Viggo Mortensen: el costado menos conocido de una estrella de Hollywood que se niega a comportarse como tal

El actor protagoniza Crimes Of The Future, su cuarta colaboración con el director canadiense David Cronenberg; declaraciones y anécdotas de un artista inquieto y generoso

En 2012, cuando se encontraba en el país promocionando Todos tenemos un plan, de Ana Piterbarg, la primera película argentina en la que participó, Viggo Mortensen contó en una entrevista televisiva que de niño le pedía a su mamá que le hablara acerca de enfermedades, accidentes automovilísticos y heridas, y que llevaba un registro exhaustivo de quienes habían sufrido fracturas en la familia, por ejemplo. “Me interesa el cuerpo humano, lo que pasa en la vida… Prefiero no morir, hay tantas cosas por hacer, pero va a ocurrir, ¿y cómo pasa eso? Ya desde niño me interesaba mucho”, confesó.

Quizá sea esa misma curiosidad la que lo llevó a rodar junto al director canadiense David Cronenberg su cuarto trabajo juntos, Crimes Of The Future, que se estrena este jueves en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530, CABA) y que se podrá ver en la plataforma MUBI a partir del viernes 29. La película, estrenada en el último Festival de Cannes, representa una vuelta a los orígenes para este maestro que cultivó el “body horror” con películas como La mosca (1986) y Crash: Extraños placeres (1996). En este nuevo trabajo, ambientado en un futuro donde no existe el dolor y la cirugía se ha convertido en “el nuevo sexo”, Mortensen interpreta a un artista que realiza performances extirpándose órganos extraños que genera su cuerpo con ayuda de su asistente y pareja (Léa Seydoux). Un personaje extraño e inquietante, completamente alejado del chofer ítaloamericano, medio bruto y bonachón, que interpretó en Green Book, de Peter Farrelly, que se alzó con el Oscar a la mejor película en 2019 y que significó su tercera nominación como mejor actor.Ads by

Y es que si hay una cualidad que distingue a Mortensen es su versatilidad, gracias a la cual logra volver creíbles personajes tan disímiles como al mafioso ruso de Promesas del Este (2007), el cowboy justiciero del western Appaloosa (2008), el padre hippie de Capitán Fantástico (2016) o uno de los buzos rescatistas que en 2018 salvaron a trece niños y a su entrenador de una cueva en Tailandia en 13 vidas, de Ron Howard, que se estrena el 5 de agosto en Prime Video. Pero, además, hay otro aspecto que distingue al “más argentino” de los actores de Hollywood. Más allá de haber trabajado en películas que compiten por los Oscar junto a estrellas como Ed Harris, Naomi Watts, Al Pacino y Keira Knightley, o en grandes producciones, como la saga de El señor de los anillos, de Peter Jackson, siempre se hace un tiempo para actuar en películas indepedientes, como la ya citada Todos tenemos un plan o Jauja (2014), del argentino Lisandro Alonso, con quien también está trabajando en su próximo proyecto, Eureka.

Una infancia argentina y una pasión para toda la vida

Mortensen nació el 20 de octubre de 1958 en Manhattan, Nueva York, hijo de padre danés y madre estadounidense. Al poco tiempo se mudó a la Argentina por el trabajo de su padre, un hombre de campo, por lo cual el actor pasó su infancia entre las provincias de Chaco y Buenos Aires, aprendiendo a andar a caballo y a cazar patos. La separación de sus padres hizo que a los 11 años volviera a vivir a los Estados Unidos. Hasta ese entonces, él y sus dos hermanos no hablaban en inglés entre ellos, sino en castellano, lo que explica que hable español a la perfección y con un marcado acento argentino.

El actor Viggo Mortensen se presentó al Festival de Cine de San Sebastián con una remera de San Lorenzo
El actor Viggo Mortensen se presentó al Festival de Cine de San Sebastián con una remera de San Lorenzocaptura

Estos primeros años lo dejaron ligado afectivamente para siempre a nuestro país. Amante de los asados, el mate y el dulce de leche, su apego a la Argentina encuentra su mayor expresión en la pasión que lo une al club de fútbol San Lorenzo de Almagro, cuyos colores paseó por las alfombras rojas de todo el mundo, desde el Festival de Cannes hasta el de Venecia. En la ceremonia de los Oscar de 2008 incluso apoyó una enorme bandera del equipo azulgrana sobre la panza de una embarazadísma Cate Blanchett, gesto que quedó inmortalizado en varias divertidas fotos. Incluso ha ido a ver jugar al equipo a la cancha, como cuando en 2013 se tomó un remise desde el rodaje en el que estaba trabajando hasta San Rafaela, en provincia de Santa Fe, para ver un partido.

