Natalia Oreiro ya tiene su pasaporte ruso

La actriz y cantante había obtenido la ciudadanía a través de un decreto firmado por el presidente Vladimir Putin, en octubre.

¿Cómo contrarrestar la propaganda anti-rusa que tan eficazmente, sobre todo vía Hollywood, hace Estados Unidos en Latinoamérica? En los últimos años, Rusia encontró tres respuestas a esa pregunta. Primera: el Mundial de fútbol. Segunda: la Sputnik V. Tercera: Natalia Oreiro.

Los lazos afectivos que desde fines de los ‘90 unen a la actriz y cantante rioplatense con el país más grande del mundo se formalizó este miércoles en la embajada de la Federación de Rusia en Buenos Aires. Oreiro recibió dos pasaportes rusos: uno a su nombre y otro al de Merlín Atahualpa Mollo Oreiro, el hijo de nueve años que tiene con Ricardo Mollo.

Cómo fue la ceremonia

Natalia Oreiro recibe la ciudadanía por parte del embajador ruso en Argentina, Dmitry Feoktistov. Foto Maxi Failla

Natalia Oreiro recibe la ciudadanía por parte del embajador ruso en Argentina, Dmitry Feoktistov. Foto Maxi Failla

El pasado 25 de octubre, Vladimir Putin firmó el decreto 603 que les otorgaba la ciudadanía rusa a madre e hijo. En una breve ceremonia conducida por el embajador Dmitry Feoktistov, la protagonista de Gilda prestó juramento de lealtad a su nuevo país de pertenencia. “Dóbrayeútra” (buenos días) saludó al entrar al salón. Después, en español y en ruso, leyó el siguiente texto:

“Yo, Natalia Marisa Oreiro Iglesias, acepto voluntariamente y conscientemente tomar la nacionalidad de la Federación de Rusia. Juro respetar la constitución y la legislación de la Federación de Rusia, los derechos y libertades de sus ciudadanos y realizar las tareas como ciudadano de la Federación de Rusia para beneficio del Estado y de la sociedad, proteger la libertad y la independencia de la Federación de Rusia, ser leal a Rusia, respetar su cultura, su historia y sus tradiciones”.

Natalia Oreiro, a la hora del brindis, con el embajador ruso en la Argentina. Foto Maxi Failla

Natalia Oreiro, a la hora del brindis, con el embajador ruso en la Argentina. Foto Maxi Failla

“Quisiera destacar que Natalia pronunció el juramento en un buen ruso”, señaló -vía un intérprete- el embajador, que le regaló un ramo de flores a la homenajeada y no le convidó bombones Ferrero Rocher ni vodka, sino un par de copas de champagne para brindar por su nuevo status con ella y el enamoradísimo Mollo, que presenció el acto junto al pequeño Merlín Atahualpa.

Todo empezó con un chiste

Primero fue un chiste. En una de sus numerosas visitas a Rusia, Oreiro fue como invitada a Evening Urgant, un programa de televisión al estilo de un late night estadounidense. El conductor, Ivan Urgant, le dijo que ella era la más rusa entre las extranjeras. Y ella le respondió que no tenía dudas al respecto, y que Vladímir Putin podía concederle la ciudadanía.

Dicho y hecho, en noviembre de 2019, la uruguaya estaba en la embajada rusa en Buenos Aires para hablar seriamente del tema. Papeleo y pandemia mediante, el trámite llevó dos años. “En Rusia, a Natalia la consideramos nuestra. Todo empezó en los años ‘90 con Muñeca brava, que allá se llamó Ángel salvaje. Desde entonces ella tiene millones de fanáticos”, recapituló el embajador.

Natalia Oreiro, en la Embajada de Rusia. El trámite demandó dos años. Foto Maxi Failla

Natalia Oreiro, en la Embajada de Rusia. El trámite demandó dos años. Foto Maxi Failla

“Hace un gran aporte al desarrollo de la cooperación cultural entre Rusia y Latinoamérica. En un sentido es diplomática, porque no hay otra tarea más diplomática que acercar a los pueblos”, agregó para terminar con una broma: “Tenemos que considerar que sea empleada de la embajada rusa en la Argentina, pero fuera de plantilla”.

