Luego de algunos años, Mariano Martínez vuelve a hacer ficción con Nieve roja, un thriller de seis episodios que coproducen Flow y StoryLab. Y en verano se sube otra vez al escenario con Nicolás Cabré para protagonizar Ni media palabra, en Carlos Paz. El actor está entusiasmado con este regreso y siente que supo aggiornarse a los cambios de la industria audiovisual. También dice que le hacía falta parar un poco para tener la oportunidad de apreciar y disfrutar otros aspectos de su vida y a sus tres hijos Olivia, Milo y Alma.
En una charla con LA NACION, el actor cuenta cómo vivió la alta exposición pública cuando hacía Campeones, Son amores, Valientes o Esperanza mía. Además, confiesa que la actuación lo sanó y lo ayudó a ganar confianza, y que todavía recuerda cuando tuvo un accidente en su niñez que lo dejó sin caminar durante un par de años. Habla también de las agresiones que vivió en la escuela por una dislexia tardíamente diagnosticada. Y reconoce que ahora, a has 46 años, es mucho más feliz que a las veintipico.
–¿Cómo fue la experiencia de Nieve roja?
–Estuvo buena. Es una serie interesante, con buen guión, que atrapa. Filmamos todo en interiores, a pesar de que aparentemente estamos en la Antártida. Hace 20 años nos fuimos a Villa La Angostura todo un invierno a filmar Sangre fría, pero las cosas cambiaron y ahora hicimos todo en un estudio. Fue impresionante trabajar con esas pantallas, simulando estar en la Antártida. Si bien había hecho un montón de cromas y miles de efectos especiales en mi vida, fue toda una experiencia espectacular. Mi personaje es uno de los siete que recluta un magnate millonario para que hagan un retiro en la Antártida, en una base comandada por una inteligencia artificial. Lo único que saben los siete es que van a competir por un puesto jerárquico. Capítulo a capítulo pasan cosas que no son las esperadas y empiezan a desaparecer uno a uno, lo que genera una psicosis.
-¿Vos sos de consumir series?
–No estoy constantemente mirando series. Tengo etapas y miro si aparece algo que me gusta. Lo que sí miro mucho es animé y series japonesas, chinas, coreanas, porque lo compartimos con mi hijo Milo. Nos encantan. Igual no estoy todo el tiempo mirando, porque me gusta leer también, entrenar, hacer taekwondo. Hay que tener cuidado porque las series te atrapan, te ponés a maratonear y te olvidás de todo.
–Creciste en una televisión totalmente diferente, con una industria que producía muchas ficciones. ¿Te costó adaptarte al cambio y meterte en la dinámica de las plataformas?
–Mi camino profesional también va de la mano con mi camino personal. No estoy todo el tiempo pensando en la industria ni en cómo voy a adaptarme. Mi instinto siempre es ir para adelante y adaptarme. Tengo el espíritu resiliente. Me pasaron un montón de cosas en la vida y es un ejercicio que he hecho muchas veces. Si bien me di cuenta de este cambio, y en el medio estuvo la pandemia más vivencias personales, tengo claro lo que no quiero. Entonces me propuse, más allá de todas las circunstancias, mantenerme firme en mis decisiones. Y a este vacío que se hizo en un momento en el trabajo lo tomé como algo transitorio. En el medio hice dos películas que me encantaron y son las que elegí. Les dije que no a cosas con mucho agradecimiento, pero no eran parte del camino que quiero seguir como artista. Fueron apareciendo cositas que me trajeron a este presente, y no es casualidad. A eso también me gustaría dejarlo en claro porque le dije que no a proyectos que me redituaban económicamente y acepté ir a un casting cinco años después de haber hecho la última ficción (Separadas en eltrece). Es un camino recorrido con templanza y me parece que hay que tenerlo en cuenta porque a veces muchos creen que todo te llega y todo es fácil, y no es así. Tomar decisiones es algo de todos los días. Y hoy estoy contento porque estoy estrenando Nieve Roja, y voy a hacer una comedia con Nico Cabré, con quien trabajé dos años ininterrumpidos con otra comedia Tom, Dick y Harry. Y hay dos proyectos más de series que todavía no puedo contar. Todo eso es trabajo, esfuerzo, madrugadas de incertidumbre. Porque quizá la gente ve un Instagram o un TikTok y cree que siempre está todo bien. También hay tristezas, pero prefiero compartir las cosas lindas porque es un buen ejemplo. Obviamente uno puede estar triste, pero tiene a su gente para poder canalizarlo en espacios propios.