“Su pasión por San Lorenzo nació de chico, cuando vio jugar a Los Matadores, un equipo que lo reimpactó”, contó a LA NACION el poeta y escritor Fabián Casas en referencia al equipo cuervo campeón del Torneo Metropolitano 1968, en el que se destacaron figuras como Héctor “Bambino” Veira, Roberto “La Oveja” Telch y Rodolfo “El Lobo” Fischer. Casas y Mortensen son grandes amigos y comparten dos pasiones: el club azulgrana y la poesía. Porque además de actuar, Mortensen es una suerte de hombre renacentista que también fotografía, pinta, escribe poesía, edita libros con su editorial Perceval Press y compone música (es el autor del tema “Aragorn’s Coronation” de El señor de los anillos: el retorno del rey, por ejemplo). Se conocieron a través de Gustavo López, director de la editorial de poesía argentina Vox, con quien tenía en común su editor estadounidense. “Me acuerdo que fuimos con Viggo a Retiro a despedir juntos a Gustavo, que vive en Bahía Blanca, y de ahí volvimos caminando a mi casa”, contó sobre el inicio de esta amistad Casas, quien será el encargado de prologar un libro de poesía en español de Mortensen que Vox editará a fin de año. Cuando el actor volvió poco después a la Argentina para filmar Todos tenemos un plan, se hospedó en la casa del autor de Ocio y Tuca.

“Cuando viene a la Argentina se queda en mi casa y es de muy bajo perfil. Salimos en auto y vamos a pasear, a comer a lugares por Boedo. No pasa nada. Como se viste como se le canta y no le importa nada, no te das cuenta que es él. Yo he caminado con él por un montón de lugares y pasa absolutamente desapercibido, en España también. Por supuesto que hay excepciones, pero la realidad es que las personas son percibidas porque quieren ser percibidas”, señaló Casas, quien describe a Mortensen como “un hermano” y asegura que los compañeros de rodaje del actor suelen llamarlo “Viggo not ego”, es decir, “Viggo sin ego”. “No es un esclavo de la representación, no tiene que representar nada. Es una persona muy potente, muy normal y con los pies en la tierra. Y la cabeza en el cielo, porque escribe unos poemas increíbles”, añadió.

De Testigo en peligro a la colaboración con Cronenberg

El primer trabajo en cine de Mortensen fue un pequeño papel como granjero amish en Testigo en peligro (1985), de Peter Weir, al que le siguieron otros en Carlito’s Way (1993), de Brian de Palma, y Retrato de una dama (1996), de Jane Campion. Pero fue su papel como el rey Aragorn en la trilogía de J.R.R. Tolkien el que lo lanzó a la fama mundial, un rol que, como contó en varias oportunidades, casi deja pasar de largo porque suponía pasar mucho tiempo alejado de su hijo y, además, no había leído la saga del autor neozelandés. Sin embargo, fue su hijo Henry, fruto de su matrimonio con la artista y música punk estadounidense Exene Cervenka (su actual pareja es la actriz española Ariadna Gil, con quien vive desde hace más de diez años en Madrid), quien lo convenció de actuar en la película.

Mortensen en Una historia violenta, de 2005
Mortensen en Una historia violenta, de 2005©New Line Cinema/Courtesy Everett Collection

En 2005 llegaría un papel clave para su carrera en Una historia violenta, donde interpretó a un padre de familia que dejaba entrever un pasado oscuro cuando reducía como el más experto de los sicarios a un grupo de ladrones que intentaban robar en su negocio. Mortensen llegó a decir que era sin dudas una de las mejores películas en las que había actuado. Esta primera película con Cronenberg marcó el inicio de una fructífera colaboración con el director canadiense, con quien rodaría también Promesas del este y Un método peligroso (2011), donde se puso en la piel de Sigmund Freud. “Él me ayudó a hacer trabajos realmente buenos, más que otros directores. Quizá porque entiende mi proceso y porque tenemos algunas cosas en común en términos de nuestra sensibilidad, como los libros que nos gusta leer. También tenemos un sentido del humor similar”, ha dicho Mortensen sobre Cronenberg.

