accediendo a ayudar al detective en un nuevo caso. Hay una oportunidad para él y para este subgénero de la televisión. De hecho, tendrá algo de competencia: este año, Netflix estrenará The Boroughs, una nueva serie protagonizada por Bill Pullman, Alfred Molina y Alfre Woodard, entre otros. ¿El escenario de esta historia? Una comunidad de jubilados.
Fuente: Rolling Stone