–Este camino que elegiste a los 16 años, ¿fue casualidad o eras consciente de que estabas eligiendo tu futuro?
–Arrancó como un juego, como un lugar de encontrarme a mí mismo. Ahora lo entiendo y puedo decirlo con estas palabras. Empecé a estudiar teatro porque pasaron un montón de cosas que me habían autodenominado tímido, introvertido, súper retraído, hasta un nivel doloroso a veces. Tuve un accidente grave, un colectivo me atropelló y me destrozó una pierna, los pronósticos decían que no iba a volver a caminar, que me iba a quedar una pierna más corta, y después de mucho esfuerzo un día volví al colegio y en el acto de fin de año bailé una canción de Dirty dancing. Entonces sentí el teatro como un refugio, pero siempre tuve la duda de dónde me venía y si era solamente un refugio o una vocación. Me lo cuestioné durante años hasta que un día supe que era mi vocación y fue lindo. Me siento artista, me gusta hacer cosas que me representen, que cuenten algo interesante, más allá de los géneros. Siento que a lo largo de la vida maduré un montón, pude analizar las cosas que no me salieron como quería y hoy me siento bien, y puedo decir que soy diez veces más feliz que cuando hacía los éxitos que hacía y había 500 personas esperándome para una foto o un saludo. Entonces esto empezó como un refugio, me fue bien enseguida y con eso vinieron muchas cosas que abruman. Hoy, en cambio, estoy bien plantado, disfrutando de la vida minuto a minuto, y es mi ejercicio diario cada vez que me levanto. Y me pone orgulloso porque hice un trabajo largo para eso. Así que estoy contento y bien conmigo.
–Estás cosechando…
–Estoy cosechando, tal cual. Es lo que siento y me gusta.
–En ese accidente que sufriste de chico te salvaron la pierna en el Hospital Garrahan, ¿qué pensás de su desfinanciamiento?
–No hablo de política públicamente. En el Garrahan me salvaron la pierna, siempre estuve eternamente agradecido y me decía que cuando pudiese iba a ir a ayudar al hospital. Y eso hice cuando cobré el juicio y también con recitales a beneficio con El Rey Sol, aunque sabía que la música no era lo mío. Para mí el Garrahan es un lugar muy especial pero no me siento capacitado para hablar de cosas que no tengo claras. Entonces me mantengo al margen. Pero sí tengo mis opiniones en privado y puedo decir públicamente que quiero lo mejor para mi país, obviamente, y voy a querer siempre lo mejor para el Garrahan. Estuve un tiempo internado en el hospital y recorrí esos pasillos en silla de ruedas y después en muletas y hasta que caminé.
–Con pronósticos complicados, ¿cuánto te llevó volver a caminar?
–Desde que me atropelló el colectivo, a los 9 años, hasta los 12. Cuando quedé en el casting de La Nena tenía 16 y fue difícil empezar a grabar. Me acuerdo que una de las primeras escenas fue en una pileta y yo tenía una cicatriz que todavía se nota, pero en ese momento más. No usaba shorts, me ponía medias y buscaba pantalones cortos hasta las rodillas, y hasta un poco más abajo también. Me habían cargado tanto por la pierna que era un tema muy delicado y no me animaba. Entonces todos se pusieron la malla menos yo, y un productor se acercó y le dije que no iba a hacerlo, que no podía. Fue muy amoroso conmigo, se puso en cuclillas delante de mí, le conté y me entendió. Me habló re bien, me llevó y me sentó en la pileta para que estuviera metido abajo el agua, y ahí grabé porque ya no se veía. Era un tema que me condicionaba, pero en el fondo siempre supe que yo iba a salir adelante. No es magia, es meterle y meterle para adelante.