Viggo Mortensen, Lea Seydoux, David Cronenberg y Kristen Stewart, en el Festival de Cannes 2022
Viggo Mortensen, Lea Seydoux, David Cronenberg y Kristen Stewart, en el Festival de Cannes 2022CHRISTOPHE SIMON – AFP

Trabajó con directores de varias nacionalidades, como el español Agustín Díaz Yanes, que lo dirigió en Capitán Alatriste, película basada en el espadachín del siglo XVII creado por Arturo Pérez Reverte; el brasileño Walter Salles (En el camino) y el francés David Oelhoffen (Lejos de los hombres). Habla fluidamente inglés, español, danés y francés, y también algo de catalán, sueco, noruego, italiano y árabe.

Mucho más que un actor durante el rodaje

Pero su rol en las películas no se limita al de la actuación: quienes trabajaron con él coinciden en que se mete de lleno en los distintos aspectos de la producción, sobre todo en las películas más independientes donde esto es posible. “Intervengo porque me interesan todos los aspectos necesarios para hacer una película, no sólo la parte que me toca a mí como actor. Si no, sería como otros actores que son técnicamente muy buenos, llegan al estudio con la performance preparada y saben exactamente cuándo van a llorar o a reír y cómo van a decir determinada frase. Para mí es más divertido trabajar con actores con los que puede pasar cualquier cosa. Creo que la base de la buena actuación comienza con una buena reacción”, le dijo Mortensen a esta periodista en 2014, durante una entrevista en el marco del Festival de Cine de Mar del Plata, a donde había viajado para para presentar Jauja.

Viggo Mortensen
Viggo MortensenSoledad Aznarez / Archivo – LA NACION

Mortensen no solo interpretó en ese film a un estudioso danés que viajaba a la Patagonia a fines del siglo XIX junto a su hija de 15 años, sino que también fue uno de sus productores y compuso la música. Para preparar el papel leyó sobre historia argentina, historia danesa y hasta Una excursión a los indios ranqueles, del militar y escritor argentino Lucio V. Mansilla. “Para mí actuar es como una universidad con beca completa. A mí me gusta prepararme así, irme por las ramas. La verdad es que no hace falta. Podría haberme puesto el uniforme y decir mi parte sin pensar mucho más en eso. Pero yo lo veo como una oportunidad. Es poco probable que vuelva a hacer a un personaje danés del siglo XIX otra vez, por eso le saco todo el jugo que pueda”, comentó en ese entonces.

Esta pasión por el cine lo llevó a estrenarse como director en 2020 con Falling, una película acerca de la tensa relación entre un padre ya anciano y su hijo gay, con la que Mortensen buscó, según dijo, “explorar los sentimientos” por sus padres y cuyo guion escribió poco después de la muerte de su madre.

Lisando Alonso: “Opina de todo, pero te opina bien”

“Siempre se involucra mucho más allá de lo que uno puede pedirle a un actor. Cronenberg dijo hace poco en un homenaje que le hicieron a Viggo en San Sebastián (N. de la R. donde recibió el premio Donostia a la trayectoria) que contar con Viggo era como llevar al rodaje a todo un equipo de producción en una sola persona”, comentó a LA NACION Alonso poco antes de viajar a Dakota del Sur, Estados Unidos, para trabajar en la preproducción de la etapa final de Eureka, que espera poder estrenar en el segundo semestre de 2023. En ella, Mortensen interpreta nuevamente a un padre en busca de su hija, pero esta vez en un western ambientado en la frontera entre los Estados Unidos y México. Eureka cuenta con el guion de Alonso y Casas, quienes ya habían trabajado juntos en el de Jauja, a quienes se suma en esta oportunidad Martín Caamaño.

