Los diez mejores besos que ha dejado el séptimo arte

MIRÁ LOS VIDEOS. Muchas cintas han dejado escenas de amor icónicas que han pasado a la posteridad

Siempre es una buena ocasión para rememorar los mejores besos de la historia del cine. Pero si además coincide que este lunes se celebra el Día Internacional del Beso, no puede haber excusa mejor para hacerlo. ¿Qué sería de una gran película de amor sin un buen final? Muchas cintas han dejado momentos icónicos que, además de encandilarnos y dejarnos boquiabiertos, han pasado a la posteridad. La Vanguardia hace una pequeña selección de algunos de los más famosos, aunque animamos a los lectores que sigan con la lista en los comentarios.

‘Lo que el viento se llevó’

No hay mejor arranque para iniciar este artículo que el beso entre Escarlata O’Hara y Rhett Butler en Lo que el viento se llevó , poniendo siempre, claro está, a Dios por testigo. La pasión entre la joven más bella y caprichosa de la región (Vivien Leigh) y el cínico y apuesto (Clark Gable) ha encandilado a más de uno en la gran pantalla.

Casablanca

No podía faltar en esta lista el amor imposible de Elsa (Ingrid Bergman) y Rick (Humphrey Bogart), a los que siempre les quedará París. Porque, por suerte, de todos los cafés del mundo, ella entró en el suyo. Un amor de película, nunca mejor dicho, con un final también inolvidable y sumergido en la niebla.

La Dolce Vita

Este beso está pasado por agua. Concretamente, por la de la Fontana di Trevi, en Roma, escenario de ensueño en el que Federico Fellini enmarcó uno de los besos más rompedores del séptimo arte y que lo encarnan unos magistrales Marcello Mastroianni y Anita Ekberg.

Desayuno con diamantes

La cosa va de clásicos y, por lo tanto, no podemos olvidarnos de Desayuno con diamantes. Al igual que ocurre con La Dolce Vita, este también es un beso mojado, pues ocurre bajo la lluvia. Una fantástica Audrey Hepburn encarna a Holly Golightly, la socialité neoyorquina que aspira a ser actriz y que se enamorará de Paul (George Peppard).

Vacaciones en Roma

Audrey Hepburn repite en este ránking por Vacaciones en Roma. Un debut por todo lo alto. Ella da vida a la princesa y él (Gregory Peck) es un periodista que busca la exclusiva de su vida. Con lo que no contaba es que iba a acabar enamorándose. Otro amor imposible.

Love Story

Desde que escuchamos esta gran frase en el cine no podemos quitárnosla de la cabeza: “Amar significa no tener que decir nunca lo siento”. Y es que en eso consiste básicamente este sentimiento. Una enseñanza que llegó de la mano de los personajes de Ali MacGraw y Ryan O’Neal, estrellas con un brillo único en taquilla.

Star Wars: El imperio contraataca

Fue uno de los besos más icónicos del momento, situado en un ambiente totalmente diferente a lo conocido hasta entonces: el espacio. Denotaban complicidad y quedaba claro que había entre ellos dos una buenísima relación de amistad. Años más tarde, supimos que entre Carrie Fisher y Harrison Ford, lo que verdaderamente se escondía era una historia de amor.

Beso entre Harrison Ford y Carrie Fisher
Beso entre Harrison Ford y Carrie Fisher (Archivo)

Dirty Dancing

Además de un atrevido, y algo peligroso, salto para practicar en la pista de baile, Dirty Dancing también ha dejado un beso para el recuerdo. Lo que muchos no saben es que esa escena concreta no estaba en el guión. Los actores estaban calentándose antes de entrar en escena. Al director le gustó tanto que la acabó incorporando al filme.

Beso entre los dos protagonistas de Dirty Dancing
Beso entre los dos protagonistas de Dirty Dancing (Archivo)

El diario de Noa

Ryan Gosling y Rachel McAdams también comparten un apasionado beso en El Diario de Noa que ha pasado a la historia. Ocurre cuando sus personajes se reencuentran siete años después de la última vez que se vieron. Los dos están paseando en barca y de repente empieza a llover. Y claro, surge la magia.

Ghost

Si hay una película que deje la piel de gallina esa es Ghost. Protagonizada por Patrick Swayze y Demi Moore, cuenta con una de las escenas más sensuales que se recuerdan. Molly no puede dormir y se pone a trabajar en el torno de alfarería. Sam se sienta detrás de ella, comienza a tocarla con las manos y acaba destrozando la vasija que estaba realizando. Con las manos entrelazadas, ambos intentan recomponer la pieza; él comienza a subir las manos impregnadas de barro por los brazos de ella, que se gira hacía él y acaban fundidos en un beso.

Fuente: La Vanguardia