A medio siglo de su edición, «Mediterraneo» de Serrat sale en vinilo

En 1971, el cantautor, actor, escritor, poeta y trovador cerraba en un estudio de Milán un álbum mítico, un alarde de luz en una España gris, que impactaría en la sociedad del momento pero no tardaría en alcanzar la condición de atemporal.

Cincuenta años después, de Mediterráneo está vigente todo. El disco con el que Joan Manuel Serrat marcó a toda una generación ha atravesado el tiempo con la solvencia de las obras maestras, esas que crecen década a década, para mantenerse igual de indispensables entre los españoles del nuevo siglo.

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Ese trabajo ha llegado brillante y vigoroso a 2021, lo que habla del milagro creativo que se gestó aquel verano en un hotel de Calella de Palafrugell. Allí nacieron sus canciones, 10 en total. Sencillas pero redondas. Como la que da título al disco, dedicada al mar que lo acunó desde niño; un tema que acabaría tarareando el país entero. O Aquellas pequeñas cosas, que contiene una de sus letras más personales y evocadoras. O todas las demás, de Lucía a Qué va a ser de ti, pasando por Vencidos, Pueblo blanco, La mujer que yo quiero, Barquito de papel, Tío Alberto y Vagabundear.

Todos los temas fueron compuestos por Joan Manuel Serrat, letra y música, excepto la letra Vencidos, basado en un poema de León Felipe. Y a todos ellos les impregnaría una suave capa de jazz y bossa nova con la ayuda de un equipo formado por Juan Carlos Calderón, Gian Piero Reverberi y Antoni Ros Marbà, pero sin dejar de ser absolutamente reconocibles como serratianos.

El impacto fue brutal y trascendió fronteras. Fue esencial para muchos latinoamericanos, que se rindieron ante el talento del Noi del Poble-Sec. Si viajó en el espacio, también lo hizo en el tiempo, hasta el punto de lucir en el top 3 de los mejores 100 discos españoles del siglo XX en la lista que una revista de orientación roquera elaboró a principios de la pasada década. Y la historia continúa: las nuevas generaciones no han cejado en la devoción que sus mayores profesaron a Serrat, que en 2019 no necesitó efemérides de ningún tipo para sacar el álbum de paseo en la gira Mediterráneo da capo.

Mediterráneo —que recogía el testigo de Serrat/4 y de Mi niñez, otra gran obra— se convertiría en uno de sus trabajos más inspirados, un resumen de su lírica, sus grandes temas y su búsqueda emocional como cantor de las pequeñas cosas. Fue un conciso pero eficaz carrusel de sensaciones y sentimientos, que tienen en la canción que da título al disco un perfecto estandarte. Era ya el octavo álbum en un cantautor de apenas 28 años y que no hacía ni cuatro que había debutado. Y que, quizás sin saberlo, estaba alcanzando una cumbre de nuestra música pop.

Lo que vendría después es la consolidación de una leyenda, reconocida con 11 doctorados Honoris Causa por su contribución a la música y literatura española y el Grammy Latino de 2014 como Persona del Año, uno de los galardones mas importantes que un músico pueda recibir. Dos Ondas, la Medalla de Oro de la Ciudad de Barcelona, la del Mérito al Trabajo, la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana y la Gran Cruz de la Orden de Jaime el I el Conquistador son otros honores sumados por un artista aún activo y vigente. Serrat es fundamental para entender la historia de España y Cataluña en las últimas cinco décadas y Mediterráneo, su obra clave.

Aquel album

El álbum también contaba con “Pueblo blanco”, “Tío Alberto”, “Qué va a ser de ti”, “Lucía”, “Vagabundear”, “Barquito de papel”, y “Vencidos”, ésta última la única que no compuso en letra y música, ya que se basó en el poema de León Felipe.

El equipo musical convocado para vestir aquellas composiciones lo encabezaron Juan Carlos Calderón, Gian Piero Reverberi y Antoni Ros Marbá y la leyenda cuenta que se grabó en un estudio de Milán (norte de Italia) un álbum -el octavo en el camino del artista- que se había gestado poco antes en un hotel de Calella de Palafrugell (Girona).

El vínculo de Serrat con aquella placa siguió latente no solamente por canciones siempre presentes en sus conciertos sino por un espectáculo que dedicó especialmente a ella, que se denominó “Mediterráneo da capo” y que en 2018 paseó por escenarios argentinos.

De cara a aquella experiencia, Serrat dijo en febrero 2018 a Télam que “para mí es una idea muy sencilla pero también que me entusiasma mucho porque se mezclan una serie de factores a partir de un trabajo que hice a principios de los 70 con la idea del mar como puente, como difusor de cultura y como nexo de unión de pueblos”.

Pero enseguida apuntó que la nueva puesta “también habla sobre este Mediterráneo que se ha convertido en un sarcófago para la gente huyendo de sus territorios que lo encuentran como una barrera que se los engulle y que se los traga. Una barrera que alimentan otros pueblos más del norte tratando de defender sus pequeñas miserias”.

Consultado sobre si a Mediterráneo podía pensárselo como a un documento de época, dijo que “lo escribí en un tiempo en que estaban ocurriendo cosas fundamentales como los hechos de Mayo del 68 en Francia, la imagen del hombre nuevo en América Latina y la revolución de Praga; todas cosas que tienen mucho que ver entre ellas y que cambian la concepción del tiempo y de la función del hombre en el tiempo”.

Y puesto a repasar algunas de aquellas piezas contó que pese al alegato de “Vagabundear”, “yo no me siento tan sin patria sino que para mí no está reducida a unos símbolos que son manejables y manipulan la sensibilidad de la gente en beneficio de otros intereses más espurios. Pero la patria está ahí, la patria son los hermanos”.