El actor junto a Lisandro Alonso
El actor junto a Lisandro AlonsoLA NACION

Según contó Alonso, Mortensen opina “de todo”. “De fotografía, vestuario, o por qué el sombrero tiene cuatro dobleces y no cinco. De todo te opina, pero lo bueno es que te opina bien”, aseguró. “El sable que tiene en Jauja se lo trajo dentro de un avión. No sé cómo lo metió en un avión posTorres Gemelas”, recordó entre risas el director.

“A veces estaba muy absorbido por el rodaje, porque tenés que estar atajando 10 mil penales al mismo tiempo, sobre todo en rodajes chicos e independientes como el de Jauja, y capaz decía: ‘Ché, ¿dónde está Viggo?’, y me daba vuelta y estaba lavando los platos de 25 personas encerrado solo en la cocina. Son cosas que llaman positivamente la atención. Y así como te lavaba los platos de todos mientras estábamos tomando la última copita del viernes, también se despertaba a las 6.30 para golpearte la puerta y decirte: ‘Tengo una idea’. Fue un poco abrumador los primeros días, pero hoy ya no”, recordó. “En aquel momento quizá yo le tenía un poco más miedo, era más frágil, nunca había trabajado con actores. Y a veces me preguntaba cosas para las que no tenía respuesta”, apuntó. “Yo no conozco muchos que hayan tenido nominaciones a tres Oscar y que vayan haciendo películas independientes de un argentino a los ponchazos”, agregó el director de Liverpool (2008).

Ana Piterbarg: “Es de una generosidad increíble”

Piterbarg, quien dirigió a Mortensen en Todos tenemos un plan, un thriller ambientado en el Delta en el que el actor interpretó a dos hermanos gemelos y compartió elenco con Daniel Fanego y Sofía Gala Castiglione, coincidió con Alonso. “Cuando se mete con un proyecto no es uno más, es uno de los que lo lleva adelante. Si lo hace es porque realmente le interesa, entonces se compromete. No solo en hacerlo bien, sino como una cuestión afectiva”, dijo la directora a LA NACION.

La historia de la colaboración entre ambos parece el guion de una película. Piterbarg llevaba a su hijo a nadar al club de San Lorenzo, donde una tarde se encontró de casualidad con Mortensen. Le comentó que tenía un guion y que le interesaba que lo leyera, a lo que el actor respondió que se lo enviara por mail. Meses después, le escribió diciéndole que le había gustado mucho y concretaron un primer encuentro en la casa de la directora, en el barrio de Parque Patricios, cuna del club Huracán, archirrival de San Lorenzo. “Llegó muy asustado, porque se había bajado del taxi en la esquina y tenía miedo de que lo reconocieran y lo golpearan por ser cuervo en medio de la cuna del quemero”, recordó Piterbarg entre risas. “Lo primero que me llamó la atención es que se sabía muy bien el guion, se acordaba hasta de detalles de los diálogos. Enseguida empezamos a hablar sobre los personajes, las distintas formas de trabajar a los gemelos. Me causó gracia porque incluso ya entonces me propuso hablar con Cronenberg para consultarle acerca de los efectos especiales por el antecedente de la película con Jeremy Irons (N. de la R. se refiere a Pacto de amor, de 1988). Siempre fue muy generoso Viggo. Es de una generosidad increíble”, añadió.

Mortensen en Todos tenemos un plan, de Ana Piterbarg
Mortensen en Todos tenemos un plan, de Ana Piterbarg

La directora, que se encuentra preparando su próxima película, La habitación blanca, recordó que Mortensen, que fue coproductor de la película, armó una guirnalda con los banderines de los equipos de fútbol de cada una de las personas que participaron del rodaje y que lo iba trasladando a las distintas locaciones. “Le gusta trabajar en cine, es como un técnico más. Un compañero de esos que hacen bien”, señaló y recordó que, entre otras cosas, Mortensen le ayudó a encontrar un actor que hiciera de su doble. “Cuando ya estábamos rodando el doble que teníamos decidió no hacer la película. La verdad que era un tema bastante candente. Viggo insistía en que el continuista era la persona idónea, porque tenía su misma altura. Yo no estaba muy segura, hasta que un día se me aparecieron los dos vestidos iguales y me convencieron”, recordó entre risas, y añadió: “A mi entender Viggo es una persona muy especial, porque es una estrella, sin lugar a dudas, pero no se comporta como tal”.

Fuente: Astrid Riehn, La Nación