Como Depardieu y Steven Seagal

“Sí, sin goce de sueldo”, respondió Oreiro, que se sumó a Gerard Depardieu y Steven Seagal en la lista de celebridades adoptadas por Rusia. «Estoy muy agradecida y emocionada, como pocas veces en mi vida. Las palabras del embajador hacen eco en mí porque éste es un puente cultural entre Rusia y el Río de la Plata. Es un acto enorme de amor de ellos hacia mí y de mí hacia ellos. Las personas que nos dedicamos al arte atravesamos todas las barreras idiomáticas y culturales”.

Enseguida recordó el principio de su romance con Rusia que, tal como dijo el funcionario, tiene sus raíces en la exportación hasta esas tierras, hace más de veinte años, de Muñeca brava, la telenovela de Telefe que ella coprotagonizaba junto a Facundo Arana. El programa, que se estrenó cuando sólo había pasado una década de la caída del Muro, fue un boom. Desde entonces, la cara y la voz de Oreiro fueron parte de la educación sentimental de una generación de rusas.

Natalia Oreiro leyó en ruso. Foto Maxi Failla

Natalia Oreiro leyó en ruso. Foto Maxi Failla

“No existían las redes sociales, por lo cual nosotros recibíamos cartas. Que aún sigo recibiendo, por supuesto en menor cantidad, y conservo con mucho amor. Ahí sí se empezó a construir este vínculo, que vio la luz cuando en la primavera rusa del 2000 yo aterricé en la Plaza Roja y no daba crédito a la cantidad de personas que allí estaban para saludarme”.

Derribando prejuicios

Después, esas visitas se hicieron periódicas. “Desde un primer momento, me sentí muy cómoda y muy cercana a su cultura. Y me llamó mucho la atención que nos pareciéramos mucho. No me refiero solamente al aspecto físico, sino a las personalidades. Una tenía el prejuicio de que eran distantes, pero a mí siempre me abrazaron y me besaron. Estoy deseando que termine esta pandemia para volver a abrazarnos con ellos, porque ese contacto es lo que más me gusta cada vez que viajo”.

Este fenómeno quedó registrado en el documental Nasha Natasha (en castellano, Nuestra Natalia), de Martín Sastre, estrenado en 2020 en Netflix, que muestra una gira suya por Rusia en 2014. Ahí se ve su popularidad y la cercanía con las fans.

“Aunque quizá no nos entendamos exactamente con lo que decimos, nos miramos a los ojos y nos entendemos con la mirada, el sentimiento. Primero me conocieron como alguien que salía en la televisión, pero luego me empezaron a llamar Natasha, que es un nombre muy común en Rusia, y me sintieron como una amiga, una vecina, una pariente. Yo adopté ese rol con muchísima satisfacción y responsabilidad, y aquí estamos hoy”.

Nada de lo ruso le es ajeno

Desde la sopa borsch al museo Hermitage de San Petersburgo, pasando por el Bolshoi, el subte de Moscú y Tolstoi, Oreiro fue regalando elogios a la cultura rusa. Intercaló algún saludo en ruso para sus seguidoras y la estrofa de alguna canción y, entre los hitos de su curriculum ruso, recordó su paso por el Festival de cine de Moscú, su trabajo en la miniserie rusa Al ritmo del tango y el tema que grabó para Rusia 2018.

Natalia Oreiro, como aparece en el documental "Nasha Natasha". Foto Netflix

Natalia Oreiro, como aparece en el documental «Nasha Natasha». Foto Netflix

También, el apoyo que le dio a la Sputnik V cuando la vacuna estaba en tela de juicio. “Traté de ser muy cauta porque para ese tema están los médicos, pero desde un principio le di mi apoyo porque conozco a los rusos, sé la historia y Rusia ha demostrado que sus científicos están en una escala superior”.

Con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas, se refirió al pasaporte rojo que también recibió su hijo: “No me lo esperaba, es un gesto que habla de la confianza, el respeto y el amor que la Federación Rusa tiene hacia nosotros”. Pero subrayó que seguirá viviendo en la Argentina y, diplomática, no se olvidó de señalar cuánto quiere también a su país natal, Uruguay.

En ese sentido, señaló que le encantaría contribuir más activamente al intercambio cinematográfico y musical entre los tres países. Pero sólo dio precisiones de su actividad personal: si la situación sanitaria lo permite, en diciembre de 2022 retomará la gira por Rusia que tuvo que interrumpir en 2020 por la pandemia.

Y también habló de una posible coproducción para protagonizar una película biográfica sobre Lolita Torres, su antecesora directa en esto de enamorar a una de las máximas potencias mundiales desde el confín del mundo.

Fuente: Clarín