–Hiciste todo un camino de aceptación y de sanación para poder mostrarte….
–Todo un camino que a veces no fue fácil. Por eso no me importa cuando me hablan de los bailes que hago en TikTok, porque me divierte ese microsegundo de hacer esa pavada y lo quiero compartir con la gente que siento que me quiere. Es una cosa lúdica que hice toda mi vida, especialmente en la pandemia cuando todos la estábamos remando. Me centro en la superación, en poder hacer lo que me gusta.
–Otro problema que sufriste de chico y mucho fue la dislexia… ¿Qué recuerdos tenés de ese momento?
–La dislexia no se cura, pero aprendés herramientas durante el tratamiento psicopedagógico en el que pasás un tiempo, te dan el alta y después por ahí tenés que volver a hacer otra evaluación. Hay mucha gente que sufre dislexia, más de las que nos imaginamos. Por eso es importante consultar si ves alguna anomalía en tu hijo a los 6, 7 u 8 años, que es cuando se empieza a detectar. Por ahí lo notás en la lectura, en equívocos, olvidos, distracciones, o pensás que no te está escuchando a propósito o que escondió algo a propósito, o tarda en escribir porque se distrae. Hay que hacer el test, que son dos o tres encuentros con los psicopedagógicos, y ahí sale. Hay tratamiento y acompañamiento en cada colegio. Hay que estar muy atentos, sobre todo los colegios y los docentes. Para mí tiene que reverse el sistema educativo porque los disléxicos tenemos otra forma de aprender y eso está demostrado y existe una ley desde el 2016. Me parece importante porque te puede llevar a adicciones, a abandonar el colegio, a la calle, al suicidio, a todas cosas espantosas que nadie quiere para su hijo. No es nada malo, es una condición que no te impide nada, ni hacer lo que te gusta ni tener éxito ni nada. Y hay ejemplos como Steven Spielberg, Tom Cruise, Albert Einstein. Pero también hay un montón de gente muy talentosa que se queda en el camino porque no sabe que tiene dislexia. En mi caso lo detectaron tardíamente y sufrí un montón.
–Decías que vas a hacer teatro con Nicolás Cabré, con quien trabajaste muchas veces, ¿cómo es esa relación?
–Vamos a hacer teatro en el Teatro Holliday de Carlos Paz, una comedia que se llama Ni media palabra. Ahora también se sumó el Bicho Gómez y Nico además va a dirigir con su novia, Rocío Pardo, con producción de Miguel Pardo. Estamos súper contentos porque es una obra muy divertida que nunca se hizo y estoy muy entusiasmado de volver a subirme a un escenario con Nico, después de 15 años. Porque me dirigió en Tom, Dick y Harry pero él no estaba en el escenario y no es lo mismo. Es la cuarta vez que vamos a compartir escena trabajando como actores juntos, así que estoy muy contento y disfrutando muchísimo.
–¿Es verdad que no vas a ir a su boda?
–No tenemos una cotidianidad en nuestra relación, pero sí nos queremos un montón, nos respetamos, nos gusta laburar juntos y lo que se genera es muy lindo. Él no me dijo que se casaba, me enteré por los medios, y los llamé y les dije que los admiro mucho. Sé lo felices que están y me pone muy contento. El tema es que Nico se casa al día siguiente de mi cumpleaños y mi idea es pasarlo con mis tres hijos, y después veré qué puede pasar. Les conté eso y está todo bien.
Fuente: Liliana Podestá, La Nación